S I M P L E M E N T E E S A M O R.

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Tomé el teléfono que durante todo el viaje lo mantuve apagado, no sabía si mis padres vieron el mensaje que dejé, o si Victor mandó un texto para dejarme más tranquilo.
Al encenderlo, lo primero que pasó fue un ataque de 20, 000 llamadas y 100, 000 textos de parte de mi familia.

Apreté el teléfono fuertemente como si se tratara de un tesoro y abrí mensaje por mensaje. Estaban realmente preocupados, fue una locura viajar de esta forma, pero mi instinto me dicta una cosa totalmente fuera de la razón.

Pasé mis manos por mi vientre, sintiendo la enorme barriga que tenía ya, pensando en mi pequeño/a que nacería pronto. Estoy tan ansioso de que esté en mis brazos, de que conozca a su padre y sea amado por ambos. Pero por ahora no será posible, pero lucharé porque se haga realidad.

—Toma un poco de café —ofreció Otabek sentándose a mi lado.

Lo tomé agradeciendo, dando un gran sorbo para sentir el líquido cálido pasar por mi garganta, saboreando esa amargura que tranquiliza. ¿Hace cuanto que no bebo un café? Realmente lo necesitaba con urgencia.

—Sobre él... —rompió el incómodo silencio que se estaba formando. Sabía a quien se refería, pero no sabía cómo explicar la situación en la que nos encontrábamos.

Otabek quedó en silencio, dejando las palabras al aire con su oración incompleta. Él no era el tipo de persona que socializaba con alguien a la ligera, intentamos hablar varias veces en el pasado después de la final del Grand Prix, pero la situación era totalmente diferente y se notaba que quería ser amigo únicamente de Yurio, pero ahora se el motivo con más claridad.

—¿Crees que lo del padre de Victor sea cierto? —si bien, sé que Yakov no sería capaz de mentir, mucho menos en algo tan importante. Pero las dudas siempre surgen y los miedos se apoderan de los corazones de las personas. Quería creer con toda mi alma que era por culpa de su padre que Victor no podía volver a mi lado, pero sus expresiones y actitudes en los últimos meses en los que estábamos juntos me hacía dudar, sentir un tanto inseguro y no querido.

—Quien sabe —y volvió el silencio, sabíamos que pensábamos lo mismo. Qué esto era cosa de las situaciones que se iban dando y no del destino. Sabíamos que era más fácil creer en una mentira bien inventada, casi como una verdad fantástica, que pensar en muchos pretextos. Pero es inevitable no hacerlo, es decir, muy independiente de la versión de Yakov, puede que las promesas de Victor sean falsas, pero no lo creo tan fácil.

Pero las brechas que Victor dejó con su pasado. Como si quisiera que nadie a parte de él y los involucrados supieran. Me mantenía desconcertado, preocupado. Aún hay muchas cosas escondidas. Yakov contó lo que sabía del pasado de Victor, su parte y algunas vivencias entre ellos que más tarde nos contaría, pero no me siento tranquilo.

Necesito vivir lo que Victor vivió. Quiero entenderlo mejor, quiero que seamos uno de muchas formas, porque es la única persona a la que podría amar con tanta fuerza.

...

—Joven Victor, su madre le está esperando en la estancia —Larisa se acercó discretamente a donde estábamos. Ella sabía perfectamente la situación en la que estábamos, lo había visto muchas veces antes de que me fuera de casa.

Mark se fué como si nada hubiera pasado, entrando a su habitación como si no existiera la presencia de alguien cerca. Lancé un suspiro de frustración, pasando la palma de mi mano por mi frente, echando el flequillo por detrás, sintiendo como caía rápidamente acomodándose en el mismo sitio.

Al menos no terminó a golpes, sinceramente me esperaba algo peor. Como siempre había sido, confrontación y un golpe de gracia, llevándonos a caóticos y grandes problemas.

Con una gentil sonrisa, tratando de controlar esos impulsos asesinos, fui directo a donde se encontraba mi madre. Tengo entendido que hoy llegaría Katia y que por órdenes de mi padre, tengo que recibirla.

Lancé un largo y pesado suspiro, mirando con desdén a la mujer que me dió la vida. Se veía triste, melancólica y angustiada, ella miraba a la ventana con los ojos caídos y la cara seria. Pareciera que quería llorar.

