d o s.

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—¿¡De verdad te dijo eso!?

Sunhee miró a los lados y llevó su dedo índice a la boca de su mejor amiga. Milagrosamente, las personas de su alrededor no se habían percatado del tono tan alto de la chica.

—No hables tan alto, por favor.

Youngmi se acercó un poco más a la pelinegra, avergonzada. Solía hablar muy alto, y más cuando se sorprendía.

—Lo siento, Sunhee—suspiró mientras hablaba de nuevo—Es sólo que... No puedo creer que ese chico haya sido tan grosero—se cruzó de brazos.

Sunhee jugó con sus dedos.

—Yo menos...

La castaña observó lo triste que estaba. Casi nunca la veía tan decaída, así que sobó la cabeza de su mejor amiga con su mano y, a los segundos, la tomó del mentón para levantar así su cara.

—¿Sabes qué?—sonrío con determinación—No perdamos nuestro preciado tiempo hablando de el chico grosero. Tus manos pueden hacer un dibujo más precioso que el anterior, así que cambiemos de tema.

Sunhee sonrió automáticamente y asintió con la cabeza. Youngmi siempre lograba hacerla sentir mejor y lograba hacer que sonriera.

—Ahora dime, ¿qué piensas hacer con eso?—señaló la identificación que Sunhee había encontrado en el metro.

Youngmi la tomó y la observó detenidamente. Parecía que la estaba estudiando la tarjeta por completo, sin querer perderse ningún detalle.

—Es lindo—entrecerró un poco los ojos, analizando la foto del chico—Muy lindo, ¡es adorable!—chilló—Deberías entregársela.

—Tal vez lo vea hoy en el metro, quién sabe—elevó sus dos hombros, restándole importancia.

La otra chica rodó los ojos.

—Si tú dices—le devolvió lo que tenía en sus manos—Sólo espero que se la devuelvas al pobre.

[...]

—Sunhee, apresúrate—Youngmi movió su hombro rápidamente de manera desesperada. 

—Por el amor a Dios, espera.

Apenas terminaba de anotar lo que estaba en la pizarra pero Youngmi no parecía querer esperar más tiempo. 

Al escucharla, se alejó y se quedó al lado de su mejor amiga, esperando de manera impaciente mientras chocaba su pie contra el suelo, produciendo un sonido molesto que colmaba la paciencia de cualquiera a su alrededor.

Sunhee no pudo aguantar el soltar un bufido largo y, con rapidez, cerró el cuaderno. Esa situación se repetía frecuentemente, siempre después de que terminaba de última clase del día.

—Vamos—Sunhee guardó las cosas en su mochila y la colocó en su espalda.  

Youngmi sonrío victoriosa. Siempre lograba molestarla o fastidiarla hasta conseguir lo que quería, era demasiado energética e incluso fastidiosa.

Las dos chicas caminaron hasta la salida del instituto. 

—Ni siquiera sé porque te desesperas tanto si no nos vamos juntas—le recordó Sunhee—Es más, nos vamos por caminos distintos. 

Youngmi comenzó a reír. 

—Qué mala eres—carcajeó—Nos vemos mañana, enana. 

La castaña sacudió su mano en el cabello de Sunhee fuertemente y comenzó a caminar en sentido contrario al que se iba la de menor estatura. 

—¿Acaso ella no entiende que no soy un perro para que haga eso?—bufó y comenzó a caminar hacia la estación del metro, peinando el desastre que tenía el cabello gracias a que su mejor amiga lo había sacudido sin piedad, provocando que se despeinara un montón.

Al llegar, se sentó en una de las sillas. Comenzó a balancear sus pies, ya que no llegaba a tocar el suelo con ellos, mientras esperaba a que llegara el metro que debía tomar.

Antes solía venir con Youngmi y se iban juntas, pero desde casi ya un año y medio que la nombrada comenzó a ir y a participar en actividades que consumían la mayor parte de su tiempo; así que Sunhee prefería no agobiarla exigiendo atención.

Al cabo de unos minutos, Sunhee se levantó y se dirigió al metro para entrar en él. 

Rápidamente, al entrar, miró a los lados y divisó al mismo chico que había visto el día de ayer.

Qué suerte tengo.

Él, discretamente, miraba el suelo en busca de algo. Sus dos manos estaban entrelazadas y mordía su labio inferior.

Sunhee podía ver la frustración del chico desde su lugar, así que pensó por unos segundos y, al estar decidida, se acercó lentamente a él. La verdad es que era bastante tímida, y hacer esto le costaba un montón.

Increíblemente, a parte de ser una amargada, era tímida. Así que hacer amigos no era lo suyo.

—Park...—alzó un poco la voz, ya que estaba hablando muy bajo—¿Park Jimin?

Él levantó su mirada hacia la chica y la miró confundido, sin entender cómo ella sabía su nombre.

—Ayer encontré esto—Sunhee sacó la identificación de su bolsillo y se la entregó—Supongo que si es tuya.

La cara del chico pareció iluminarse cuando vio lo que ella tenía en la mano. Era justamente lo que él estaba buscando con desesperación. 

Él la tomó con cuidado y volvió a mirarla.

—Muchísimas gracias—su voz reflejaba alivio.

—No hay de qué.

—No, es en serio—sonrió—Me salvaste el pellejo. Muchas gracias.

Ella soltó una pequeña risa al notar lo adorable que era él. 

—De nada, Jimin.

Al terminar de pronunciar aquello, los dos se quedaron en completo silencio, sin saber qué decir.

Sunhee se alejó velozmente de él a los segundos, sentándose en uno de los puestos vacíos del lugar. Él le miraba de vez en cuando. 

Ella sentía que iba a vomitar el corazón; le había hablado a un chico desconocido, lo había "ayudado" y ahora él no paraba de mirarle. Quería irse corriendo a su casa, se sentía incómoda.

El metro paró en una estación. Jimin se levantó de su asiento y se dirigió a las puertas para salir.

Él elevó su mano y se despidió de ella con una sonrisa de par a par. Y antes de que ella pudiese alzar la mano para despedirse, las puertas se cerraron.

Será para después. 

Subway↠p.jiminWhere stories live. Discover now