Nunca ha sido un simple juego

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Partido tras partido, victoria tras victoria; el Fútbol Club Barcelona iba segundo en la tabla.

Denis había conseguido un hueco entre el once ideal del club catalán. Por fin Luis Enrique había visto su potencial.

Denis llegó a casa agotado debido a una dura jornada de entrenamiento. Entró a casa y se encontró con una visita... No muy deseada.

—Hola amor —la de pelos rizados se acercó y depositó un beso en sus labios—. He hecho bizcocho.

Denis rió al ver a Aynara con un delantal y la cara y brazos llenos de harina.

—Buenas, Denis.

La venezolana se levantó del sofá y le dio dos besos a su antiguo novio.

—¿Qué haces tú por aquí? —preguntó Denis. Nairy le miró molesto y en seguida se disculpó—. Perdón, no he querido sonar desagradable.

—Bueno, Aynara me pidió que le ayudara con el bizcocho.

—¡Sí! —saltó Aynara nerviosa—. Queríamos sorprenderte.

—¿Queríamos? —preguntó Denis.

Sabía que eso era mentira. Nay no le volvió a dirigir la palabra desde que llegó Aynara.

Pero lo peor no era eso.

Nairylein viajó a Alemania a relajarse y, sin querer, conoció a un catalán bastante atractivo y que por casualidad había jugado en el Barcelona.

¿Había algún movimiento más fácil?

—¿Conocen a Marc? —preguntó de repente Nay.

—Especifica —respondió Denis dejando su mochila en las escaleras.

El gallego se temía la respuesta, pero se calló.

—¡Claro que lo conocen! —exclamó Nay—. Bartra, ¿os suena?

Aynara en un torpe movimiento (y asombrada) tropezó con la escalera y dejó caer la caja que llevaba en la mano. Denis se agachó con ella y recogió todos los pendientes.

—¿Marc Bartra? —preguntó alucinada Aynara, cerrando la caja.

Aynara cargaba tras ella una historia de amor con Bartra... Otro caso más que el Señor Luna le obligó a hacer, pero ese era especial. El primer trabajo de Aynara en esta nueva empresa.

—Bueno pues si, estoy saliendo con él.

Nairy se quitó un peso de encima al decirlo.

Aynara se volteó y sonrió con malicia; un paso más en esta partida.

El móvil de Aynara comenzó a vibrar. Denis lo miró y respondió.

—Es Piqué —habló Denis—. Dice que vayas saliendo.

Aynara se quitó el delantal y se metió en el cuarto del baño.

Se miró al gran espejo, iluminado por los bordes, y se lavó las manos y se peinó.

Para terminar buscó su piercing por la pequeña caja que había tirado antes. Cuando lo encontró se puso su circular piercing plateado en el orificio izquierdo de su nariz.

—Hasta luego amor.

Aynara se acercó a Denis y con un lento y cálido beso se despidió de él.

Sin embargo, Nay la miró sin expresión alguna y ni siquiera se despidió.

Aynara cruzó la calle y caminó varias manzanas más hasta llegar a su destino.

Gerard Pique, André Gomes, Sergi Roberto, Neymar da Silva y Rafinha Alcántara se encontraban en un pequeño bar fuera de la villa.

—Ya llegué —murmuró Aynara en el odio de Neymar.

Neymar levantó la vista, dejando ver sus blancos y alineados dientes.

—Hola preciosa.

Aynara se sentó junto a Sergi. El de ojos azules la saludó con dos besos.

—¿Y Leila y Noelia? —carraspeó Piqué. Odiaba la impuntualidad—. Ya se pueden estar dando prisa.

Parece como si Dios le hubiera escuchado, y nada más decirlo, las dos morenas aparecieron por la puerta.

Una larga tarde les esperaría.







Alexia tropezó y calló encima de Paula, la cual tiró de Jhuliana y derramó el vaso de agua encima de Gemma.

—¡Joder! —exclamó furiosa Gemma y se palpó la camiseta—. Era nueva.

—No grites —susurró Jhuliana.

Diana apareció por atrás y resbaló con el agua caída.

—¿Qué parte de: no hablen que estamos intentando escuchar no entienden? —murmuró Alexia.

—Nada —rió Jhuli por debajo.

Las cuatro peones y el alfil de Nairylein se quedaron en silencio al oír sonoros besos.

Diana se llevó las manos a la cabeza y Paula a la boca.

—No puede ser.

Paula, el alfil de la jugada, se levantó pegada a la pared, miró por el único lugar que entraba el sol.

Nadie pensó en que este movimiento llegaría, pero así fue.

Nairylein y Denis se estaban devorando a besos.

Pero no de la manera que Nay hubiera deseado.

Paula frunció el entrecejo al ver una copa medio llena en la mesa. Nunca hubiera creído que Nairylein hubiese hecho esa bebida.

Bajó de inmediato a la altura de las demás y cogió una bocanada de aire.

—Nairylein se ha pasado... Esto ya no es un juego —habló exhausta.

Lo que ninguna sabía es que esto comenzó siendo un juego y terminará siendo una desgracia.

Falsas Ilusiones |Denis Suárez| Where stories live. Discover now