—Madre —me acerqué a ella tomando sus manos. De inmediato se giró a mirarme asustada, preocupada. Sentía que quería decirme algo importante, algo que no debería perderlo. Pero no dijo nada, simplemente se quedó mirándome fijamente con las palabras atoradas en la garganta. Sus manos estaban frías y temblaban. Algo andaba mal, pero no la iba a obligar a que dijera algo.

De pronto, el timbre de la puerta resonó en toda la estancia, anunciando la llegada de Katia. Le sonreí pesadamente, tratando de pensar en un plan de salir huyendo.

Nos dirigimos a la puerta en silencio, mientras que madre se aclaraba la garganta y trataba de respirar hondo. Fui yo quien abrió la puerta, encontrándome con Katia y su padre, que nos miraban sorprendidos y podría decirse que gustosos de verme recibirlos.

Katia había cambiado bastante, según recuerdo tiene la edad de Yuri. Ella vestía un largo vestido celeste, su cabello estaba recogido en una coleta baja de lado, mostrando su cuello. Sonreía con suficiencia y alegría, como si hubiera olvidado todo lo que pasó hace años, un poco antes de que me fuera de casa.

—Cuanto tiempo, Victor —saludó tranquilamente. Miré a mi madre, ella estaba pálida y sin decir nada. No los miraba y no me miraba, algo realmente malo estaba pasando, no era necesario hacermelo saber, cualquiera se daría cuenta.

...

Era una pista de hielo, de eso no tenía duda alguna.

Madre y yo entramos en silencio, pero agarrados de la mano. Ella pidió un par de patines para mí y otros que iba a utilizar. Me ayudó a colocarlos y amarrarlos. Y una vez listos fuimos a la pista.

Madre fue la primera en entrar, manteniéndose de pie como si fuera el suelo de concreto. Creyendo que sería tan fácil, entré sin querer ayuda de alguien, lamentablemente me di el sentón de mi vida.

Me estuvo ayudando a mantener el equilibrio y a poder deslizarme por mi cuenta. Cuando por fin lo había dominado, ella me dejó unos momentos.

Se deslizaba como toda una profesional, como si fuera corriendo. Y sin previo aviso, dio un salto de tres giros, cayendo perfectamente con un pie.
La gente que estaba mirando comenzó a aplaudir, y ella seguia dando saltos y saltos, clavándolos sin problemas.

De pronto, la ví detenerse para platicar con alguien. Era un señor grande y medio calvo, con una cara extraña, parecía que conocía bien a madre. Me acerqué para escuchar su animada plática.

—¿Cómo has estado, Maribel? ¿Qué te trae por aquí?

—Muy bien, Yakov. Estoy aquí para celebrar el cumpleaños de mi hijo mayor. El más pequeño se tuvo que quedar en casa —realmente parecían muy buenos amigos.

—¿Hijos? Quisiera conocerlos —dijo sin expresión alguna en su rostro.

Me posicioné, detrás de madre para poder verlo mejor. Ella se giró para asentir y sonreír, dándome un empujoncito para estar frente a ese hombre.
Si lo saludaba como lo hacía con las personas importantes de las reuniones y fiestas de negocio, no habría tanto problema.

Pero inesperadamente, él hombre que según había oído tenía por nombre u apellido Yakov, se inclinó para quedar a mi estatura. Pasó su mano por mi cabeza despeinandome.

—Te pareces tanto a él —dijo por fin—. Es un gusto, Vitya.

La primera vez que lo veo y hablo con él y me llama por diminutivo. Ese hombre es muy extraño, no lo comprendo.

Asentí sin saber que contestar, esa persona me intrigaba.

Quien iba a decir que Yakov se convertirá en un segundo padre para mí, él me enseñó muchas cosas nuevas y cosas que había descuidado, pero sobre todo me enseñó a vivir, a ser un humano completo.

Hola!
Uff quedó bien, quedó bien (?

Espero que sí porque solo las puedo escribir en la noche antes de dormir.
Traté de cambiar un poco más la narración, no quedó tan mal (?

Gracias por leer ♥

Hanarezuni soba ni ite / Sólo quedate a mi lado (Yuri On Ice)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang