Capítulo 7:La marca de Caín.

5.4K 537 99
                                    

—Es un saludo. —le explicó Isabelle a Alina. La muchacha asintió con la cabeza y entendió lo que Simon había querido decir.— Él es mi novio Simon, también el mejor amigo de Clary —lo presentó amablemente. — Simon, ella es el ángel Alina.

El castaño se apresuró a tenderle la mano para que la estrecharan, Alina le correspondió al recordar su saludo con Alec. La muchacha intentó sonreirle y después se cruzó de brazos. No era buena expresando sentimientos porque no los tenía. Ser un ángel le privaba de algunas cosas. En especial de los sentimientos humanos.

—Eres un vampiro ¿verdad? —pronunció Alina. En el cielo había oído hablar acerca de los vampiros., hombres lobo y hadas. Nunca había visto alguna criatura de esas personalmente, pero Simon no parecía ser malo sino todo lo contrario. Parecía ser un joven tranquilo y amable.— He escucho cosas sobre los de tu especie.

—Sí, lo soy, pero no soy como todos los demás vampiros. —respondió con mayor comodidad. Se rascó la nuca con vergüenza y sonrió tímidamente.— Tú eres un ángel.

—Hay algo en ti... —lo miró con los ojos entrecerrados. Había algo extraño en ese vampiro. Alina no sabía que era, pero podía sentirlo.

Las dos cazadoras de sombras y el vampiro se voltearon a ver mutuamente. Adivinando a lo que Alina se refería. Sabían que Simon tenía algo que le había cambiado la vida por completo, pero fue para salvarle la vida. La posibilidad de que fuese eso era muy alta. Alina tenía la capacidad de notar y descubrir cosas que cualquier ser en la tierra no podía. A ella no le podían mentir.

—¿Te refieres a la marca? —Simon se encogió de hombros con incredulidad. Alina frunció su ceño duramente.

—¿Cuál marca? —preguntó con la voz gélida y jocosa.

Simon se levantó el mechón de cabello que cubría a la marca y la dejó ver, perfectamente grabada en su frente, como si fuese un tatuaje. Alina la observó fijamente, reconociéndola de inmediato, conocía esa marca. Era la marca de Caín. La terrible marca que dejaba una irreversible maldición.

—¿Quién te ha hecho eso? —preguntó iracunda, mostrándose ofendida por alguna extraña razón. Y es que lo estaba. Esa era una marca muy poderosa, irreversible y maldita. ¿Quién había tenido el valor de hacerle eso al pobre chico?

Los tres se quedaron muy quietos sin decir ninguna palabra. Alec, al escuchar el tono de voz de Alina se acercó a la escena con mucha rapidez, encontrándose con una Clary llena de nervios y un Simon más pálido de lo normal.

—¿Qué sucede aquí? —habló Alec con un tono quedo y firme. Isabelle sólo lo volteó a ver y se encogió de hombros.

Simon tragó saliva y acomodó su cabello sobre la marca. Clary miró a la muchacha con un poco de temor, pero se decidió a hablar.

—¿Quién hizo eso? —replicó Alina.

—Fui yo. —confesó Clary con sus manos sudorosas.— Yo le puse la marca para salvarle la vida.

—Sí. —intervino Simon.— Me ha salvado la vida.

—¿Qué te salvó la vida? —ironizó ella.— Hubieses preferido la muerte, Simon. Creéme hubiese sido mejor que esa maldita marca.

—¿De qué estás hablando? —Clary la miró mal. Ella había salvado a su mejor amigo y no tenía porque arrepentirse por ello.

—¿Cómo pudiste hacerle esto a tu amigo? —preguntó Alina con la voz recargada de superioridad.— No te das cuenta que lo has maldecido por el resto de su vida. Y es inmortal. Aún peor. ¿En que pensabas cuando lo hiciste?

—¡Pensaba en que mi mejor amigo podía morir!

—Y preferiste maldecirlo, ya veo, es por eso que los sentimientos solo los hace débiles. —afirmó severamente.

—Estás equivocada. —Clary la retó con valentía.— Muy equivocada.

—Clarissa, no sabes la verdadera realidad detrás de esa marca. Es más malo de lo que parece.

—Sabemos la historia de la marca de Caín. —intervino Simon, ayudando a su amiga para que no se sintiese mal. El castaño ya había hablado con ella antes y sabía que una parte de ella se sentía culpable por haberle puesto la marca, pero tenía su propósito y en ese momento no tenían más opciones.

—En realidad no parece tan mala. Le ha salvado el trasero más de cinco veces. —agregó Isabelle.

Alina negó con la cabeza, intentando encontrar algo de sentido a la conversación. Estaba enojada. Descubrir lo que Clary le había hecho a Simon enojaría a cualquiera del cielo, en especial a Dios.

—Ustedes no entienden. —apretó sus labios con mucha fuerza, tiñéndolos de blanco por unos instantes.— No piensan con claridad. Son demasiado jóvenes para hacerlo correctamente.

—Tranquila. —murmuró Alec, entendiéndola por completo. Todos sabían que la marca de Caín era maldita, así que entendía el comportamiento de Alina.

La muchacha ángel cerró sus ojos por unos segundos con intenciones de poder tranquilizarse. Pronto entendería las razones de Clary. Inhaló y exhaló profundamente. Comenzaba a calmarse.

De pronto dejó de escuchar todo a su alrededor, era como si sufriese de autismo, no podía oír nada. Miró hacia todos lados por pura inercia y se alarmó inmediatamente. Con un volumen tan bajo logró escuchar unas voces masculinas y el llanto de un bebé. No entendía nada de lo que decían aquellas voces.

—¿Escuchan eso? —preguntó Alina, sin siquiera escuchar su propia voz. Los muchachos parecieron escucharla. Alec la tomó por los hombros y la zarandeó sin portar mucha fuerza.

Alina, tienes que salvarla. —una voz fuerte y clara retumbó en sus oídos. Alguien del cielo le estaba hablando.— Dios la ha dejado a tu cuidado. —reconoció aquella voz después de unos segundos.

—¿A quién, Castiel? —preguntó Alina. Esta vez escuchando su voz claramente.— ¿De quién estás hablando?

De la niña. —informó— La hija de tu recipiente. Los demonios quieren ir tras ella. Jonathan quiere tomarla para sus propios méritos.

—Nadie me habló de una niña. —espetó de inmediato.— Castiel, ¿por qué quieren ir tras ella?

Saben que tu recipiente está siendo utilizado para ir contra ellos. Ahora Jonathan Christopher quiere hacer algo para molestarnos. Y la niña está dentro de sus planes. Ahora mismo están en la casa. Ya han asesinado al padre de la pequeña.

—¿Dónde están?

Puedo llevarte.

—Hazlo, Castiel, llévame.

Bravery [Alec Lightwood].Where stories live. Discover now