Capítulo 2

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La escena se llenó de un silencio sofocador, el resto del camino fue bastante largo, pero al fin llegaron, ambos se quedaron pasmados con tanta belleza. El viento era pacíficamente ligero, a lo lejos se veía el agua cristalina y el aire tenía una calidez simplemente grandiosa, las aves parecían cantar al compás del ocaso .De una bocanada de aire, parecía llevarse todo lo malo que en tu mente podía resonar... sin duda, era lo que Carlos necesitaba en estos momentos. Después de hospedarse, decidieron recorrer el lugar, cada uno por su lado.

Jaime fue a ver los puestos de comida y artesanías más importantes del lugar, le gustaba mucho saber la cultura de los lugares a los que iba, de pronto, le pareció ver a una joven alta, con un cabello un tanto extraño, entre rojo y café y unos ojos claramente cafés, además de una sonrisa encantadora y piel blanca como la crema, una chica muy peculiar a la cual él había conocido en los tiempos de escuela...

-¿Juy? ¡July! ¿Cómo has estado? ¡Cuánto tiempo sin verte!- La chica lo miró y sonrió al instante, lo abrazó con gran afecto y lo observó atenta

- ¡Jaime! ¿Qué ha pasado contigo? Perdí comunicación contigo hace años, ¿Cómo están todos?

-Lamento decir, que muy tristes... ¿te acuerdas de mi hermano menor?...

Carlos se dirigió hacia el muelle de la costa, para sentir la brisa en la cara, para pensar en todo claramente, quería recordar los momentos que lo hicieron feliz junto a su padre, se sentó en el camino donde desembarcan los marineros, miró hacia arriba y respiró hondo

-Vaya... ¿Tratando de olvidar a alguien?- Dijo una joven que se acercaba a él, era como si estuviera viendo a un ángel, era una mujer sumamente interesante en el exterior, era un poco alta, delgada, tenía un largo y ondulado cabello negro, tenía los ojos como dos esmeraldas relucientes, pero parecían tener una tristeza en particular...

-No... Solo veía el mar y me da paz verlo de esta manera – replicó sin quitarle la vista de los ojos

- Perdón por insistir, pero tienes en la mirada un toque de tristeza, podría ayudarte en algo, claro sólo si me dejas, me llamo Michelle, Michelle Villegas, mucho gusto- Dijo con una gran sonrisa y extendiendo la mano- ¿Me cuentas que pasa?

Carlos se echó a reír inclinando un poco la cabeza- nunca nadie se había interesado tanto en un extraño, pero creo que hablar me ayudará a aclarar las ideas en mi mente, mucho gusto, yo soy Carlos Belmonte- respondió entre risas y estrechando la mano de la joven- Lo que pasa es que tengo lo días contados. Aquella muchacha lo miró con gran asombro y sus ojos se humedecieron... Sus manos se fueron hacia las mejillas de Carlos y lo miró a los ojos – En verdad lo siento mucho, creo que para esos temas soy pésima, así que prefiero no decir nada, solo te escucharé en lo que tú me quieras contar

-La llaman... "la muerte que te da un tiempo" es un tumor que se aloja en una parte especifica entre el cerebro y el cerebelo, te da un tiempo de vida, es dependiendo de la persona puede durar 1, 20, 40 años o toda la vida, hay muy pocos casos, pero mi padre fue y yo soy uno de esos casos, el tumor no crece con ayuda de unas pastillas que detienen el proceso de crecimiento... Pero en cierto punto, las pastillas dejan de funcionar y el tumor tarda una semana o tres días en matarte, afortunadamente, es una muerte rápida, sin dolor y con casi ningún deterioro notable

-¿Puedo preguntarte dos cosas?

-¡Por supuesto! Pregunta lo que quieras

-Primero ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? segundo ¿Cómo fue el caso de tu padre?

-Pues... no lo sé, me dará paz morir, supongo. Es que, jamás he vivido lo que quiero vivir o mejor dicho, jamás he encontrado un sentido a esto de "vivir con plenitud" y la verdad... no sé si me gustaría averiguarlo. Mi padre... No me había puesto a pensar en eso, a mi padre se lo detectaron cuando yo tenía 2 años, solo pudo vivir 11 años, la diferencia entre él y yo, es que él era sumamente fuerte, capaz y no le tenía miedo a nada, él confiaba plenamente en su mujer y en sus hijos, un hombre realmente respetable en todo sentido.

-y ¿cuándo perdiste el sentido de tu vida? Vale la pena eso de "vivir con plenitud" como tú dices

-Lo perdí justamente cuando él murió, en ese entonces... él era mi más grande orgullo, él me enseñó muchos trucos y muchas cosas, él me daba consejo tras consejo, él junto a mi madre, siempre me apoyó en cualquier decisión, así fuera una tontería... En cada cumpleaños, me llevaba al río a tirar piedras y me decía que pidiera un deseo y si llegaba hasta el otro extremo del río, se cumpliría, lo que nunca le dije, es que siempre pedía que mi padre jamás se separara de nosotros , el día que murió, fui al río, me quedé ahí hasta que mi hermano salió a buscarme, Jaime dice que ese día, mi mirada cambió, supongo que ahí perdí las ganas de vivir – terminó su frase mirando al cielo y sonrió como si hubiese visto a su padre allá arriba

-Es muy lindo como te expresas de él, de seguro tú y tus hermanos eran su adoración ¿y cómo era él?

-Mi madre siempre nos dijo que mi padre le agradecía por darle 3 razones más para ser fuerte- Dijo titubeante... -Pues, él era alto, delgado, cabello entre rubio y castaño claro, ojos verdes así como los tuyos, usaba lentes y de vez en cuando se dejaba la barba, decía que eso le daba presencia y que le gustaba que mi madre lo molestara, era muy simpático, todo lo tomaba con muy buen humor, casi siempre lo veíamos sonriendo, jamás se enojaba era una gran persona y a mi parecer, tenía una sabiduría enorme, y una característica que lo hacía notar, era que distinguía a mi madre a diario, la amaba con toda su alma, me consta, ella dice que se consuela al verme, porque es como si lo viera a él a excepción de que yo no tengo lentes ni ojos verdes ni barba. Pero yo diría que me falta su percepción de las cosas, me falta mucho para ser como él.

The secret of my life.Where stories live. Discover now