Capítulo 18:El regreso de Jace.

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La mirada de Gabriel se desvió hacia la herida del brazo y se la cubrió con su mano izquierda. Como si quisiera esconder aquella herida que parecían ser graves quemaduras, pero Alina ya la había visto y quería una explicación para eso.

Si Gabriel estaba lastimando a Jace no podía permitir que él permaneciese en su cuerpo más tiempo. Le había prometido a Jace que todo estaría bien con él y no planeaba defraudarlo.

—Nada. —murmuró Gabriel, después de unos segundos y alejó su mano de la herida.

La piel que anteriormente estaba aparentemente quemada ya se encontraba en buen estado. Lo había curado.

—Olvíde curarlo. —continuó él.— Pero tengo la gracia de Metatron.

—Jace es más importante, Gabriel. —gruñó Alina.

—¿Estás segura de eso? Porque si no me equívoco lo más importante es salvar al mundo. —Él esbozó una sonrisa malvada en su rostro.— ¿Vas a querer la gracia de Metatron o no?

—Sí. —Alina intentó olvidarse del tema de Jace.— Damela.

—Te la daré. Me iré y cuando llegue el momento regresaré para matarlo, ¿oíste?

El arcángel Gabriel seguía con su plan de asesinar a Metatron y Alina no encontraba alguna manera para hacerlo cambiar de opinión. Lo único que podía hacer era aceptarlo y después pensar en algo.

—Lo sé. —le contestó y vio como Gabriel sacaba un pequeño frasco del pantalón que traía Jace desde la semana pasada.

—Toma. —se la tendió.

Alina tomó el frasco con una sustancia celeste. Era la gracia de Metatron y se veía tan pura que Alina no estaba segura de que Metatron la mereciera.

—Gracias. —susurró a lo bajo mientras veía la gracia.

—Tengo que irme para hacer mis deberes como ángel. —comenzó a despedirse.— Dejaré este recipiente, pero vas a tener que curarlo porque su alma sufrió...

—¿Sufrió qué? —Alina se alarmó nuevamente.

—Este niño ya tenia sus problemas. —le informó.— Y estar en su cuerpo le hizo revivir algunos recuerdos que no quería ni siquiera ver.

—¿De qué hablas?

—Mientras yo ocupo su cuerpo, él está encerrado en sus recuerdos. Algunos son buenos, pero la mayoría son malos.

«Pobre, Jace» pensó Alina con el corazón en las manos. Nunca había sentido algo así al escuchar unas simples palabras. No podía imaginar siquiera que Jace estaba sufriendo ahí adentro.

—Entiendo. —murmuró a lo bajo.— Yo lo repondré.

—Estaré vigilándolos después de esto, Alina. Así, cuando termine todo vendré por Metatron. —le advirtió con mucha seriedad.— Y no puedes contarle a nadie sobre esto, ¿entiendes?

Alina asintió con la cabeza. Un poco insegura, pero no quiso contradecirlo.

—No vuelvas a invocarme. Yo volveré solo.

Y eso fue lo único que dijo antes de irse. Las paredes temblaron por unos segundos, seguido de ese molesto pitido y unas alas volando.

Jace cayó al suelo completamente desmayado. Entonces ahí fue cuando su cuerpo se vio como realmente estaba. Tenía unas ojeras enormes, sus labios estaban partidos y estaba más delgado de lo que ya era.

Ella debió haber supuesto que Gabriel no cuidaría de Jace como ella esperaba. Y en ese momento se arrepentía al ver a Jace en ese estado tan demacrado. Sin embargo, ella podía curarlo, de algún modo repararlo. Aunque eso le costase un poco de su alma angelical.

Como Alina no sabía en que estado se encontraba Jace exactamente se vio dispuesta a esperar hasta que despertara. Así que lo tomó con sus brazos, utilizando toda su fuerza, aunque Jace apenas pesaba unos treinta kilos o quizás menos. Lo puso sobre su hombro derecho mientras sostenía las piernas de Jace para que no se le resbalara y se lo llevo por el camino al dormitorio. Subió las escaleras con rapidez y de dirigió a su habitación, ya que desde que llegó nunca supo cuál ocupaba el rubio.

Lo dejó sobre su cama y miró preocupada. Llevó una de sus manos a la frente del joven, sintió su temperatura y estaba muy caliente. Tenía fiebre. Además de los daños emocionales que podría tener también tenía físicos.

No quería curarlo físicamente hasta saber cuánta energía necesitaría para curar esas heridas que Jace mismo se había provocado al estar poseído por un arcángel.

Y entonces recordó lo que hizo Izzy cuando la temperatura amenazó a Noora. «Para bajar la fiebre, el agua fresca sirve» supo que la única forma de hacer que a Jace se le bajara la fiebre sería metiéndolo en la bañera. O quizás sólo debía ponerle trapos húmedos en la frente, tal y como hizo Isabelle con Noora, pero era poco probable que lo ayudara con mayor rapidez.

Alina le quitó la ropa a Jace, dejándolo en solo unos boxers blancos y se lo llevó a la bañera.

Lo recostó ahí y abrió la llave del agua helada. Los músculos de Jace se contrajeron inconscientemente, pero no despertó. La bañera comenzó a llenarse, cubriendo el cuerpo de Jace. Alina le mojó el rostro al muchacho y lo llamó por su nombre para que despertara.

—Maldición... —susurró Alina al cerrar la llave de la bañera.

Sostuvo a Jace para que no se hundiera. Y sin ningún otro remedio se acercó al oído del rubio para susurrarle con profundidad:

—Despierta. Necesitas despertar, Jace, por favor. Abre los ojos.

Un jadeo salió de los labios de él, parecía estar despertando.

—¡Jace! —alzó la voz con fuerza.

Los ojos del rubio se abrieron de par en par, seguido de un grito desgarrador, tomó una gran bocanada de aire y miró a Alina con expresión de horror.

—Hey, tranquilo. Todo está bien. —se apresuró a decir con la voz suave.

—Alina... —la miró con los ojos llenos de lágrimas.— ¿Eres real?

—Soy yo. —le dijo ella con preocupación.— No es tu mente. Es real. Ya no estás en tus recuerdos, Jace.

—Por Raziel...

Jace se abalanzó contra Alina y la abrazó, sin importar que la estuviese mojando. Ella respondió al abrazo y lo apretó con fuerza. El muchacho estaba temblando, titubeaba de frío y no paraba de llorar. Alina quiso saber que había visto Jace en su cabeza, pero no quería apresurarse con él.

—Ya no llores. —le pidió ella.— Todo está bien ahora.

En los ojos de Jace no se reflejaba nada más que dolor y más dolor. En su cabeza había revivido sus recuerdos, pero se quedó trabado en uno de ellos.

En el peor.

Fue su muerte. La vez en la Valentine le apuñaló el corazón con la espada-alma. Lo seguía viendo una y otra vez. Era como una cinta rallada que volvía a repetirse sin parar.

—No puedo.

—Jace...

—Es horrible. —sollozó entre sus brazos.

—Lo sé. —intentó ponerse en su lugar.— Pero yo te ayudaré y quedarás como nuevo.

—¿Cómo, Alina? ¿Cómo?

—Eso déjamelo a mí.

***

Chaamaas, abrí un book de ideas, si les gusta escribir y no saben de qué o algún título o algo, son ideas en generalpasense por él está en mi perfil.

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Bravery [Alec Lightwood].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora