Escena V

30 7 32
                                    

Escena V

Beky apagó las velas del pastel, soplándolas con ímpetu y cuando se extinguieron, sus amigos rompieron en aplausos y exclamaciones de felicidad, disparando los lanza-confeti.

—¡Hurra a la cumpleañera! —clamó Abi con vigor, en lo que Abril aplaudía y saltaba en su lugar como si no hubiese un mañana.

—Eso es, Beky. Ahora eres oficialmente tan adulta como el resto de nosotros —la felicitó César, mas de inmediato miró a su compañero de al lado—. Ah, sin ofender, Emilio.

—Cállate. Lo dijiste con toda la intención de ofender, así que no acepto tus disculpas —gruñó el niño, cruzándose de brazos, sus cejas juntas en disgusto igual que siempre.

Los cinco amigos se hallaban en las albercas públicas, celebrando el doceavo cumpleaños de Beky. Los chicos vestían un bañador que llegaba por arriba de las rodillas; César teniendo uno verde fosforescente y Emilio uno negro, además de una playera sin mangas. En cambio, las chicas vestían trajes de baño, siendo el de Abi el más provocativo al ser un bikini rosa de dos piezas y el de Beky, el más modesto al ser de una sola pieza con bastante tela en azul claro. El de Abril era entremedio, pues aunque también era de dos piezas, la parte inferior era cubierta por una faldita que llegaba poco arriba del medio muslo y la parte superior tenía un velo semi-transparente que la cubría hasta por encima del ombligo; su conjunto era naranja pálido.

Habían planeado con anterioridad ir al balneario de la ciudad al menos una vez antes de regresar a clases y como el cumpleaños de Beky se acercaba, lo tomaron como la excusa perfecta para hacer los preparativos allí. Cosa que les vino de perlas, no sólo porque mataron dos pájaros de un tiro, sino también porque se enteraron de que los padres de su amiga le habían organizado una fiesta en su casa, únicamente para los familiares y que se llevaría a cabo en la tarde, por lo que ese era el momento de pasarla bien entre ellos.

—¿Y qué estamos esperando para el pastel? ¡Vamos a comerlo! —exigió César con la boca hecha agua, obteniendo el apoyo de los entusiastas.

—Ya voy, ya voy. ¡Qué impacientes! —los tranquilizó Beky, cortando el postre y dándole un pedazo a cada quien, incluyendo a su hermano mayor, que los cuidaba desde lejos en otra mesa aparte.

El bizcocho no era muy grande ya que sólo era para ellos, siendo de frutas rojas con crema de frambuesa; tan delicioso que César y Abril pidieron doble ración, e incluso el de cabello marrón dorado se comió la mitad que dejó Emilio, quien no era especialmente afecto a las cosas dulces.

—¿Segura que no quieres otro pedazo, Abi? —ofreció la festejada, afable.

—Oh, no te preocupes, estoy bien. Tengo que mantener a raya las calorías. No es sencillo mantener este cuerpo. —La chica guiñó el ojo en lo que hacía una pose sensual.

—Pues creo que has hecho un gran trabajo, Abi —la halagó Abril, fascinada—. ¡Es que mira! Eres el centro de atención.

Y así era, pues la chica captaba el interés de varios jóvenes de diferentes edades que también disfrutaban de un día en la piscina. Abi sonrió con autosuficiencia, tumbándose a una de las sillas playeras cerca de la mesa que ocupaban.

—Por supuesto que es así, cielo. Era mi intención al usar este traje de baño. —Y volvió a guiñar con encanto.

—Al menos ella sí puede lucir el suyo —comentó César, a nadie en particular, consiguiendo que Beky le lanzara un tenedor desechable.

—Aunque en realidad mi plan era seducir a tu hermano, Beky —confesó la pelinegra con despreocupación.

—¡Qué!

No necesitamos decirlo #RaekenAwards17Where stories live. Discover now