Mascaras de polvo y piedra

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Me miro de nuevo en el espejo comprobando que no se noté que he pasado la mayor parte de la noche despierta, y sí, una de las razones fue Christian pero la otra fue pensar en todas las cosas que vivimos Zach y yo, cosas buenas y cosas que jamás le desearía a ninguna mujer. Y sin importar cuántas veces me repita que él ya no está en mi vida recuerdo cada diminuto golpe en mi clavícula, la sensación de asfixia al tener sus manos sobre mi cuello, la mirada de tristeza de Abby al decir que yo misma lo había hecho. En las últimas semanas esa tortura psicología se ha identificado, nuevos recuerdos aparecen —o eso creo—, nuevas distracciones para mí ya desastrosa mente.

El celular suena con un ritmo violento y fuerte, del clásico metal, atiendo la llamada al ver que es Mónica.

<<Bombosito, ¿ya estás listas?>>

<<Claro, ya bajo mi bella gótica. >>

Escucho reír a Mónica a través del celular, de seguro la acompañan Valery y Keira, Samantha por otro lado ya debe de haber llegado al instituto con su novio el mudo —le decimos el mudo porque jamás nos dirige la palabra para otra cosa que no sea preguntar por Samantha—. Y Candy debe de andar aún más enojada conmigo de lo normal.

Me despido de Abby con un millón de besos en su mejilla en agradecimiento por el desayuno, salgo de la casa. Bolso y el millón de libros del instituto a mano.

Mientras me acerco al envejecido vehículo noto las miradas de desaprobación de las cuadro chicas, para mi sorpresa Candy está con ellas.

— ¿Qué horrores crees que haces? —Keira parece a punto de desmayarse—, ¿dime que no piensas ir así al instituto?

— ¿Así cómo? —Arqueo una ceja curiosa—, llevo mi uniforme, libros y bolso así que voy como se supone que debo de ir.

— ¿En dónde está tu maquillaje? ¿Qué le sucede a tú cabello? Parece que un nido de mapaches viviera en el... ¡Por dios bendito, Sophie! —Keira solo menea la cabeza en desaprobación.

—Con lo que gasto en cremas para el acné no me queda nada para el maquillaje —respondo irritada—. Y los libros no es como si los regalaran, mira que para comprar uno tengo que vender hasta las uñas.

—Solo diré que ya sé la razón por la cual Christian te dejo en la friendzone —rueda los ojos Valery—. La pinta de vagabunda que llevas siempre no te ayuda, ni siquiera Mónica es así.

— ¿Disculpa? A mí me perece que luce bien con su estilo medio descuidado —se encoje de hombros Mónica—, luce guapa a su manera natural.

—Ninguna mujer es lo suficientemente guapa como para no requerir ni una pizca de maquillaje —responde Candy a la defensiva.

—No me importa mucho como luzco, no desde hace un tiempo y no creo que ahora comience a importarme —me acerco a la puerta del vehículo hasta que Valery y Keira me toman por los brazos. — ¿Qué creen que hacen?

—Me lo agradecerás luego —Valery hace un gesto con la cabeza a Candy y a Mónica antes de que ambas me sujeten por las rodillas y entre todas me obliguen a volver a la casa. Keira abre la puerta con dificultad debido a mis múltiples protestas, cualquiera que viera la situación pensaría que ese grupo de chicas intenta secuestrarme o algo por el estilo, por lo menos a las victimas las dejan caminar y no las llevan como si fueran un costal de papas vestido de colegiala.

— ¡Suéltenme ahora mismo, carajo! —Grito mientras me suben por las escaleras, Abby sale de la cocina al escuchar mis gritos, arquea una ceja y se cruza de brazos expectante. — ¿Debo de preocuparme?, ¿Es esto parte de la amistad entre las chicas actuales? Porque si es así me comprare un libro de autoayuda para madres solteras en esta época —suspira—. Supongo que dirá cosas como: "El adolescente te mentira y guardara secretos, pero no te preocupes, es normal que ha esta edad oculten cosas de su sexualidad, amistades, parejas, calificaciones... Todo lo que debes de hacer es tener paciencia y crear un aura en la que el joven adulto se sienta capaz de intimar con libertad, convierte en su amigo". Luego cuando las tácticas clichés no funcionen me volveré la mala de la película decomisando tu laptop, tablet, libros, ¡pod...

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