16. En busca de respuestas

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«Sobre tu pregunta, el asunto con Cilia duró una semana y diez horas, según creo (lo sabrías si no me hubieras evadido esos meses, dejémoslo ahí). Por otra parte, me impresiona que estés de viaje con otra gente, por lo general tus pasatiempos son más caseros (a menos que estos meses las cosas hayan cambiado demasiado, también dejémoslo ahí). Creo que es bueno que cambies un poco de aires con relación a las actividades usuales, las reuniones sociales formales, los bailes y eso. No es que tenga nada en contra de ellos, pero siempre te he dicho que son bien repetitivos. Sí recuerdo bien a Levan Biscaro, me buscó para hacerme una serie de preguntas. No creo que sea odioso, de hecho, me cayó en gracia, es un buen sujeto, trátalo bien. Me gustaría conocer el lugar que estás visitando, suena muy campestre, esos son los mejores para observar las estrellas.

Y ahora, empecemos. Yo primero.

A ver.

La verdad, me sorprendió. No me lo esperaba. No me había planteado esto antes. Es decir, siempre hemos sido amigos y... Además había estado todo ese tiempo molesto contigo. Sé que divago. He estado pensando, creo que fue el beso menos amical del mundo. Y eso no es muy normal. Quisiera volver a intentarlo, si te parece. Para estar seguros. Dime qué piensas».

Tenías la sensación de que habías estado sonriendo como tonta mientras leías. Por supuesto, habías esperado que él diera el primer paso y sabías que Giova siempre sería sincero. Realmente, tú tampoco te lo habías planteado concretamente, pero ahora que estaba sucediendo, no podías sino imaginar el momento en que se reencontraran de nuevo.

Pero hasta que eso ocurriera, tenías algo que resolver.

La historia de los Biscaro había descompaginado un eje importante en la forma cómo concebías el mundo. Muchas veces, Ro, quienes establecen las mentiras más grandes de nuestras vidas somos nosotros mismos. Y es por eso que resulta difícil salir del laberinto que nosotros mismos construimos. La aparición de Levan y Leira, de alguna manera fue el inicio de la ruptura de ese bucle. La sombra del cuestionamiento. Pues una vez que dudamos de algo que siempre teníamos por cierto, o negamos por completo la duda sin explorarla por un temor proteccionista, o decidimos llegar al fondo de todo, aunque sucumba el mundo entero. Tú te inclinaste por esto último. Quisiste saber la verdad. Sentiste que debías, porque nadie merece vivir en una mentira.

Así que los acompañaste. Tenías el dinero para hacer lo que quisieras, y la independencia y la edad suficiente para que nadie cuestionara tus decisiones, por más impulsivas que éstas fueran. Ni siquiera tu madre pudo detenerte; eras, después de todo, la heredera y la favorita de Éran Dezvas.

Aquel pueblo, Dakrus, estaba escondido entre un frondoso boscaje y rodeado de hermosos escenarios naturales, un verdadero santuario verde. Era rústico, pacífico y apacible, distinto de los elegantes salones que solías frecuentar, pero por alguna razón, te hizo recordar a la simplicidad tu infancia. Te preguntaste si Giova querría visitar aquel lugar contigo. Sólo contigo. Esos días no podías evitar que tus pensamientos se deslizaran hacia él.

Tal vez esa fue una de las razones por las que te prestaste para enrumbarte en busca de respuestas. Los misterios que envolvían al boticario eran envolventes y te enturbiaban, pero Giova... Él era todo lo contrario. Y no podía coexistir con una sombra enigmática como la de Éran.

—¿Por qué me dices eso? —le habías preguntado a Levan cuando te confesó sus verdaderas intenciones con el boticario—. ¿No temes que se lo diga?

—Dudo que lo hagas —respondió Levan con una decidida seguridad, lo cual te provocó una punzada de irritación. Aunque había sido con tu permiso, no soportabas la idea de que alguien hubiera husmeado en tu mente. Seguidamente, Levan te increpó: —Ya le comentaste a él sobre nosotros, y ni siquiera se inmutó. ¿Entiendes por qué?

Realmente no lo entendías, así que no respondiste.

—Él sabe muy bien que nadie puede hacerle daño —prosiguió él—. No es que cualquiera pueda ir con una pistola y volarle la cabeza. Con el boticario no es tan simple. Él no envejece, no tiene un límite de vida, y no se le puede asesinar de manera convencional. Muchos antes que nosotros han tratado de hacerlo. Lo han envenenado, apuñalado, acribillado, ahogado, una vez le prendieron fuego... Nada parece afectarlo definitivamente. Todos saben que él es especial, y todos aceptan su sobrenaturalidad, pero no saben con certeza qué es él.

Aunque los estabas acompañando, había algo definitivo que ya habías establecido. Y era que no pensabas unirte a las intenciones macabras de Levan, aun si Éran era responsable de todo lo que le acusaban. Tú no te veías directamente ligada a todo ese enjambre de maquinaciones, era una esfera lejana a ti y no te sentías compelida a hacer nada. Sólo querías la verdad, luego decidirías qué hacer una vez que la tuvieras.

—¿Y qué es el boticario? —inquiriste.

—Esa pregunta es la razón de este viaje.

Levan parecía haberte aceptado como un miembro temporal, y al menos ya no anteponía esa molesta desconfianza entre ustedes. Sin embargo, como le habías escrito a Giova, lo percibías fastidioso de una manera pura y simple. Tal vez era por ese aire ingobernable que destilaba y esa exasperante superioridad moral con la que hablaba. En puridad, no eran rasgos negativos, pero te inflamaban de manera ineludible y no sabías decir bien porqué.

—Cuando nos conocimos te narré la historia de Golt, el amigo de mi padre, el que fue atacado por una persona que tiene el mismo don que nosotros ¿recuerdas? —inició Levan—. La mujer que asaltó la mente de Golt, se llevó con ella la información de una larga investigación. Años de indagaciones. La hemos buscado por todo el país y al fin la hemos hallado aquí, en Dakrus.

—Y ¿qué tiene que ver esto con el boticario?

—Esperamos que todo —dijo Levan, por primera vez con cierta incertitud. Percibiste una leve y contenida desesperación en sus ojos. Era el ansia por una verdad definitiva. En cierta forma, lo entendiste. —Antes de enloquecer, Golt le confesó a mi padre que el motivo de su investigación era algo sobrehumano. Una entidad antigua de varios nombres. Pero que muchos conocen ahora como Éran Dezvas.

El boticario de las almas perdidasWhere stories live. Discover now