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La oscuridad era lo único que logró, a duras penas, presenciar desde su alrededor. Era como si su mundo fuera invadido por las sombras, lo mínimo que veía era el mundo con un aspecto sombrío y borroso.

Escuchaba una voz distorsionada rogando por algo en la lejanía, a causa de ello su mente se nubló. No tardo menos de unos momentos para darse cuenta del estado en el que probablemente estaba. Tuvo que hacer el intento de abrir los ojos, aunque sea un poco, y agudizo el oído para lograr escuchar lo que aquella voz pedía.

—Debería aprovechar este tiempo para pedir un café —comentó una voz gruesa, con cierto tono de molestia.

Dipper logró reconocerla como la mismísima voz de su tío Stanley.

Empezó a recobrar los sentidos al sentir una mano darle un ligero apretón a su hombro, como mostrando que alguien le estaba dando de su apoyo. A causa de ello, logró abrir aún más de sus pesados párpados.

—Despertó —anunció otra voz.

Sus orbes oscuros se enfocaron primero en el techo sobre él para seguir con la mano posada sobre su hombro, encontrando interesante el color chillante de uñas que esa persona tenía.

—¿Estás seguro que se desmayó en su oficina? Dipper sólo lo había hecho una vez en su vida hace años atrás —un tono de desconcierto y confusión abandonó aquella voz que ya le empezaba a resultar familiar.

—Eso fue lo que pasó, no se cuál fue la razón —balbuceó Stanley—. Cuando entré a su oficina, se desplomó en el suelo.

—Vamos, Mason, despierta —la mano sacudió su hombro un par de veces.

Dipper al escuchar su verdadero nombre, despejó por completo su mente y en vagos intentos logró despabilarse. Sólo su familia conocía de su nombre, así que no se sorprendió al ver a su hermana sentada en la orilla de la cama mirándole con ojos nostálgicos y con una pequeña sonrisa.

No dudo en relamer de sus labios resecos antes de hablar, incorporándose en la cama ante el acto.

—¿Qué fue lo que pasó?

—¿En serio no lo recuerdas? Pasó hace unas horas. Caíste al suelo de la nada —explicó su tío—. ¿Había algo ahí que te asustó? Se que la oficina tiene muchísimos años sin uso y tal vez la falta de mantenimiento provocó que algunos insectos se almacenaran.

Dipper lo miró con una ceja alzada, intentando procesar la información dada. Luego todo le llegó de golpe y su corazón se detuvo por un par de segundos. Había algo en la oficina y no era un insecto.

—¡El asesino! —gritó exasperado, mirando a todos lados alarmado.

—¿Qué? —Mabel siguió su mirada, poniéndose alerta.

—No hay nada aquí de lo que debas temer, estás en la cabaña a salvo —gruñó el adulto, caminando por toda la habitación señalando cada indicio que demostraba que en sí ese cuarto era efectivamente el suyo.

La sangre desapareció por completo del sistema de Dipper, la ansiedad y el miedo volvieron a inundar cada parte de su mente.

—¡¿Me trajiste a la cabaña?! —exclamó, hundiéndose más en las cálidas sabanas de su ya desgastada cama.

—¿A dónde más te debería llevar? —contraatacó con indiferencia.

—¡El asesino me visitó! ¿Qué pasa si te vio dejarme en la cabaña? —preguntó con dejes de molestia—. ¡Puede saber que vivimos aquí!

—Niño, no había ni una persona cuando entré a tu oficina —caminó hasta quedar a los pies de la cama y miró fulminante a su sobrino—. Así que deja de alucinar y comienza a comportarte como un profesional.

—Ese es el problema, Stan —le devolvió la mirada amenazante—. Eso no era humano.

—¿Sabes cómo es? —preguntó Mabel, mordiendo una de sus uñas sin darle importancia al esmalte.

—No logré verlo, fue muy rápido —murmuró, intentando buscar en sus recuerdos alguna pista de lo que el atacante era.

—Tonterías —finalmente dijo el comisario, caminando en círculos por la estancia de la habitación—. Jamás creí que llegarías a decir los mismos disparates después de llegar a la adultez.

Dipper rodeó los ojos y se limitó a mirar ni un punto en específico de su habitación. Después de todo, nadie le creería por más pruebas que tuviera sobre el caso. Lo ven como el lunático que se la pasa hablando sobre anomalías.

—¿La cosa que dices que estuvo en tu oficina emitió algún sonido? —su hermana seguía a su lado después de todo, aunque ahora se notaba la duda en sus palabras.

Momentos después, Dipper abrió los ojos a tope al recordar de esa voz amenazándole.

—¿Cómo es que se me pudo olvidar el elemento más importante? —se cuestionó a sí mismo, colocando su mano en su frente, incrédulo—. Si, tenía voz y podía hablar.

Stanley se la había pasado mirando de reojo cualquier cosa del lugar con desinterés, hasta que escuchó la confirmación de su sobrino y toda su atención se centró en él.

—Tenía la voz ronca, es como si no hubiera bebido agua durante un tiempo —continuó relatando—. Definitivamente era algo masculino.

—¿No fue Robbie haciéndote una broma? —dijo Stanley, recargándose en la pared y cruzando los brazos sobre su pecho.

—Robbie no tiene una voz tan varonil —bufó el mellizo, comparando la voz del desconocido con la de su rival.

—Bueno, no servirá de nada que me digas toda esta información, al fin y al cabo no estoy de tu lado —comentó el comisario—. Sólo fui a tu oficina para avisarte que otro cuerpo fue encontrado minutos antes de que te desmayaras, deberías estar al pendiente de eso. Es la última vez que te ayudaré.

Con lo susodicho, Stanley salió de la habitación sin siquiera despedirse.

Dipper suspiró, bajando la mirada a sus manos posadas con delicadeza sobre su regazo, olvidaba que estaba solo en esto. Mabel, a su lado, le dedicó una mirada confortante y una sonrisa de medio lado.

—Se que lo lograrás —le animó, aunque su mirada se tornó a tristeza pura.

No respondió, aunque si sonrió. Tener a alguien de su lado era apacible.

Mabel le dio un ligero apretón a su mano y salió segundos después por la puerta.

Un gran suspiro abandonó de los labios de Dipper, exhausto en sus primeros días de investigación no era nada bueno. Además, no conseguiría nada si no hace algo al respecto.

—Otro cuerpo fue encontrado —repitió las palabras de su tío y su mirada viajó hacia la ventana que estaba a un lado de su cama.

Se retiró de la cama, empujando con sus pies las sabanas y caminó hasta el escritorio en donde hacia sus anotaciones. Tomó un bolígrafo de uno de los cajones para abrir su libro y hacer una gran tacha en el apartado de "hombres lobo", descartando la opción.

Llevó una mano a su cuello donde sintió aquellos dos puntos afilados y un escalofrío le recorrió. No se dejaría llevar por las jugarretas que el asesino le daba, después de todo no se puede confiar en nadie. Podría ser cualquier cosa.

Mañana sería un largo día, debía prepararse mentalmente al hacer su investigación acompañado de nada más y nada menos que la soledad.

¡Hola lectores! Gracias por leer el tercer capítulo de Bitten, esto aún está empezando así que no se preocupen que las cosas se tornarán interesantes♥

¡Votos ☆ y comentarios totalmente apreciados!

Una pregunta, ¿leerían una historia (BillDip) con temática de alienígenas?




Bitten. [Vampiros]「BillDip」Where stories live. Discover now