Votos de fe

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Pov' Christian.

— ¿Vamos al cine? —Le pregunto al ver que está nerviosa luego del examen, no sé porque se pone tan nerviosa si es muy inteligente, ni siquiera las personas que no estudiaron se encuentran tan nerviosas.

— ¿Quieres que vaya al cine con lo preocupada que estoy? —Me observa desbordante de ironía, la verdad es que si, si quiero que salgamos para así poder pensar en otra cosa que no sea en ese examen del mal.

—Si eso mismo —agarro mi bolso listo para irme, la conozco bien y sé que no rechazara la oferta de ver una película y probablemente comer pizza luego de que la misma termine.

Me alcanza. —El que invita paga, Sr Grey.

—Si te estoy invitando es lógico que pienso pagar ¿no? —la rodeo con el brazo antes de despeinarla, me gusta mucho fastidiarla, en especial cuando rueda los ojos.

—La única condición es que no veremos nada de matazones ni de carros, la temática de Rápidos y Furiosos se me hace absurda y sin sentido —ya me lo veía venir, a ella le encantan las cosas de zombies y fantasía, incluso un poco de ciencia ficción pero le nombras autos y armas y te vuelves su enemigo de por vida.

—Vale, pero tampoco nada de romances cursis, nada parecido a Yo antes de ti, Orgullo y Prejuicio, Titanic... Nada que me provoque diabetes, por favor —la vez que vimos El diario de Noah lloro tanto que creí que se deshidrataría o inundaría la habitación.

— ¿Qué tal una de terror? A ambos nos gusta pelear con las preguntas estúpidas que hace la víctima, es que, ¿quién rayos pregunta "¿quién anda ahí?" como si el atacante fuera a responder? Creo que solo ellos.

—Por mi está bien, además de que si gritas nadie podrá escucharte por los gritos de los demás, miedosa.

— ¿Miedosa yo? Querrás decir tu, no hay nada que asuste a Sophie Powell, soy como cuatro, o sea que solo tengo cuatro miedos.

—Me encanta cuando te pones odiosa, en serio que si —ambos nos reímos.

Llego a buscarla y me encuentro con Abby en el porche de la casa de brazos cruzados, apenas son las 16:00 pero conociendo a Abby querrá que estemos de regreso antes de las 21:00, me acerco a ella.

— ¡Hola Abby!

Me toma por la manga de la camisa y me arrastra hasta la parte trasera de la casa, ¿y ahora que hice para merecer esta grata bienvenida?, no es que me este quejando ni nada, es solo que a todos les gustan que los traten así ¿no?

—Espero que tengas claro que si lastimas a mi hermanita —suelta la manga de mi camisa—. ¡Te mato! Y no de una forma rápida, sino de una forma lenta para que disfrutes cada segundo de agonía

—Lo sé y no es lo que tengo en mente —me arreglo la camisa—. ¿Por qué?, ¿Es que acaso ahora desconfías de mí?

—Mira no es que no confíe en ti el problema es que.... Tienes razón no confío en ti, eres un chico y por más de que digas que la quieras tienes deseos, y mi hermana no es precisamente un sapo que digamos —vaya Abby, no me había dado de cuenta que tu hermana es muy bonita con sus mejillas sonrojadas y sonrisa de niña malvada—. Y si me entero de que te estás acostando con ella, vas a conocerlo que es el dolor, y no son simples amenazas Christian, Sophie lo es todo para mí.

— ¿De qué estás hablando, Abby? Sophie y yo no nos atraemos de forma sexual, no es que sea poco atractiva ni nada de eso, solo no la veo de esa forma.

—Siempre decimos eso y luego sabes en que terminan, por eso te dejo en claro que no quiero que la palabra sexo te pase por la cabeza mientras estés con ella, ¿me supe explicar?

Mil Palabras Por Decir Where stories live. Discover now