Capítulo 8:El ángel exiliado.

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En un simple y sencillo pestañeo, Alina ya no se encontraba en el instituto con los jóvenes, ella estaba afuera de una casa con la puerta abierta. Desde su posición podía escuchar el llanto incesante de un bebé. Sin pensarlo caminó hacia la puerta, entrando de inmediato y sin preámbulos.

La casa parecía estar sola. No había ningún ruido, sin embargo habían unos cuantos muebles saqueados como símbolo de lucha. Siguió caminando por la casa hasta que se encontró con el cuerpo inerte de un joven, un enorme charco de sangre escurría de su cabeza, provocándole escalofríos. Pudo acercarse a él y devolverle la vida, pero no lo hizo porque no era la misión  que Dios le había otorgado.

—Acerca a la niña. —escuchó una voz proveniente de la última habitación.

Rápidamente se acercó a la puerta, abriéndola sin pensarlo dos veces. En la habitación habían dos hombres y uno de ellos era la peor pesadilla de la humanidad. Jonathan Christopher se encontraba parado frente a un chico de cabello rubio brillante, el cuál sostenía a una pequeña bebé en sus brazos. Alina analizó la escena lo más rápido posible. Se dio cuenta de que Jonathan había vertido apenas una pequeña, pero peligrosa, gota de su sangre en la boca de la niña.

Entendió perfectamente lo que él quería hacer.

—¡Súeltenla ahora! —dijo Alina, tomando la atención de ambos demonios.

Jonathan ya la había sentido desde que llegó a la casa, pero había decido dejarla dar los pasos que tuviera que dar. Aunque se arrepintió. De no ser por su interrupción él habría podido terminar su dichoso acto.

—Guarda tus alas, preciosa, no las necesitarás. —gruñó Jonathan expresando odio en cada palabra.

Alina se acercó amenazante, sin embargo, Jonathan no se sintió como tal. Limpió su muñeca y guardó el cuchillo que sostenía en su mano.

—No le hagan daño. —les advirtió Alina. El rubio la volteó a ver directamente a los ojos y una conexión se sintió. Era como si algo los uniera o simplemente estuviese ahí sin ser apreciada.— ¿Quién eres tú?

El rubio iba a contestar pero Jonathan se le adelantó con una risa malévola. El rubio platinado se rascó el entrecejo y se acercó a Alina, se detuvo frente a ella e intentó posar su mano en su hombro. Ella retrocedió por inercia.

—Déjare que lo averigues. —musitó con una sonrisa terrorífica y escalofriante.

Jonathan pasó a su costado y salió de la habitación sin decir nada. Alina se quedó totalmente petrificada, sin mover ningún músculo se teletransporto a afuera de la casa, pero él ya se había ido. Jonathan Christopher había desaparecido tan rápido y sin dejar huella. A su mente vino el vivo recuerdo de la niña en aquellos brazos del rubio. En un segundo se devolvió a la habitación y se encontró con la misma escena de antes. El demonio sostenía a la niña sin siquiera moverse.

—Deja a la niña en el suelo. —le ordenó muy amenazante. El rubio asintió con la cabeza y lentamente fue dejando a la niña al suelo.— Ahora retrocede.

El rubio de ojos azules y tez blanca retrocedió sin provocarla, se apegó a la pared y esperó a que ella tomara a la niña para salir huyendo. Pero Alina no se dirigió a la bebé sino a él. Le puso la palma de su mano sobre su frente y cerró los ojos. Una incesante luz resplandeció de su mano, sin embargo no hizo absolutamente nada.

Alina se alejó de él con mucha confusión.

¿Por qué no había funcionado?

Ella tenía la capacidad y el poder de asesinar a un demonio. Algo que aparentemente no le había funcionado con el rubio frente a ella. Eso significaba que él no era un demonio.

Bravery [Alec Lightwood].Where stories live. Discover now