21. Perdiendo la cabeza

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Abandoné el edificio a las siete en punto el lunes por la mañana.

Inhalé profundamente, llenando mis pulmones con el frío aire de Seúl en la madrugada.

Acomodé la bufanda negra y ahogué un medio suspiro en ella, antes de unirme a la masa de personas que se movían apuradamente por las aceras, rumbo al trabajo y/o a la escuela. Me uní al tumulto, caminando al ritmo que ellos imponían mientras me perdía en mis propios pensamientos.

Irónicamente, apenas había dormido. No sabía si era por todo lo que le había confesado a Hanna o porque no podía siquiera imaginarme el tipo de reacción que iba a tener la pelinegra cuando leyese mis mensajes.

Tampoco podía imaginarme la reacción de Kook y eso me asustaba.

Estúpidamente sonreí bajo la bufanda al solo pensar en ello.

Sabía que era ridículo que me alegrara de la preocupación que esos dos sentían por mí. Siendo sinceros, no solía tener demasiados amigos porque mi personalidad era un tanto compleja. Solía cerrarme y mantener las cosas para mí misma y la única persona que había logrado cambiar esa parte de mí era Klaus, mi hermano.

Esa fue la razón por la que mi madre se conmocionó cuando vio el tipo de amistad que Hanna y yo habíamos forjado, además de la relación que se estaba comenzando a formar entre Kook, Hanna y yo.

Me reí entre dientes, una vez que llegué a la parada de autobús, cuando recordé la expresión de mamá cuando Hanna se me lanzó encima el día de su cumpleaños.

Mantuve mis manos, todavía frías, dentro de los bolsillos de mi abrigo oscuro a la espera del autobús. Bostecé y me sorprendí un poco cuando un mechón de mi cabello fue jalado con cierta suavidad.

Mi entrecejo se frunció cuando me volteé hacia la izquierda con recelo, ocultando mi expresión anonadada al ver a Jimin junto a mí. Mi estómago se contrajo cuando noté que él se encontraba sonriendo abiertamente bajo su barbijo y sus pequeños ojos divertidos me lo confirmaron.

Vestía el uniforme y sobre este, un abrigo negro, un gorro de lana gris y el barbijo negro que utilizaba cada vez que salía a la calle.

— Buenos días, ángel – pronunció, en un murmullo ahogado tras el barbijo, cuando se acercó a mi oído.

— No sabía que tomabas el autobús para ir a la escuela – fue lo primero que salió de mi boca.

— No lo hago – se encogió de hombros, dando un paso más cerca – por lo general Jin hyung me lleva a la escuela.

Negué con la cabeza cuando una sonrisa tiró de mis labios, la que se ocultó a la perfección bajo la bufanda que se enrollaba, manteniéndome cálida.

— Me gusta cómo te queda mi bufanda – murmuró con suavidad, repitiendo la misma acción que el día anterior.

Metió su mano en mi bolsillo, encerrando entre sus cálidos dedos mi mano fría y dentro del abrigo, entrelazó sus dedos con los míos sin esperar alguna clase de invitación de mi parte.

Mis ojos siguieron su mano y luego buscaron sus ojos, pidiendo explicaciones cuando alcé una ceja, ganándome solo una sonrisa de su parte, una sonrisa que no fui capaz de ver pero que pareció crecer cuando mis dedos apretaron su mano por instinto, buscando un poco más del calor que emanaba de él.

— ¿Qué autobús debemos tomar? – preguntó de pronto, situándose un tanto más cerca.

— ¿Jamás has tomado el autobús a la escuela? – mi voz sonó un poco más sorprendida de lo que pretendía.

wingless [park jimin]Where stories live. Discover now