I. MIN YOONGI.

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Últimamente su cabeza vagaba por ese tipo de pensamientos. Puede que fuera un caso perdido reparar en estas cosas, como en preguntarse a donde había ido a parar su padre luego de abandonarlos o por que su madre decidió mandarlo con una psiquiatra cada martes.

 Y él no hacía más que empeorar.

Había roto el espejo del baño la semana pasada, pero su madre fingió no notarlo. 

Las clases comenzaron y su amigo Hoseok se la pasaba deprimido por lo distanciados que sus clases se encontraban, y por si fuera poco, él también lo estaba. ¡Lo echaba tanto de menos!

 Sin embargo, no estaba en sus planes decírselo. Como no estaba en sus planes prestarle atención a su profesor Literatura, Kim Seokjin. De alguna forma él hallaba la manera de hacer parecer la asignatura de las letras algo pedante. Y en la semana, ya iba visitando la oficina del director dos veces. Para su suerte, el director era demasiado flojo y sabía que no llamaría a su madre a menos que la situación lo meritara.

—Entonces sigues tomándolas puntualmente, ¿no?—preguntó la Dra. Stone. Por alguna razón, Yoongi la aborrecía. Sabía que sólo hacía su trabajo pero, la manera en que lo miraba, por encima de ese tablero donde quién sabía lo que escribía, le ponía los pelos de punta. 

—Sí. Cuando despierto y cuando voy a dormir, como siempre.

—Tu madre me dijo que rompiste el espejo del baño. ¿Puedes contarme cómo fue?

—Fue una estupidez—sus ojos se clavaron en los de él, como los de un halcón—, debe ser ansiedad o algo.

—Bueno, tampoco es que nos haya estado funcionando mucho la duloxetina—meditó. Colocó la tabla contra su regazo y comenzó a escribir cabizbaja—. Mira, Yoongi, esto es lo que haremos: cambiaremos a bupropión. Debes tomar una pastilla en la mañana, otra en la tarde y la última por la noche. Son dosis fuertes, así que es normal que sientas que algo funciona fuera de lo normal. 

Le tendió la receta. 

—Dale esto a tu madre, ¿sí? La farmacia de la esquina no cierra hasta tarde, así que tiene tiempo de pasar por ellas.

Yoongi asintió, observando la hoja que rezaba la letra de su psiquiatra. Ella lo acompañó a la puerta (odiaba que hiciera eso.)

—Ah, por cierto, ¿sueles tener relaciones sexuales?—preguntó—. Normalmente.

Genial, ahora hasta la Dra. Stone le recordaba lo inexperto que era.

 —A veces—Yoongi se encogió de hombros. Su orgullo no le permitía decirle «no, nunca.»

—¿Y con qué regularidad te masturbas?

La respuesta era lo opuesto a nunca. 

—A veces—volvió a decir. Vaya que sobre explotaba esas palabras.

—Vale. Con estas nuevas dosis, notarás que tu... (¿Amiguito? Bueno, no sé como los llamaban los jóvenes) no reacciona a como suele, pero no te preocupes, es completamente normal. También si sientes náuseas o algo por el estilo.

«Sí, bueno, no es como que haga mucho la diferencia», dijo Yoongi para sus adentros.

—Nos vemos el miércoles, entonces.

—Martes—corrigió Yoongi, como lo había hecho cada cita. 

Antes de cerrar la puerta, musitó risueña: —Al menos no dije viernes otra vez.

Como si realmente influyera en su vida el que su psiquiatra recordara algo.

Como si realmente influyera en su vida el que su psiquiatra recordara algo

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