Capítulo 40

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—Tu me hiciste sentir especial cuando a nadie le importaba. Tu me diste amor y con amor debía regresarlo, yo soy tu reflejo y mientras tú me ames yo te amaré.

Me recoste sobre su pecho escuchando su respiración, pero su voz volvió a romper la tranquilidad que su respiracion me generaba.

—Esta mañana fui a ver a ileana.

Su revelación me hizo levantarme bruscamente para mirarlo de frente.

—¿Porque?

—Porque necesitaba hablar con ella, saber que es lo sabe sobre lo quiere su hermano.

—El consejero Burckhardt ya la interrogó, no había necesidad de que fueras a verla— interpuse disgustada.

—No es lo mismo que yo lo haga a que el consejero Albrecht lo hiciera—expreso con firmeza— me habló sobre la ideología psicópata que tiene en mente su hermano. Pretende conquistar nuestro reino, asesinarnos y darle como obsequio de bodas nuestras cabezas a su prometida.

—¿Porque haría eso?—cuestione perpleja.

—No lo sé, eso fue lo que dijo Ileana, intentó justificar las acciones de su hermano diciendo que esa mujer le envenenó la mente y le llenó de ideas extrañas para atacarnos, pero estoy seguro que Dimitri lo tenía planeando de hace mucho tiempo, sólo necesitaba un incentivo para hacerlo. Ya no reconozco a ese hombre.

—Ahora que me dices eso, tengo miedo de que vallas y lo enfrentes

—Helena— dijo acercándo mi cuerpo hacia su pecho— no tengas eso en mente, sólo olvidate de la guerra en este momento.

***

Un mes despues, una vez que William se sintio en condiciones de partir, se organizo una ceremonia con tal solemnidad y magnificencia en la cual hombres, jóvenes, ancianos, niños y mujeres de toda índole se reunieron para despedir al rey con la elegancia que merecía tal celebración y con la esperanza de que venciera en la batalla. Hubo entonces demasiadas cortesías, complacencias y demostraciones de respeto, los ancianos tan generosos así como los jóvenes tan afables. Sin embargo mi corazón se sentía abrumado, temeroso y angustiado. No había ninguna certeza segura de que William y su ejército vencieran, pero él estaba determinado a hacer lo que fuera para no defraudar a ninguna persona que depositaba en él todas sus esperanzas. Entonces trate de mantenerme fime y dejar que el tiempo corriera, trate ante todo recurrir a la seguridad que William parecía transmitir. Procure adoptar una actitud más serena confirmando a todo el que me llegara a mirar que no había nada de que preocuparse sosteniendo una sonrisa en mis labios. Este día era memorable pues el reino no había presenciado un día tan alegre desde que la guerra comenzó, y efectivamente había tanto fervor a las convicciones y anhelos de todos,que no podíamos permitirnos fallar.

Me permití admirar las sonrisas de mis súbditos y entre la multitud noté rostros muy familiares que me llenaron de más alegría y aquellas angustias que apretujaban mi corazón, desaparecieron.

-Su majestad- entonaron en coro haciendo conforme a la ocasión una señorial reverencia. Mi madre se mostraba orgullosa y por supuesto Lady Katherine acompañada de su esposo sir Archer, también se notaban alegres.

-Ha pasado tanto tiempo sin vernos querida Helena- se atrevió a decir Katherine olvidándose de la formalidades- Es tan agradable verte de nuevo y tan feliz.

No me sentía tan feliz, podría serlo si está guerra terminara y William no tuviera que marcharse, pero si tenía la obligación de hacer algo ese día seria mantener la calma y contagiar de mi serenidad y sonrisas a todos a mi alrededor.

-Ha sido un largo tiempo, el palacio no sido el mismo sin ti.

-Estoy segura que tú presencia le ha dado más vida al palacio que la mia- giro la vista hacia donde se encontraba William charlando con algunos generales y caballeros de la corte- notó a mi hermano diferente y todo es gracias a ti, desde que te conoció su carácter ha cambiado.

Amor De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora