8. Perfecto para ti

12.6K 1.2K 715
                                    

La clase de ética estaba por comenzar y la señorita Kang se encontraba organizando sus papeles, carpetas y apuntes frente a su escritorio con una expresión imperturbable, mientras el resto de los estudiantes se acomodaban ruidosamente en sus respectivos pupitres para dar inicio a la clase.

Miré a de reojo a mi compañero de banco, Jeon Jungkook. Estaba apoyado en sus antebrazos con la cabeza gacha, intentando aprovechar sus últimos segundos de sueño, como lo hacía siempre, antes de que la señorita Kang comenzara a parlotear sobre ética, valores y mierdas que no estaba interesada en aprender.

Solté un suspiro lleno de agonía, intentando prepararme mentalmente para dormir las siguientes dos horas de clases cuando lo vi aparecer por la puerta, esbozando una sonrisa que, al parecer, estaba destinada a ser para mí.

Los pequeños ojos oscuros de Park Jimin me encontraron desde que atravesó el umbral de la puerta y cuando comenzó a moverse hacia su pupitre, ubicado justo tras el mío, su sonrisa comenzó a ensancharse, enseñando su diente ligeramente torcido en medio de su blanca dentadura.

Apoyé mi mentón en la palma de mi mano con resignación, siguiendo cada uno de sus movimientos con más curiosidad de la que me hubiese gustado admitir.

Nunca fui una persona demasiado reflexiva, por lo cual nunca me empeñé en tratar de darle explicaciones coherentes a mis acciones, es por eso que el hecho de haberme dormido abrazando a Park Jimin, no fue algo de mayor trascendencia en mi vida.

Pero, siendo honestos, me encontraba un tanto sorprendida.

Aquella noche de la batalla de rap no terminé muerta en algún llano, ni tampoco fui degollada o molida a golpes por el psicópata de cabello menta.

Sinceramente, no sé cómo es que llegué a dormirme mientras me abrazaba, incitándome a respirar tranquilamente junto a él, respirando a un compás que logró calmarme por completo. Tampoco noté cuando volvió a subirnos al auto y nos llevó a nuestro edificio.

Incluso inventó una jodida excusa para dejarme en casa y mamá lo creyó. Se lo creyó porque, por alguna extraña razón, le agradaba Jimin, argumentando que le recordaba a mí.

Y desde aquel punto, las cosas solo se habían tornado un poco más extrañas entre nosotros, comenzando por el hecho de que en ese mismo instante se encontraba depositando una pequeña botella de zumo de naranja en mi pupitre.

Mi entrecejo se frunció y escuché como Hanna parecía estar atragantándose con su propia saliva una vez que el rubio reanudó su marcha, tomando asiento junto a la pelinegra, detrás de mi pupitre.

Miré la botella pestañeando con algo de sorpresa y meneé mi cabeza, codeando a Jungkook, despertándolo de un brinco justo al momento en el que la señorita Kang comenzaba a carraspear, llamando la atención del alumnado frente a ella.

Me gruñó como un niño molesto, desperezándose, y luego sacudió su cabeza cuando notó la presencia de la señorita Kang en el salón.

— Ten.

Deposité la botella de zumo en su mesa y me enderecé nuevamente en mi asiento, restándole importancia a la permanente mirada del rubio sobre mi espalda.

— ¿Jugo de naranja? – Jungkook me miró con sus cejas oscuras elevadas, en medio de un bostezo. – ¿Y los chocolates?

— Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por conquistarte. – rodé los ojos con sarcasmo – No quiero engordarte con chocolates todos los días – finalicé, sin prestarle atención a su mueca llena de burla.

Aquello se había vuelto costumbre durante los últimos días.

No es que Jungkook y yo fuésemos amigos ni nada parecido. Solo habíamos aprendido a lidiar con nosotros mismos ya que, prácticamente, estábamos atados al otro hasta que la señorita Lee decidiera lo contrario y nos cambiase de compañeros de banco.

wingless [park jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora