Capítulo 10

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Estando en el mismo hospital, Carlos se dirigió a la puerta donde estaba su doctor, esperándole con su bata blanca y unas plumas en la mano, se diría que estaba ansioso por verle...

-¿Y bien? Aquí me tiene, tal como mi esposa le prometió.

-Vaya que usted ha cambiado radicalmente, hasta se le ve el semblante más vivo, con más ánimo, ¿sabe? Eso le puede ayudar a su condición... pero vamos, tome asiento.

-Pues... acabo de ser padre, cualquiera estaría con mejor semblante, terminaremos rápido con esto- dijo sentándose y mirando fijamente al doctor.

Después de hacer todos los estudios pertinentes, Carlos se retiró muy apresurado, porque quería estar con su hija lo más pronto posible, no se esperó a que le dieran los resultados, cuando estos eran revisados por el doctor... un gesto de asombro inundaron sus ojos y de inmediato llamó a la casa de los Belmonte, agendando una cita para mañana en la mañana.

Al día siguiente, con una cara de fastidio inmenso, estaba Carlos esperando al médico que se tronaba los dedos, mordía sus labios y no podía formular ni una palabra, un suspiro gigante inundo la habitación, el joven se puso de pie y miró al titubeante médico

-Disculpe usted, pero llevo aquí bastante tiempo y no se ha dignado a decirme que salió en los resultados, quiero estar con mi hija, entiéndalo ¿Puede decirme los resultados o vengo mañana?

-Señor Belmonte, no pensé que esto fuera a ocurrir de nuevo, el único caso igual, fue el de su padre, no sé si esto sea debido a su cambio de vida, no lo sé, pero puede vivir más tiempo del que le informé hace unos meses. Su tiempo y calidad de vida pueden mejorar hasta 12 años y con un tratamiento adecuado...

Aquel muchacho, torno su cara con un gesto de disgusto, y se dejó caer en la silla frente al doctor –Y... ¿Tanto drama para decirme eso?- Interrumpió.- Usted sabe, que mi padre no duró ni la mitad del tiempo que su médico le pronosticó, ¿Por qué tendría que creerle? Perdóneme usted, no tomaré ningún tratamiento y ahora me tengo que ir, mi hermano llegará en unas horas, que tenga bien día.

Al llegar al aeropuerto, Jaime los esperaba inquieto, ya quería conocer a Luna, pero en cuanto vio su semblante, supo que había pasado algo.- ¿Ahora que, no me digas que la paternidad no es lo que esperabas? ¿Qué pasó, por qué la cara?

-Nada, el doctor me ha dicho algo desconcertó un poco, me ha dicho que puedo vivir más tiempo del que me ha dicho antes, 12 años... ¿Puedes creer eso? Mi muerte no tardará mucho, lo sé pero quiero hacer lo posible por disfrutar a Luna, no necesito nada de medicina para saber eso y además, ¿por qué iniciar otra guerra con la enfermedad que he estado luchando por años? Nada de eso, prefiero disfrutar lo que me queda de tempo. Jaime, prométeme que no le dirás ni a mi madre, ni a Michelle ni a Ingrid, promételo

Su hermano lo miró con cara de espanto, sus ojos enlazados, los de su hermano fríamente calculadores mientras que los de él, débilmente aterrorizados, sin lugar a dudas, Carlos tenía gran influencia y poder para sucumbir en las mentes de los demás... Se pasaba las manos por la frente una y otra vez, sus manos y piernas temblaban, finalmente pronunció unas palabras, temblorosamente.- Esta bien pero ¿Te has puesto a pensar en Luna? ¿Qué hará sin ti?

-Justamente estaba pensando eso de camino para acá, Jaime quiero que cuando yo muera, seas tú, quién le enseñe a mi hija todo lo que nos enseñó nuestro padre, a tener liderazgo, a tener la cabeza fría para tomar las mejores decisiones, pero el corazón blando, definitivamente, no quiero que sea ni como tu ni como yo, menos como yo, ¿me ayudarás?

Jaime palideció al escuchar a su hermano, se sentó en encima de sus piernas un momento y soltó tremendo suspiro de dolor, no imaginaba una vida sin su hermano, mucho menos se imaginaba cómo iba a reaccionar la pequeña... -Esta bien, hermano lo haré, no sé cómo podré lograrlo pero lo haré por ti, ahora llévame con mi sobrina.

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The secret of my life.Where stories live. Discover now