Capítulo 32: "No puedes dejarme"

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AMANDA.

No había dolor. Había silencio. No había miedo. Había tranquilidad.

¿Qué sucedía?

Entonces... ¿realmente estaba...? No. No porque podía sentir algo en su mano. Y los fantasmas no sentían. ¿Cierto?

Había oscuridad. Pero, ¿podría terminar con eso?

Intentó abrir los ojos y se dio con la sorpresa de que si podía hacerlo. Lo primero que vio fueron ojos color esmeralda o azules, nunca lo sabría con exactitud.

Aiden.

Sus ojos la miraron fijamente por lo que parecieron horas. Y luego estaba hundiendo su rostro en el estómago de Amanda. Aferrándose a su cintura y... sus hombros estaban temblando.

Estaba llorando. Y Amanda deseó no ser la culpable de aquello, pero sabía de sobra que si lo era. Ella había ocasionado eso.

Lo único que quería era hacer que su dolor desapareciera, pero no podía. No sabía cómo hacerlo. No tenía como asegurarle que todo estaría bien, porque ni ella misma sabía si todo estaría bien.

Entonces, sintió las lágrimas deslizándose por sus mejillas también. Y Aiden alzó el rostro hacia ella, de pronto. Sus ojos rojos encontrando los de ella. En un segundo se había acostado a su lado y se había aferrado a ella como si la vida dependiera de ello. Sus brazos se envolvieron a su alrededor y la atrajeron a su pecho, sin más. Y Amanda intentó no llorar. Porque no era justo, no era justo que ella estuviera llorando cuando era ella la que estaba haciendo daño a las personas que quería.

A Aiden.

-No llores, cariño –susurró Aiden en su oído, sin dejarla ir-. Lo siento tanto –murmuró.

¿Por qué él se estaba disculpando? Era ella la que tenía que disculparse. De ella era la culpa.

Se removió entre sus brazos, hasta que logró separarse lo suficiente para poner su rostro frente al de él. Aiden seguía con los ojos rojos, pero ya no parecía estar llorando. Ahora parecía solo querer hacerla sentir mejor. Y era injusto. Todo era injusto.

Amanda alzó sus manos y tomó su rostro entre ellas. Aiden cerró los ojos, dejando escapar un suspiro.

-Sólo quería poder sentirte una vez más –susurró él, entonces, una lágrima deslizándose por su mejilla-. Sentirte entre mis brazos. Tenerte. Para siempre. ¿Es mucho pedir? –preguntó, en un susurro.

Amanda sacudió la cabeza, a pesar de que él claramente no la estaba mirando.

-Nunca quise hacerte daño –logró decir Amanda, luego de lo que pareció una eternidad en silencio-. Si estuviera en mis manos, nunca te dañaría, Aiden –murmuró, dejando su frente caer sobra la de él-. Estoy tan enamorada de ti que duele saber que hay posibilidades de que no pueda quedarme contigo. Estoy tan enamorada de ti que me asusta pensar en dejarte solo. Y estoy tan enamorada de ti que... que soy demasiado egoísta para dejarte ir cuando sigue en mis manos hacerlo –terminó, dejando que las lágrimas volvieran a deslizarse por sus mejillas.

Los ojos de Aiden se abrieron, entonces. Estaban llenos de emociones mezcladas. Emociones que Amanda no podía identificar por completo. Y luego estaba besándola. De una manera en que nunca antes la había besado. Dejándola saber absolutamente todo lo que sentía por ella. Sus besos desesperados le demostraban lo asustado que había estado de perderla. Sus dedos deslizándose por su espalda, por debajo de su polo, demostrando lo mucho que la deseaba. Sus suspiros repentinos, demostrando lo mucho que ella lo afectaba.

Aiden (Mayores 2°)Where stories live. Discover now