c i n c o.

9.9K 1.3K 171
                                    

—Demonios—se quejó—¡Apresúrate!

Youngmi llevaba más de cinco minutos luchando con una maquina expendedora y a la pelinegra se le estaba acabando la paciencia.

—No, Sunhee—chilló mientras negaba con su cabeza—No me iré hasta que esta cosa me dé mis papas.

Sunhee rodó los ojos. Se supone que Youngmi iría con ella a la estación de metro ya que hoy se habían pospuesto sus clases de piano, y ya se les iba a hacer tarde. Sunhee no quería perder el metro.

La pelinegra movió a la chica hacia un lado y se colocó en frente de aquella maquina pensando en qué debía hacer para resolver el problema. Desesperada, le dio una patada, quizás muy fuerte, a la cosa de metal y las papas salieron a la vista.

Youngmi se apresuró y las tomó.

—Eres la mejor, muchas gracias, Sunhee—abrazó fuertemente a la chica mientras saltaba. 

Sunhee sintió un alivio al saber que ya se podían ir, por lo cual no había terminado de asentir con su cabeza cuando tomó a Youngmi de la mano y la llevo casi a rastras detrás de ella.

De verdad que se les estaba haciendo tarde.

A los pocos minutos, llegaron realmente agitadas y se dirigieron al montón de gente que estaba subiendo al metro.

—Maldición—Sunhee respiró fuertemente tocando el pecho con su mano. Le costaba un poco respirar.

—Tu fuiste la de la idea—Youngmi abrió la bolsa de papas—Si fuera por mí, no hubiéramos corrido.

—¿Y tener que esperar otro treinta minutos a que llegara el metro? No, gracias.

—¿No será que lo que te tenía preocupada era no ver a Jimin?—contraatacó Youngmi.

Sunhee se sonrojó rápidamente y negó con su cabeza.

—Hay que oír las locuras que dices—miró hacia otro lado.

Youngmi no pudo evitar el reír a carcajadas al ver la reacción de su amiga. Juntas, entraron al metro y se sentaron en unos asientos libres.

Sunhee comenzó a mirar a los lados, de manera discreta.

O tal vez no tan discretamente.

—Está por allá—señaló Youngmi con su meñique, mientras llevaba una papa a su boca.

La pelinegra miró a la dirección que había señalado su mejor amiga, sin sentirse avergonzada, y vio a Jimin sentado junto a un chico que siempre solía estar con él. Comenzaba a darle curiosidad el saber si era mejores amigos o qué.

—Deberías preguntarle a Jimin sobre ese chico, de mi parte—opinó Youngmi.

Sunhee negó con su cabeza y comenzó a reír. Le causaba gracia que su mejor amiga dijera lo primero que llegaba a su cabeza, sin sentir vergüenza o algo parecido.

—¿Qué?—preguntó confusa—Es lindo—se defendió. 

La pelinegra rápidamente levantó ambas manos.

—Yo no dije lo contrario—comentó divertida.

Youngmi se removió en su asiento y siguió comiendo de sus papas.

La pelinegra se dedicó a mirar cada movimiento de Jimin. El nombrado le mostraba un cuaderno a su amigo. 

Por la mente de la chica se cruzó la idea de que ellos dos estuvieran hablando sobre tarea.

—Es la primera vez que te veo interesada en un chico, voy a llorar—interrumpió mientras limpiaba unas "lágrimas" falsas de sus mejillas y fingió sollozos.

—¡Que no estoy interesada en el!—Sunhee susurró enfadada.

—Bueno, si tú dices.

Youngmi aprovechaba de molestarla frecuentemente con eso, y la verdad es que a Sunhee sólo le causaba gracia, pero que lo repitiese a cada segundo hacía que se volviera algo frustrante. 

¿Acaso esas papas son infinitas o qué? Pensó al ver que su mejor amiga seguía devorando aquella bolsa de papas que parecía no tener fin.

Pasaron unos cuantos minutos y las puertas se abrieron en la estación de Jimin. Él se levantó rápidamente con su amigo y caminaron hasta una de las puertas.

Jimin observó a Sunhee por un momento y se despidió de ella con su mano mientras le regalaba una sonrisa.

Sunhee se apresuró en despedirse para que no sucediera lo mismo de la vez anterior. Youngmi, por su lado, observaba todo con una sonrisa cómplice en su cara. Le causaban ternura.

—Qué lindo. Se despidió de ti—fastidió de nuevo.

Sunhee cerró los ojos tratando de calmarse y comenzó a mirarla, buscando piedad.

Ya ni siquiera se quería tomar el tiempo de regañarla, ahora lo único que quería hacer era averiguar si su mejor amiga tenía corazón para que así dejase de burlarse tanto.

La castaña volvió a reír. Adoraba molestar a su mejor amiga, sobre todo porque no era muy difícil hacer que Sunhee se enojara.

Las miradas de las dos chicas se centraron en los asientos que antes estaban ocupados por los dos chicos.

—¿Qué es eso?—señaló Youngmi con curiosidad.

Sunhee entrecerró los ojos, tratando de adivinar qué era lo que estaba en el asiento, aunque su vista no le estaba ayudando tanto.

 Se levantó rápidamente, dejando sus cosas a un lado. Su curiosidad también había despertado.

Caminó y, al acercarse, visualizó un cuaderno, el mismo cuaderno que Jimin le estaba mostrando a su amigo.

Ella suspiró y negó con su cabeza mientras lo tomaba entre sus manos. Estaba realmente convencida de que él era la única persona que conocía que era así de descuidada, ni siquiera la propia Youngmi era así.

Volvió a su asiento con el cuaderno en la mano.

—¿Es de él?—preguntó Youngmi mientras Sunhee se sentaba de nuevo. Ella sólo se encogió de hombros.

Abrieron el cuaderno y pensaron que la primera hoja estaba en blanco, hasta que visualizaron unas letras en la esquina inferior derecha.

"Park Jimin"

—Sí—contestó finalmente Sunhee.

—Por fin he encontrado a alguien más descuidado que yo.

Era cierto, la chica era muy despistada y distraída, pero de verdad que Jimin no tenía comparación.

Sunhee comenzó a hojear las páginas, sólo por curiosidad. La letra del chico era descuidada, pero tampoco eran unos jeroglíficos imposibles de leer.

—Se me hace que deja sus cosas sólo para acercarte a ti—bromeó Youngmi.

Sunhee negó con la cabeza riendo por las cosas que decía su mejor amiga, pensando que eran locuras. Aunque por un momento la chica se sintió nerviosa al imaginar que eso fuera cierto.





Subway↠p.jiminWhere stories live. Discover now