Capítulo 23: Verdades en la cara

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Capítulo 23: Verdades en la cara

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Capítulo 23: Verdades en la cara

Klaus regresó a la habitación como una hora después. Estaba cabizbajo y se negaba a mirarme a la cara. Yo tampoco quería mirarlo y pasar tiempo con él, pero sentí que solamente lo hacía porque tenía vergüenza de que su hija hubiese sido abusada y eso me hizo enojar como nunca.

—¿Qué? —le espeté—. ¿Te da asco que me hayan sacado las ganas de vivir?

Él solamente exhaló con brusquedad y siguió hasta la ventana, sin ganas de lidiar conmigo.

—Daria —se quejó—. No se puede hablar con vos.

—No, al contrario. No se puede hablar con vos —repliqué, alcanzando con dificultad el vaso con agua que apenas me habían dejado en la mesa auxiliar. Se habían apiadado de mí y me lo habían dejado con la condición de que tomara solo un sorbo y si no volvía a vomitar. Estaba tan desesperada que acepté, pero era difícil resistirse con toda la garganta seca y raspada como la tenía—. ¿O crees que, si hubieses sido un padre comprensivo, yo no te hubiese pedido ayuda?

Él arrugó la nariz. Pude verlo desde donde estaba.

—¡Tendrías que habérmelo dicho igual! ¿Y ahora yo soy el culpable?

—¡Yo obviamente no soy la culpable! ¿O es que creés que me regalé, que dejé a propósito que este tipo me tocara? ¡No, papá! —Dejé el vaso en la mesa y traté de no pensar mucho al respecto, porque iba a volver a vomitar—. Peleé con todas mis fuerzas... pero nunca paró. ¡Por eso salté al río ese día, quería morirme de una vez para no tener que cargar con la vergüenza, porque seguro tenía miedo de estar embarazada de ese hijo de puta y porque vos me querías obligar a casarme con un desconocido!

Se giró hecho una furia hacia mí, pero no se atrevió a acercarse a la cama. Me vio recostarme con dificultad y se debatió, en su lugar.

—¿Saltaste al río?

Apenas si lo miré.

—Sí. Quise matarme.

Él inspiró ruidosamente por la nariz, como si así intentase contener la furia que sentía. Pero continuó trabado ahí, junto a la ventana.

—¿Recuperaste la memoria? ¿O fue un truco?

Arqueé las cejas en su dirección antes de dejar caer la cabeza en la almohada y dedicarme a observar el techo.

—No me acuerdo todo. Solo eso. El golpe debió haberlo detonado. O quizás el hecho de que Gunter fue el último que vi antes de caerme y me dijo cosas muy extrañas que no pude entender. Cuando... me dormí y vi solo oscuridad, me acordé de eso.

Me quedé lánguida sobre la cama, tratando de controlar mis reacciones, tratando de recordar que no eran mías, que eran de Daria. La única forma que tenía para soportarlas era considerarlas externas, como correspondía, como era en verdad.

La memoria de DariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora