Parte sin título 5

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Bueno, este capítulo cuatro volverá a ver sexo, pero ya veréis que con otra protagonista, y ya al final del capítulo podemos vislumbrar algo de los sentimientos de Emma. Ya a partir del próximo, el sexo disminuye.



Habían pasado dos semanas desde que Emma había entrado por primera vez en los aposentos de la reina. Desde aquel día, cada noche, las dos mujeres habían vivido juntas horas placenteras y dolorosas al mismo tiempo. Emma había descubierto que, de hecho, ser sometida no estaba tan mal: la hacía sentirse libre, completa, viva.

La soberana le había, además, concedido dormir en la habitación al lado de la suya. Cuando tenía ganas de ella, la Reina solo tenía que llamarla, y Emma simplemente tenía que abrir la puerta escondida entre dos habitaciones que se comunicaban y satisfacer a su reina.

Pero hoy no la había llamado. Se había quedado esperando durante todo el día, con la oreja puesta para percibir cada ruido del castillo, sin embargo la habitación de al lado se había quedado en un terrible silencio. La preocupación se estaba volviendo insoportable, tanto que la obligaba a caminar de arriba abajo por la estancia, atormentándose las manos. En un determinado instante, escuchó la puerta de la habitación adyacente, y resonaron risas en el silencio.

«Hacía mucho tiempo que no me hacías una visita...» exclamó Regina cerrando la puerta tras de sí.

Maléfica le rozó el rostro, haciendo que se girara hacia ella, y bloqueándola contra la puerta con su cuerpo. La morena rió, arqueando el cuerpo hacia ella.

«No ha sido tan fácil llegar aquí, ¿sabes? Hay una guerra en curso...»

«Lo sé...pero no ha sido fácil encontrar un juguete adecuado...»

Maléfica frunció el ceño y alzó las cejas

«Entonces, ¿me has sustituido?»

«Nunca podría...» replicó Regina, posando sus manos en sus caderas «Pero he tenido que encontrar algo con lo que distraerme, ya que no puedo salir de este maldito castillo»

Maléfica sonrió y la besó impetuosamente, y empujó a la mujer hacia la cama. Regina sonrió recostándose en el lecho. Maléfica no perdió tiempo para echarse encima de ella, y seguir besándola con fogosidad.

La morena con un gesto de la mano hizo desaparecer los vestidos de ambas.

«No perdamos tiempo...» observó Regina entre beso y beso, dando la vuelta a la situación y colocándose ella encima.

«Quieres siempre tomar las riendas, ¿verdad?» preguntó divertida la rubia

«Obviamente...» replicó la otra mujer, bloqueándole las muñecas con la magia. Se lamió los labios y se extendió sobre ella. Las manos comenzaron a vagar por su cuerpo, deteniéndose en su pezón. Maléfica gimió arqueando la espalda. La morena acercó la boca a su pecho, y apretó entre sus dientes el pezón endurecido de la mujer que estaba bajo ella, haciéndola gemir más intensamente. Su mano descendió por sus piernas, abriéndolas violentamente para después comenzar a pellizcar su intimidad, ya empapada por su causa. La acarició por largos minutos, esperando que la mujer le implorase que le diera más placer.

«Reg...ina...» murmuró Maléfica presa de la excitación

«Dime, querida...» sonrió hundiendo dos dedos dentro de ella, provocando un grito a la rubia. Satisfecha, la morena comenzó a moverse velozmente en ella, abriendo los dedos en su interior, haciéndola gemir hasta que estalló diciendo su nombre.

The Queen and her slaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora