Parte sin título 9

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Maléfica se despertó de un sobresalto con el ruido de la puerta cerrándose de golpe. Se levantó y se sentó en la cama, intentando enfocar la figura de Regina. Desorbitó los ojos al verla llorar. Se quedó por un momento paralizada, después, se lanzó hacia ella.

«¡Regina! ¿Qué ha sucedido?»

La morena no le respondió de inmediato. Solo dejó que las lágrimas se deslizasen por su rostro, sin poder pararlas.

«No ha pasado nada» logró finalmente decir, intentando recomponerse.

La rubia le enjugó las lágrimas con una mano.

«Nunca te he visto llorar...»

«De hecho, no debías» susurró la soberana «Estoy bien» dijo un instante antes de besarla, aferrándola con fogosidad.

Maléfica la dejó hacer, pero apenas se separaron, la miró a los ojos.

«Puedes hablar conmigo, lo sabes...»

«No quiero hablar» replicó la otra. La empujó hacia la cama y se puso sobre ella «Solo quiero que acabes lo que habías empezado»

Maléfica fue a besarle el cuello, pero se detuvo en el último instante susurrándole al oído

«A juzgar por el olor que tienes encima, parece que alguna otra me ha precedido...»

Regina le agarró los cabellos y tiró de ellos.

«Si tú no te hubiera quedado dormida, no habría pasado» gruñó con rabia «¿Te has vuelto celosa ahora?»

El dragón la miró, haciendo que sus ojos relampagueasen.

«¿Y si así fuera?» preguntó en tono de desafío

Regina la miró sorprendida

«¿Desde cuándo lo eres?» le preguntó

Maléfica se encogió de hombros

«¡No he tenido necesidad de serlo hasta ahora!»

«¿Por qué ahora? No ha cambiado nada» intentó tranquilizarla Regina, acariciándole el rostro

Maléfica estalló en una risa amarga.

«¿De verdad?»

«Somos siempre nosotras...» la besó la morena «Estoy aquí contigo»

«Sí, con el cuerpo»

«Mal, estoy aquí contigo» repitió la mujer recostándose sobre ella «No tienes motivo para estar celosa»

La bruja apretó los labios

«Vale, está bien...» dijo con poca convicción

Regina la besó, mordiéndole los labios. Le arrancó el vestido para comenzar a acariciar su cuerpo.

Maléfica no pudo dejar de reaccionar ante sus caricias, pero sin embargo no respondió con el mismo entusiasmo acostumbrado. Algo la perturbaba.

Regina, no obstante, la distrajo, acariciando su cuerpo, arañándolo. Le mordió el cuello mientras la mano descendía hacia su entrepierna. Maléfica gimió, y la besó. Hizo desaparecer su vestido, intentando olvidar todo por medio del contacto con su piel.

La morena le mordió el cuello para, a continuación, pasar la lengua sobre la zona donde la había lastimado. Los dedos acariciaron su clítoris, provocando un gemido de la mujer que tenía debajo. La rubia, por su parte, acercó la mano a la intimidad de la morena, que como respuesta abrió más las piernas para facilitarle la tarea. Los dedos de la reina comenzaron a moverse velozmente entrando en la otra mujer, que no pudo contener un grito. Detuvo por un segundo sus movimientos, mientras su cuerpo se acostumbraba a aquel ritmo incesante, sin embargo, tras algunos segundos entró también ella violentamente en la morena, que la aplastaba con su cuerpo.

The Queen and her slaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora