¿El Yeti no era un leyenda?

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Niña hermosa que me humillas

Con tus ojos grandes, bellos:

Son para ellos, son para ellos

Estas suaves redondillas.

Son dos soles, son dos llamas,

Son la luz del claro día;

Con su fuego, niña mía,

Los corazones inflamas.

Y autores contemporáneos

Dicen que hay ojos que prenden

Ciertos chispazos que encienden
Pistolas que rompen cráneos.

Tú eres mío, tú eres mía,

de Rubén Darío

Pov' Christian.

¿Es Sophie la que está con el infeliz de Gabriel? No, me niego a creer que mi suerte sea tan mala y mi karma tan grande, bueno, no creo que Karma ya que según yo, no he hecho nada para merecerme un castigó del universo. Gabriel, él que fingió ser mi amigo y se lío con Lisa, mi novia e hizo cosas que desearía poder olvidar. Es una historia que prefiero omitir, ya que se podría decir que es un cliché social, lo que si me importa es que Sophie no sea engañada por sus artimañas bien diseñadas y su actitud de: Todas las chicas son hermosas, pero no me gustan las bajitas, las de cabello rizado, las que tienen cicatrices, de ojos cafés, con estrías... Me gustan las mujeres de catálogo de ropa interior. Todavía me pregunto cómo pude ser amigo de ese idiota.

— ¿De qué quieres hablar? —Me devuelve a la realidad la voz de Sophie, esa voz que usamos solo para hablarnos a ambos.

— ¿Sophie, en qué estabas pensando? —Me aseguro que la puerta del cuarto de Dan éste cerrada. Abby cree que estamos en una especie de salida al cine así que en teoría tenemos algo de tiempo. —Tu hermana me ha llamado preguntando por ti, ya que supuestamente estamos juntos cuando yo no tenía ni idea de que lo estábamos, ¿te parece hablar sobre eso?

— ¡No hubiera mentido si tú, Christian Collins no fueras una mierda de mejor amigo! —Grita mientras agita las manos en un gesto exagerado, ya no está hablándome de forma dulce—. Llevamos casi dos semanas desde la última vez que hicimos algo los dos juntos, sin que Megan se interpusiera.

— ¡Eso no es verdad! —Me acerco a ella y noto el olor a alcohol que emana de su respiración, ¿ah estado bebiendo?—. ¿Estuviste bebiendo, Sophie Powell?
Ésta parece indignada con mi pregunta—por supuesto que no, no seas ridículo.

Le levanto la barbilla con un pulgar y justo cuando va a quejarse el olor la delata—se nota que no lo hiciste —digo sarcástico, me saco del pantalón un paquete de caramelos de menta Tic Tac y se los ofrezco.

— ¡Perfecto, ahora me apesta la boca! —Toma los caramelos de mala gana—. ¿No quieres sugerirme también un baño?

—Después, ahora explícate —me cruzo de brazos, no quiero pelear con ella pero miente de forma muy descarada. —Sophie si me hubieras dicho que querías irte de fiesta con Max no me habría opuesto a mentir por ti, y lo sabes.

—Tú estabas con Megan —responde haciendo un tono irritable al pronunciar su nombre— y por si se me olvida también estaba el niñito ese —agita una mano en el aire—. Y ya que ella es el fuego que prende tus cenizas no me tome la molestia de intentar que te fijaras en mí, la mejor amiga echada a un lado.

Okay, eso de que la eche a un lado sí me ha sorprendido, no pensé que se sentía así—Sophie yo no te he hecho a un lado, pensaba ir a conocer a Christopher no más el hermano de Megan terminara su helado —convencerlo no fue muy fácil que digamos.

Mil Palabras Por Decir Where stories live. Discover now