Epilogo

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Había trascurrido ya ocho años desde aquel desafortunado evento. Bill veía con melancolía la tumba de su hijo nonato que estaba junto al de John sentado en el pasto verde. Sentía que visitar y hablarle a los muertos era un mal hábito que era totalmente inevitable. Esta vez no hubo palabras, una conversación que le decía al aire, simplemente se quedaba mirando las tumbas con expresión vacía. No había nada que decir en realidad y lo mejor que podía hacer era estar ahí.

—Papi — sintió como le jalaban de la camisa y el sonrió un poco al ver a Wilp se abrazaba de su costado. El pequeño de cuatro años parecía calmarse cuando se aferró al cuerpo de su padre — ¿qué estás haciendo?

—Solo hago una visita— respondió— ¿Dónde están tu padre y tus hermanos?— hizo una pregunta para evitar que el menor lo hiciera primero.

—Están en casa, papá cuidando de Emily y Gustto está practicando tiro con la tía Wendy — explico — oh si, papá dice que vayas a la casa.

—Supongo que no tengo otra alternativa — le cargo en sus brazos — ¿crees que me regañara?— pregunto a modo juego y el pequeño castaño solo se encogió de hombros — tal vez, podríamos huir si quieres.

—No, no podemos— negó riendo mientras era llevado a la casa.

Si bien había tenido intenciones de tener otros hijos nunca considero que no tenía que esperar mucho tiempo, pues tras recuperarse del aborto quedo en estado de nuevo. En esa ocasión se había cuidado y con el apoyo de Dipper y sus amigos había tenido no solo un hijo, si no tres con el pasar de los niños. Incluso debía de admitir que le había cogido un gusto cuando Dipper entraba en celo.

Los niños parecían en su totalidad humanos, si no fuera por las astas que le habían aparecido. Emily al ser una chica no contaba con eso, por lo que su aspecto era completamente humano, o al menos daba esa sensación. Eso era lo poco que le importaba a Bill, los quería.

Como había dicho Wilp, Gustto estaba practicando con Wendy con el arco. Sabía que en un futuro su hijo sería un buen cazador como él; al entrar a casa encontró a Dipper cargando mimosamente a su hija que era una bebé.

—Mi bebé está más grande— comento Bill llamando la atención a su esposo y recibiendo un puchero de su hijo.

—No soy un bebé— se quejó mientras Bill le bajaba— ¿puedo ir a ver como entrena mi hermano?— pregunto

—Claro— asintió viendo como su hijo no tardo en salir de la casa— es un grosero— se quejó.

—Creo que eso es de familia — ahora el que recibió una mirada de reproche por parte del rubio que se acercó para estirar sus brazos. El no tardo en captar el mensaje y le dio a la bebé que cargo con cuidado— ¿fuiste a ver las tumbas, verdad?— pregunto.

—Tengo que ir— acariciaba las mejillas suaves de su hija.

— ¿Te sientes culpable?— Bill negó y se acercó para darle un casto beso en la boca.

—Me hace valorar lo que tengo ahora— sonrió con tranquilidad disfrutando de la paz con la que ahora vivía en el bosque.

Fin.

Queridos lectores:

Hoy es tiempo de despedirnos de esta historia en las cuales todos nosotros fuimos participes. Porque no, no fui solo yo quien hizo esta historia, ustedes han contribuido también con su apoyo, con sus votos y los comentarios que han dejado y que me han motivado a seguir adelante.

No diré que esto sea una despedida, todavía tenemos muchas historias que contar y sin duda sentiré una enorme dicha al saber que contare con su apoyo que me impulsa a seguir adelante.

Nos vemos en la próxima historia.

om/'

En el bosqueWhere stories live. Discover now