Prólogo

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Acababan de confirmar la alerta naranja en la capital gallega; lluvias fuertes y viento durante las próximas veinticuatro horas. El temporal había obligado a los vuelos retrasarse y a los coches no poder circular.

—¿Tardará mucho? —preguntó el señor Luna.

El señor Luna, el primero en la lista de estafadores y el último en la lista de los confiables.

—No señor —afirmó el guardia.

El señor Luna, cada vez más impaciente, miraba de un lado a otro pensativo; su plan estaba dando sus frutos.

—No sabe lo que le espera —sonrió.

En la habitación solo se oían las ramas de los árboles chocando contra las ventas y las gotas caían lentamente por estas.

Un guardia tocó a la puerta, sobresaltando al señor Luna. Su compatriota entró a la habitación, dejando ver un rayo de sol.

—Señor, ya está aquí.

—Déjala que pase.

El señor Luna encendió un cigarro y poco a poco lo iba consumiendo.

—Buenos días —saludó la joven—. Por fin nos volvemos a encontrar.

—Pequeña Aynara, ¿a cuántos te has tirado hoy?

—A unos tres —la muchacha con encanto sonrió—. Aún queda mucho día.

—Ese es el espíritu. Siéntate por favor.

La joven española hizo caso a sus palabras.

—¿Cuál es el siguiente caso? —preguntó.

—Denis Suárez Fernández; el próximo que caerá en tus encantos. Un joven de veintitrés años, jugador del Barcelona.

El señor Luna le tendió su expediente a la joven.

—¿Un caso fácil, cierto? —habló el hombre y se acomodó en su silla.

—Eso parece —sonrió la muchacha.

—No todo lo que reluce es oro, querida —rió maléficamente y se volvió hacia ella—. Este caso es diferente, es un jugador de fútbol y está en el punto de mira de todos. Si mueves una ficha mal, toda España lo sabrá.

Aynara miró seria al señor Luna.

—Dígame el truco pues.

—No quiero que te lo tires y te largues —ordenó—. Ya sabes que el Barcelona me debe varias, ¿qué mejor venganza que arruinar a uno de sus mejores jugadores? Enamóralo, cautívalo, haz lo que quieras con él.

Aynara rió y se hizo la interesante.

—¿Cómo a todos? Ya tengo práctica en esto señor.

—Ya sabes el final, Aynara —recogió el espediente del muchacho y se lo entregó a Aynara—. Acaba con él.

El señor Luna se levantó y los guardias fueron tras él.

La joven tinerfeña observó una vez más las fotos del joven. Al final del expediente se encontraba un bolsillo lleno de dinero, la localización y el billete de viaje.

—Barcelona temblará querido, y tú serás el primero en derrumbarte.

Falsas Ilusiones |Denis Suárez| Where stories live. Discover now