Capítulo 17

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Jason y Valeria se subieron al todoterreno y a Valeria le extrañó que ambos fueran solos en el vehículo, no había ni rastro de Vladimir ni de Klaus, pero el resto de los agentes se mantenían en sus puestos rodeando el edificio.

Valeria se dedicó a observar a Jason durante lo que duró el trayecto en coche mientras que Jason trataba de concentrarse en la carretera y evitaba mirarla. Lo único que quería era estrecharla entre sus brazos, pero temía que Valeria le rechazara, pues la notaba muy fría y distante.

- ¿A dónde vamos? - Se oyó preguntar Valeria.

- Vamos a un restaurante a las afueras de la ciudad, es una pequeña masía restaurada y estoy seguro de que te gustará.

- ¿Celebramos algo? - Preguntó Valeria.

- No exactamente, pero tenemos que hablar.

El tono que utilizó no le auguró nada bueno a Valeria, pero sabía que tenía que enfrentarse a ese momento por mucho que le doliera, ya sabía que no iba a quedarse en casa de Jason para siempre, ella solo estaba de paso hasta que César Merino dejara de amenazarla y, estando muerto, ya no iba a amenazarla nunca más.

Jason continuó conduciendo hasta que, a las afueras de la ciudad, tomó un desvío y se adentró en un camino rural. Pocos minutos más tarde llegaron a una pequeña explanada donde se situaba una antigua masía del siglo XVIII. Jason aparcó a pocos metros de distancia de la puerta, bajó del coche, lo rodeó y abrió la puerta del copiloto para ayudar a salir a Valeria. Le tendió la mano y Valeria salió del vehículo quedándose frente a él. Jason la agarró por la cintura y la estrechó contra su cuerpo para abrazarla, necesitaba su contacto casi tanto como el aire para respirar. La besó en los labios con dulzura y Valeria se tensó pensando que probablemente aquel fuera el último beso. Jason notó la tensión en el cuerpo de Valeria y la abrazó con más fuerza, no quería separarse de ella.

Entraron en la masía y el maître, que conocía a Jason, lo saludó amablemente:

- Señor Smith, me alegro de verle y tan bien acompañado. - Añadió al ver a Valeria.

- Gracias, señor Ruiz. - Lo saludó Jason estrechándole la mano y acto seguido rodeó la cintura de Valeria con su brazo, pegándola a él. - Hemos decidido venir de improviso y no tenemos reserva, ¿hay algún problema?

- Ninguno, para usted siempre hay sitio. - Le aseguró el maître. - Tenemos un reservado donde podrán cenar tranquilamente y con mayor intimidad.

- Muchas gracias, señor Ruiz. - Agradeció Jason.

El maître les guio hasta a uno de los salones privados. Valeria se fijó en la estancia, tan solo estaba amueblada por una pequeña mesa redonda de comedor, dos sillas y un sofá de dos plazas. Unas cuantas velas colocadas estratégicamente iluminaban el salón y le daban un aire romántico y erótico.

- Pueden acomodarse. - Les indicó el maître. - En seguida regreso con la carta. ¿Quiere que avise a Kate de que está usted aquí?

Jason se paró a pensarlo durante un instante. Miró a Valeria, no sabía si era buena idea que conociera a Kate, no quería asustarla y, conociendo a Kate, era capaz de someterla a un tercer grado. Pero tampoco podía irse de allí sin saludarla, Kate se enteraría y se enfadaría.

- Sí, dígale que estoy aquí. - Le contestó Jason.

Valeria esperó a que el maître se retirara para preguntarle a Jason:

- ¿Quién es Kate?

- Kate es mi hermana pequeña, esta masía es de ella y de su marido. - Le contestó Jason estrechándola entre sus brazos. - Solo quiero saludarla y nos quedaremos a solas.

Confía en mí #Wattys2017Where stories live. Discover now