9. Perro que ladra

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— Del uno al diez, ¿qué tan borracho estás?

Mi cabeza se ladeó automáticamente luego de pronunciar aquellas palabras a un muy entusiasmado Klaus.

Pese a que estábamos en plena calle, mi hermano se hallaba en una playera manga corta que daba a relucir sus muy bien trabajados brazos y todo debido a que su temperatura corporal aumentaba notablemente cuando tenía alcohol corriendo por sus venas.

Sus movimientos eran torpes y pese a que intentase pasar desapercibido, cuando se sacudía al ritmo de la música, proveniente del club en el que entraríamos luego, terminaba tropezando con sus propios pies y me utilizaba a mí de soporte para evitar estrellar su trasero contra el asfalto.

Faltaba para media noche, pero ni eso impidió que mi hermano bebiera toda la cerveza que era capaz en un corto periodo de una hora, en el bar en que habíamos decidido esperar por Hanna.

— Probablemente un once – sus rosados labios se torcieron en una mueca de culpabilidad y yo misma me encontré riéndome de su ridícula expresión.

— Genial – me burlé empujándolo, haciendo que se trastabillara hacia la derecha.

Frunció sus labios hacia mí y, luego de volver a mi costado, Klaus pasó su brazo derecho por sobre mis hombros con la intención de estabilizarse. Terminé por resoplar y acomodar mi brazo en su cintura para evitar que se siguiera tambaleando.

— ¿Tú que tan borracha estás? – su enorme mano se posó en la coronilla de mi cabeza, solo para sujetar una hebra de cabello oscuro entre sus dedos.

— Probablemente un dos – me encogí de hombros, mirando a ambos lados de la calle en busca de la presencia de Kim Han Na.

La temperatura de la noche era agradable, pese a que nos encontrábamos en pleno otoño, no obstante, la mayoría de las chicas utilizaban vestidos cortísimos para entrar a los clubes y la mayoría de los jóvenes estaban utilizando camisas manga corta y mierdas como esa.

— ¿Esa es Hanna? – la voz de Klaus me sacó de mis propios pensamientos, captando mi atención.

Su dedo índice señaló sin tacto en diagonal hacia nosotros.

— Es Hanna – confirmé y él dio un salto.

— ¿Lista para la mejor noche de tu vida? – exclamó alzando sus brazos con completa emoción, moviéndose a la derecha por inercia.

— Claro, lista – rodé los ojos antes de comenzar a hacerle señas a Hanna.

***

— Una cerveza y dos refrescos, por favor – hablé hacia la chica, apoyando mis codos en la barra cuando finalmente atendió mi pedido.

Asintió y se movió hacia la nevera a un metro de dónde se encontraba mientras que la gente continuaba aglomerándose alrededor de la barra buscando ser atendidos por la única joven tras ella.

Miré a Klaus y a Hanna de reojo, viéndolos enfrascarse en una profunda conversación que posiblemente tenía como foco a Hanna. Posiblemente mi hermano estaba acribillándola con preguntas incómodas solo con el objetivo de sacarle información para burlarse de mí más tarde, como solía hacerlo.

Inspiré para ocultar mi sonrisa y meneé la cabeza cuando la chica depositó tres botellas delante de mí con una media sonrisa apareciendo en su rostro.

— Gracias – le regresé la sonrisa, dejando los billetes en el mesón antes de tomar las botellas y voltearme en dirección a la mesa en la que se encontraba Hanna y Klaus.

Las mejillas de mi hermano estaban completamente sonrojadas producto del alcohol en su sistema y sus ojos estaban completamente vidriosos, pero eso no le impedía mantener una muy fluida conversación en inglés con la pelinegra, la que parecía estar completamente atenta al relato del rubio.

wingless [park jimin]Where stories live. Discover now