Parte sin título 22

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Emma caminaba adelante y atrás en la celda. Ya había hecho un surco. Hacía dos días que estaba ahí, y Regina no había vuelto aparecer. Ella no comía, no dormía. Pensaba, y punto. Y caminaba. Arriba y abajo, una y otra vez. Y mientras recorría de nuevo aquel pequeño camino repetido, una voz la hizo sobresaltarse.

«Princesa»

La rubia se giró de sopetón. Se lanzó hacia los barrotes, aferrándose a ellos.

«¡Regina! ¿Cómo estás?» le preguntó instintivamente, con los ojos desorbitados.

La mujer apenas la miró, manteniendo un comportamiento despegado.

«Veo que tus pésimas maneras han vuelto. Se dice: Vuestra Majestad» la reprendió fríamente.

Emma dejó escapar un pequeño suspiro. Dio un paso hacia atrás y se arrodilló de mala gana.

«Pidón perdón, Majestad» dijo

«Bien, así está mejor...» comentó la morena, acercándose a continuación a los barrotes «Entonces, dime, ¿qué debo hacer contigo?»

Emma le lanzó una breve mirada, y se encogió de hombros.

«Decidís vos...»

«No, desgraciadamente» suspiró la otra «¿Volverás a casa?»

Emma reviró los ojos, exasperada.

«¿Quieres quedarte aquí? Muy bien...¡te dejo este maldito castillo si lo quieres!» soltó

La muchacha se puso en pie, acercándose a los barrotes

«No» dijo, decidida «Eres tú mi casa, no el castillo»

«Emma, estoy cansada...» Regina la miró, con los ojos tristes y sin ya esperanzas «Solo quiero seguir adelante y tú serás mi ruina...»

Emma se aferró a los barrotes, mirándola a los ojos, devastada por aquella mirada.

«¿Por qué? Yo nunca te haría daño...»

Regina sonrió

«Sé que no quieres hacerlo, pero lo harás. Estás unida a Lily, vuestros destinos, vuestras vidas están enlazadas...y eso no podrá cambiar nunca»

«¡Pero no como piensas tú! ¡Yo no amo a Lily, Regina!»

«Crees que no la amas...pero la necesitas»

«¡No, te necesito a ti!» exclamó la rubia casi con rabia

«¿Y si un día comprendes que no es así? Y sucederá, créeme» la morena la miró con los ojos llorosos «¿Qué haré yo? ¿Cómo conseguiré reunir de nuevo los pedazos de mi corazón?»

Emma alargó la mano entre los barrotes, intentando acariciarle el rostro.

«Regina...sé que te amo solo a ti» dijo lentamente, sintiendo cómo sus propios ojos se inundaban de lágrimas «Te amaré para siempre. Lo que temes, no sucederá nunca. Sin ti yo no existo»

Las lágrimas descendieron por el rostro de Regina. Quería creerla con todo su corazón.

«No puedo arriesgarme...debes aceptarlo...» murmuró con voz rota

«No es un riesgo, amor mío...Dame la posibilidad de demostrártelo»

«¡Me arruinarás!» susurró la morena, las lágrimas continuaban resbalando por su rostro. Elevó la mano y abrió la celda con magia.

Emma salió de ella y la abrazó, dejando resbalar las lágrimas.

«Nunca» dijo en un susurro. La apretó contra ella, como si tuviera necesidad de estar lo más pegada a ella para vivir «Teamoteamoteamoteamoteamoteamoteamoteamo....» murmuró la princesa entre lágrimas.

The Queen and her slaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora