Capítulo 2

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Mi madre encargo elegantes vestidos a una modista local, a pesar del poco presupuesto del que disponíamos, ella creía en ese dicho popular "La apariencia es lo que cuenta" y es que presentarse ante el rey no era cualquier cosa, debíamos vernos dig...

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Mi madre encargo elegantes vestidos a una modista local, a pesar del poco presupuesto del que disponíamos, ella creía en ese dicho popular "La apariencia es lo que cuenta" y es que presentarse ante el rey no era cualquier cosa, debíamos vernos dignas ante los ojos de nuestro monarca o al menos esa era su opinión.

En cuanto a mí, por supuesto no era de mi agrado el tener que asistir, pero secretamente agradecí la oportunidad de ser testigo de la primera impresión que el rey tendría de mi hermana, quería saber si aquel encuentro seria como jane y mi madre lo soñaban, si con una mirada y una sonrisa bastaría para que el rey decidiera tomarla por esposa o finalmente descubrirían que sus sueños no eran más que una necedad al intentar conquistar a un hombre fuera de su alcance, aunque también rondaba por mi cabeza la idea de que tal vez para la realeza el amor era una nimiedad al momento de elegir esposa y quizás Jane si tenia una oportunidad, cual fuese el caso quería estar ahí en caso de que Jane me necesitara, para felicitarla o para consolarla.

Eso era lo que más me preocupaba, el que Jane estuviera dispuesta a cualquier cosa con tal de conseguir la corona, pero al final sus sueños y deseos cayeran sin remedio a un abismo del cual nunca saldrían. Después de darle vueltas al asunto, decidí hablar con ella, para saber cuáles eran sus motivos para seguir con ese juego absurdo y si de verdad estaba preparada para afrontar las contrariedades que vendrían si lograba su cometido.

— ¿Melanie? — alce la voz y me asome por el pasillo justo afuera de mi habitación. Ella apareció doblando la esquina, me miró dulcemente con esos hermosos ojos color avellana, luciendo el vestido azul oscuro de mangas y cuello largo que caracterizaba a la servidumbre que aún nos sirve.

— ¿En dónde estabas?

—Disculpe señorita, pero la señora me ordeno ayudar en la cocina— explicó con una media sonrisa en el rostro. Avanzo hacia mi mostrándose preocupada por mi actitud ansiosa, pero en ese instante no tenía tiempo para poder explicarle el porqué de mi inquietud.

Melanie había sido contratada para servirme única y exclusivamente a mí, no obstante, por los problemas económicos que sufríamos también debía desempeñar algunas otras tareas de la casa para evitar ser despedida y no solo ella, también los demás empleados de la casa que en total eran cinco, sin embargo, no podía hacer nada para ayudarla ya que eran ordenes de mi madre.

— ¿Mi hermana está en su habitación?

—Así es, la vi entrar hace media hora y no ha salido.

—Perfecto. ¿Crees que puedes llevarnos un poco de té a su habitación?

Si de una cosa estaba segura era del como entretener a mi hermana y eso era el té, además de una buena conversación que lo acompañara. Camine hasta su habitación y al estar frente a su puerta dude en si debía tocar o podía entrar sin previo aviso como lo hace ella, lo que me hizo darme cuenta de que estaba nerviosa.

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