Capítulo 37

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Podía percibirse una gran preocupación en el Palacio, los miembros de la corte y demás políticos ya tenían conocimiento que la consorte sería interrogada e inmediatamente comenzaron a llegar solicitudes a la oficina del consejero a cargo, sin embargo, se sugirió que debíamos mantener en secreto cualquier información que la consorte nos otorgará pues debíamos mantener la importancia de traer a salvo al rey y debíamos enfocarnos en ese propósito, todo por supuesto pensando en la estabilidad del reino y de William.

—Majestad—pronunció el consejero Albert Burhant. Al levantar la vista de las cartas que habían llegado a mi oficina, lo vi aproximarse con lentitud. Esas cartas eran protestas de algunos políticos que no deseaban que se interrogara la consorte—no debería leer esa sarta de mentiras, esas tonterías no deben ser buenas para la vista.

Afloró una sonrisa de mis labios, a pesar de lo que pasaba él se mostraba considerado.

—Sinceramente no me molestan sus protestas, pero ponen en duda mi facultad para gobernar y tal vez en eso si tengan razón.

—¿Porque piensa eso su majestad?

—Porque no soy el rey, ellos creen que alguien como yo no debería tomar las decisiones, se supone que en estos tiempos difíciles todo deberíamos estar unidos y no al revés.

—Majestad—musito torciendo los labios— lamentablemente esos hombres temen, pero no por el bienestar del reino, sino por sus títulos y puestos, por los rangos que los distinguen de la gente común. Una guerra amenaza sus estilos de vida, si el rey llegará a fallecer, sería usted quien tendría que guiarnos en esta terrible batalla por la paz. Es verdad que no la creen capaz de manejar semejante tarea y si usted no se mantiene firmen tratarán de quitarle el poder y para que eso no ocurra debe demostrarles que está dispuesta a avanzar en la guerra si lo peor llegará a ocurrir, enséñeles su fortaleza y que no olviden que usted es nuestra reina.

—Ahora que lo menciona, el rey hizo un comentario hace tiempo sobre las personas en quien debo confiar, ahora que la guerra está tan cerca de nosotros no sé qué pensar al respecto.

—En estos momentos sólo debe confiar en usted. Es joven e inexperta en la política, no es raro que se sienta confundida, pero si nuestra reina no confía en si misma nosotros sus súbditos nos sentiremos indefensos por su debilidad ante los políticos de su propio gobierno, pero creo que por ahora no debe pensar en la tristeza del mañana si no en las alegrías del hoy— aseguro mostrándose más alegre. Saco un pequeño papel de un tono amarillento en el que se distinguía el fragmento de un sello de color rojo de una carta abierta, tal vez eran buenas noticias, de pronto el abatimiento del que era presa de desvaneció con tan solo ver esa hoja de papel.

—Debo aclarar que cuando usted decidió interrogar a la consorte y me otorgó el título temporal de consejero titular de la corte, tome las medidas necesarias. Y una de ellas fue el enviar a una persona de mi confianza como médico de suma con la legión encargada de traer al rey de vuelta. Como sabrá, se dio la orden de enviar una legión de rescate hacia el estado de Citria, pero la orden se dio con tal urgencia y desesperación que nadie se preocupó por las consecuencias que tendría el rey en su traslado hacia el Palacio, así que me tomé la libertad de infiltrar a un médico conocido mío para que llevará la hazaña de ir de búsqueda y rescate de su majestad. Le pedí a mi conocido que enviará un informe a mi oficina en cuento tuviera la oportunidad.

—Entonces...

—Su majestad y la legión están en camino—dijo abruptamente dejándome conmocionado al instante en que extendió su mano hacia mí con la carta en su mano derecha, ofreciéndome el papel para confirmar con mis propios ojos—sin duda alguna nadie notaría entre mi correspondencia noticias como estas ¿No cree?

Amor De CristalWhere stories live. Discover now