Capítulo 8

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Un sentimiento de intranquilidad invadió mi alma al ver a mi hermana así, afligida, como si hubiera perdido la fuerza para seguir existiendo y esa sensación me atormento toda la tarde porque no tenía el valor para enfrentarlas, este secreto me des...

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Un sentimiento de intranquilidad invadió mi alma al ver a mi hermana así, afligida, como si hubiera perdido la fuerza para seguir existiendo y esa sensación me atormento toda la tarde porque no tenía el valor para enfrentarlas, este secreto me destrozaba por dentro.

La cena transcurrió sin contratiempos, mi madre hablo sobre lo mucho que extrañaba Sacris, nuestro hogar, según ella. Hablo de los lugares que despertaban en ella nostalgia, salones de baile que conoció en su juventud y hoy en día rebosaban de gran popularidad y deseaba que nosotras acudiéramos a un baile el próximo año, en el festival de las flores. Mi padre alzo las cejas, quizás sorprendido de su deseo, hizo una mueca, pero no dijo nada, nadie más parecía tener algo que decir salvo ella quien no parecía darse cuenta de que algo no estaba bien.

Jane se mantuvo en silencio y al terminar la cena, se levantó, pidió disculpas por retirarse antes que nadie y se fue. El lúgubre silencio que dejo a su paso fue extraño, su belleza estaba siendo opacada por la nostalgia, era como si un nubarrón gris estuviera entre ella y nosotros.

—Mi pobre niña—expresó mi madre colocando sus manos sobre su pecho como si tomara entre ellas un corazón invisible que sufría por su hija— no ha podido superar el compromiso del rey.

—No debiste alimentar falsas esperanzas—le reprocho mi padre, tenía razón.

—Ella tenía la misma oportunidad que cualquier otra chica, es prudente, bella e inteligente ¿Qué otra cosa buscaría el rey si no eso?

—Si eso fuera cierto, Helena no estaría presionada bajo las órdenes de su capricho.

Se mantuvo en silencio observando la fría expresión de mi padre, desconcertada por su declaración, luego me miro un instante y volvió la mirada hacia mi padre.

—¿Qué estás diciendo?

—Debemos hablar, pero no aquí—sugirió dirigiendo la mirada hacia el pasillo por el cual podía escucharse cualquier conversación del comedor.

Mi padre se levantó de su asiento y se encamino hacia su oficina donde mi madre y yo lo seguimos.

—Explícame que quieres decir con que helena está presionada bajo sus órdenes—replicó una vez que cerró la puerta.

Mi padre dio un largo suspiro, ambos sabíamos que tratar de convencer a mi madre era una tarea imposible, pero él estaba decidido a imponer su autoridad sobre ella.

—Léelo con tus propios ojos—indicó aproximándose a su escritorio para sacar de uno de los cajones el edicto real. Se lo extendió y ella, dudosa tomo el papel y comenzó a leer en voz alta, tal vez para comprender mejor el contenido:

Proclamación de la casa real, actual regente del estado mayor del reino Athoniense, emitido por su Majestad real Fiztwilliam G. Linden Volkov II

Su majestad real anuncia su deseo de contraer nupcias con la joven Athoniense Helena L. Hamilton ultima descendiente de la casa Hamilton antiguamente conocida como Harman, undécima familia ungida y ascendida en la nobleza por su Majestad Fitzgerald V. Lindor Volkov IV.

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