4. Dinero bien robado

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Hanna tiró de mi brazo apenas sonó el timbre de salida. Estaba enfadada, furiosa y probablemente aterrada. Me recordaba, de cierto modo, a un chihuahua alterado.

Evité reír cuando ella se detuvo en un pasillo poco transitado frente a un enorme ventanal, girándose de lleno hacia mí con una mirada severa y expresión molesta.

Me escaneó de pies a cabeza, analizado el pantalón blanco y la chaqueta oscura.

— ¿Por qué? – señaló mi ropa y luego llevó su mano a su frente en cosa de segundos, soltando un exasperado suspiro.

— Sacó el uniforme de mi casillero – me encogí de hombros – no tenía nada en el mío y él tiene mi teléfono, no podía llamarte. – expliqué. – no lo encontré en su casillero cuando lo abrí.

Hanna parpadeó por un par de segundos.

— Esto es malo – negó con la cabeza, llevándose ambas manos hacia su cabello.

— Al menos tengo su billetera – la saqué de mi bolsillo y sonreí enormemente hacia ella – puedo comprar cualquier teléfono celular que quiera, te impresionaría al ver la cantidad de efectivo que lleva con él.

Ella me lanzó una mirada y vi verdadera desesperación en sus ojos.

— Tranquilízate, Hanna – esbocé una sonrisa hacia ella, dejando caer mi mano izquierda sobre su hombro – no me hará nada, ni a ti tampoco.

Ella apoyó su cabeza en mi hombro y dejó ir el aire de sus pulmones lentamente.

— Creo que estás siendo demasiado optimista, Tara – musitó en voz baja.

Carcajeé suavemente mientras palmeaba su espalda.

— Todavía no entiendo el miedo irracional – rodé los ojos – es solo un chico que hasta ahora no ha demostrado nada más que ser un mal corredor y un pésimo bromista.

Hanna volvió a suspirar, todavía apoyada en mi hombro.

— Está probándote, nada más – repitió, justo como en la clase de gimnasia.

— Creo que me conoces lo suficiente para saber que no me asusta.

— Eso lo sé, por eso me aterra – ella alzó su rostro y me miró a los ojos – nadie sabe de dónde salió Park Jimin, Tara, pero sí saben que es alguien a quién temer.

Blanquee los ojos y ella simplemente negó.

— En esta escuela, todos saben quién es el otro. Cada apellido es importante, en distintos niveles. Funciona como la realeza y los nobles, por ejemplificarlo. Por tanto, hay rangos – explicó, enderezándose para clavar sus ojos oscuros en los míos antes de mirar sus manos – es por ello que todo el mundo quiso saber de inmediato quién era al momento que pisó la escuela por primera vez, el año pasado.

Asentí, sin saber hacia dónde se estaba moviendo la conversación.

— Pero nunca llegaron a saberlo. El chico que intentó averiguarlo, terminó perdiendo su casa justo después de que amenazara a Jimin para hacerlo hablar. El siguiente supo que su madre había recibido dinero por acostarse con él y así fue creciendo la lista. – Hanna finalmente apartó la mirada de sus manos y volvió a mirarme– ese chico es sinónimo de peligro.

Mantuve la mirada en ella por lo que parecieron unos buenos segundos y torcí los labios.

— Suenas como un maldito drama – me reí y ella golpeó mi hombro con fuerza, no obstante, vi una pequeña sonrisa aparecer en su rostro.

— Eres una estúpida – sentenció y yo simplemente meneé la cabeza.

— De todas formas, necesito un teléfono, Hanna. No creo que mi celular vuelva a mis manos – agregué alzando ambas cejas – Así que... ¿me harías el honor de acompañarme a gastar este dinero bien robado?

wingless [park jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora