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Todos los hombres necesitan de una mujer porque incluso en el ajedrez, la dama es la que protege al rey. La mujer es la pieza clave del rompecabezas de la vida. Ella es quien tiene la respuesta a todo. Pero el hombre también es importante. El es la fuerza y la valentía. Él es quien lucha por seguir. Por ello ambos se necesitan mutuamente. Y el ingrediente clave para que triunfen los dos, es el AMOR.
- Tengo que contarte algo – susurre sobre sus labios.
- Si vas a hablar de Hale, te juro ...-
- No es nada de Hale – lo interrumpí – es sobre ti.
- ¿Sobre mí? – estaba mirándome y acariciando mi rostro de una manera dulce que me encantaba cada vez más.
- Si – sonreí – en realidad te quería contar que voy a poder pasar tu cumpleaños contigo.
- ¿Cómo? – frunció el ceño
- Si, este fin de semana estaré contigo.
- ¿Este fin de semana? ¿Y hale? – me miro confuso.
- Eso solo fue una mentirita piadosa, quería que fuera sorpresa, pero tú te enojaste. – sonreí. – Mama piensa que voy a ir con Male, Valu y Caro a descansar, pero en vez de eso, celebrare tu cumpleaños con todos los chicos. ¿Qué te parece? – me beso de nuevo, con dulzura.
- Me parece increíble que vayas a celebrar mi cumpleaños. Gracias – beso la punta de mi nariz. – Gracias – me abrazo. Pase las yemas de mis dedos por su abdomen trabajado. – no hagas eso por favor.
- Lo siento – susurre. Estaba avergonzada.
- No pequeña, no te pongas así, es solo que cuando me tocas así, me hace pensar cosas que no debo contigo.
- Lo siento – baje mi cabeza sumamente avergonzada.
- Me encanta como te pones cuando estas nerviosa – levanto mi rostro – Me encantas – beso mis labios necesitados de los suyos, pase mis manos por todo su torso hasta llegar a su nuca, necesitaba tenerlo cerca, lo necesitaba.
- Rugge... - susurre cuando sus labios estaban en mi cuello.
- ¿Interrumpo algo? – escuchamos decir cuando abrieron la puerta.
Me separe bruscamente de Ruggero, si antes estaba nerviosa ahora estaba aún más. Alguien había pillado nuestro secreto. Había descubierto lo poco que teníamos, y eso me ponía muy muy nerviosa, no sabía que pensar o que hacer en ese momento. Ruggero al parecer estaba igual que yo, la manera en la que miraba a la persona, me daba entender que no sabía cómo contestar su preguntar o simplemente como reaccionar.
