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Nos decimos todo con una mirada de amor, lo que no podemos decir con las palabras. Lastimosamente el amor no siempre es correspondido, el amor es ese sentimiento que deseas sentir todo el tiempo, a todas horas. Pero hay veces donde solo es imposible, así son las cosas. Ruggero era mi imposible, era mi error, pero un hermoso error, que aunque no sintiera lo mismo por mí, no lo seguía queriendo.
Decidí esperar a que todos salieran del estudio, de verdad no quería ver a andie, y mucho menos a Candelaria ya Ruggero.
*Toc Toc*
- Siga – estaba espaldas de la puerta cuando sentí que llamaban a la puerta, de seguro era mama, por eso no pregunte quien era.
- Necesitamos hablar- escucha decir a Ruggero.
- No sé a qué te refieres- intente evitar el tema mirando por la ventana, era un lindo dia, aunque estuviéramos en invierno, se veía el cielo despejado, pero eso no significa que yo estuviera en mis mejores momentos.
- Sí, claro que sabes Karol – se nota que estaba enojado por su tono de voz.
- Ruggero, no sé de qué estás hablando, y te voy a pedir que por favor te retires, no estoy de humor para hablar con alguien – por fin me digne a encararlo.
- ¿De verdad, quieres que me valla? – Me miro dolido
- Si.
- No quiero irme, y sé que no quieres que me valla – se acercó peligrosamente a mí.
- Si... qui-... quiero que te vayas – me empecé a sentir nerviosa, su cercanía lo provocaba.
- Me encantan tus labios – me acaricio el rostro con sus ojos puestos en mis labios.
- Esto está mal – dije mirando igualmente sus labios
- Que este mal, lo hace más tentador – susurro sobre mis labios- no sabes las ganas que tengo de besarte – volvió a susurrar
- Entonces hazlo... - mi lado atrevido salió a flote.
Me beso con desesperación, me beso como si no hubiera un mañana, me beso con tanto atrevimiento, este beso no era como los anteriores que me había dado, no tenían ternura, era puramente deseo, era un beso caliente, de esos de los que no te quieres alejar ni un segundo, pero lastimosamente somos seres humanos y debemos respirar.
- Esto está mal... - lo dije con la poca cordura que aún me quedaba, pero no me sentía para nada culpable, y no quería que parara –
- Shhh – me callo con un beso, que cada vez iba subiendo de temperatura.
Enrolle mis piernas en su cadera sin alejarme ningún momento de sus labios, que tanto me gustaban, gemí al sentir su deseo debajo de mí, el de verdad me deseaba, lo podía sentir. Me miro y pude ver como sus pupilas se dilatan y tomaban un color negro. Solo éramos él y yo, y nadie más en la habitación. No existía Candelaria, No existía Hale, no existía Mama, no existía nadie. Solo él y yo. Sentí un calor impresionante cuando el empujo hacia a mí. Gemí de nuevo, mirándolo, demostrándole que no tenía miedo, que jamás podría tener miedo estando con él. Me beso de nuevo, y sentí como sus manos vagaban por todo mi cuerpo hasta encontrarse con mi cintura, donde sin esperar más, decidió quitar la blusa que adornaba mi cuerpo.
