II. Contesta la llamada

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No le puedo contar a nadie lo sucedido, pienso al día siguiente, o me dicen loca o Jackie se vuelve loca pensando en lo que me visitó anoche.

Decido no revisar en internet lo que pudo ser por mi propia salud mental.

Como es domingo decido hacer una limpieza a mi lugar, ordenando, barriendo, lavando y botando cosas que ya no me sirvan.

El sonido de mi teléfono sonar me interrumpe en pleno baile.

Contestó. —¿Aló?

—Phoooo, ¿sentiste algo con el collar? —me pregunta Jackie.

Miro el collar en la mesita de noche.

—Bueno.... —empiezo a trazar una excusa cuando me corta.

—No te lo has puesto, ¿cierto? —el tono de tristeza me sorprende un poquito.

Suspiro. —Es que se me olvidó colocármelo de nuevo, ya me lo pongo, espera.

La dejo en la mesita mientras agarro el collar y con delicadeza me lo coloco.

Vuelvo a agarrar mi celular. —¡Listo!

Ella ríe. —¿De verdad te lo acabas de poner? Amiga no me engañes.

—¡Te lo juro!

Seguimos hablando de su trabajo un rato más, al parecer no estaría unos días en la ciudad porque tenía reuniones.

El trabajo de Jackie, a diferencia del mío, involucraba muchos viajes, sus entrevistas, sus estudios e investigaciones ayudaban mucho al equipo de policía en el que se encontraba trabajando como criminalista, incluso siendo asistente del consultor principal.

Por otro lado como yo solo soy supervisora del departamento de diseño en la editorial Rèvenne no me tenía que trasladar mucho: mas bien nada, solo tenía que revisar que todos hicieran perfectamente su trabajo, en el edificio, en el mismo sitio, por años.

No me quejo, sin embargo.

El apartamento está super limpio cuando llega el anochecer y como tengo miedo que se repita lo de la noche anterior solo decido darme una ducha rápida con todas las luces prendidas, en mucho tiempo no las volvería a apagar.

El collar se siente pesado en mi cuello, no me lo quitaré por Jackie, me repito.

Me acerco a la ventana con mi café para observar la noche pasar, las personas llegar a sus casas luego de reuniones familiares y situaciones diferentes.

Tengo demasiado tiempo sin visitar a mi mamá, observando el lugar lleno de árboles me vienen a la mente las historias llenas de fantasía que mi papá y ella me contaban de pequeña.

Lo extraño tanto.

El murió hace unos años, pero sigue doliendo.

Una lágrima cae de mi mejilla y la quito bruscamente, tengo que pensar en otras cosas, enfocarme.

Quizá sea un buen momento para leer lo que me regaló Alessandra.

Sombra Oscura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora