2001

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CAPITULO 1

-Siento decirle esto, pero la enfermedad se ha complicado, nunca vi algo parecido, le queda poco tiempo de vida, lo siento mucho

-¿y cuánto tiempo me queda?

- Si te cuidas muy bien, lo máximo son 3 años

El muchacho echó su cabeza hacia atrás y nuevamente sonrió como la primera vez que fue atendido - Es mucho más de lo que esperaba- Dijo con una sonrisa cínica.

Si tus días estuvieran contados y en una vida de 26 años no aprendiste nada de ella, ni supiste en que beneficiaba a los demás que tu estuvieras ahí ¿Qué harías?

-¿Qué te dijo el doctor, Carlos?- preguntó la hermana del joven

-A lo mucho, me quedan tres años de vida ¿No es grandioso?

-¡¡Pero qué dices hijo!! Tú eres el más pequeño de mis hijos, mereces vivir, vas a ver que todo estará bien, solo debes cambiar tu actitud, ser más positivo– Interrumpió su preocupada madre. Una gran mujer, con un gran amor por su hijos y su hogar, sus ojos parecían dos lagos que figuraban desbordase. Poseía unos ojos claramente cafés, unos labios intensamente rojos y un alma increíblemente encantadora. Sus blancas y tersas manos recorrieron las mejillas de su hijo mientras lo miraba con gran tristeza

-Lamento decir, que no es así madre... El cáncer está bastante avanzado y me temo, que en toda mi vida, no he aprendido nada de ésta, siempre me he preguntado cuál es mi motivo de vivir, no he podido amar con libertad, no he hecho nada de lo que me sienta orgulloso por eso deseo mi muerte, y no me da miedo, me dará paz. Por cierto, me iré de viaje mañana por la mañana.

-Está bien hijo, si eso deseas, respeto tu decisión- Dijo la mujer con la voz temblorosa, lágrimas en los ojos y abalanzándose a abrazarle fuertemente.

Esa misma noche, cuando todos dormían desconsoladamente por la estrepitosa decisión de Carlos y su abrupta calma, entró alguien a la habitación del muchacho. Lo despertó de un tirón y se sentó enfrente de su cama

-¿Quién es usted?- dijo el joven tallándose los ojos y sentándose en su cama

-¿Conque tú eres aquel muchacho que tiene los días contados he? Me llamo Miguel Valle, dime algo ¿Por qué el tema de tu propia muerte no te causa ningún estremecimiento?

-El nombre me suena... Simplemente porque siento que necesito partir, en toda mi vida no sé lo que he hecho.

-Mi nombre fue muy conocido, por eso resuena en tu mente. Debo decir que nunca conocí a alguien que deseara tanto su muerte ¿cómo es eso que no sabes que has hecho en tu vida? supongo que has hecho casi todo lo que un hombre de tu edad suele hacer.- Dijo aquel hombre misterioso levantando un ceja y viendo fijamente al muchacho

-No sé lo que hacen otros hombres de mi edad, pero yo no he hecho nada de lo que me sienta orgulloso, jamás he saboreado lo que es un amor sincero, nada en mi vida ha sido verdadero.- Respondió él con una mirada retadora y una sonrisilla nefasta.

-Me temo que eso no existe, eso sería como estar muerto, ni la muerte te asusta, ¿no te sientes orgulloso de aquello? un hombre con ese valor haría grandes cosas.- Protestó con gran sabiduría en sus palabras y mirando sus zapatos para planear una salida rápida.

-El valor no es algo que me enorgullezca, el valor da fuerza, pero ¿acaso mi fuerza ha ayudado a alguien? No, no ha ayudado a nadie, al igual que los temores de los demás, no me atemorizan a mí

Miguel Valle lo miró sorprendido y con los ojos vidriosos, él jamás había sentido algo como lo que estaba sintiendo aquel joven sentado en su cama, sabía el significado de cada una de sus palabras, pero no tenía idea de la gravedad de éstas

The secret of my life.Where stories live. Discover now