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Hide corría a casa de kaneki. Aun bajo la lluvia su cabello era un desastre y eso le desesperaba un poco, quería estar decente para el pelinegro pero no podía hacer nada para cambiar eso. Las bolsas llenas de paquetes de café se movían de un lado a otro, golpeando sus piernas, tal vez le quedarían moretones, pero, en esos momentos para Hide, no valía la pela nada que no fuese Kaneki.

"Solo esperame un poco más, no hagas nada imprudente... Por favor... Kaneki..."  pensaba.

[...]

Llego a la puerta de kaneki y sin siquiera pensarlo, buscó bajo el tapete la llave de este. Nunca le dijo a kaneki que sabía donde escondía la llave porque le gustaba los berrinches que formaba y el verlo recién levantado aveces. Esta en verdad era una emergencia.

Tiró las empapadas bolsas con café en la mesa. Corrió a la habitación de kaneki y lo vio durmiendo plácidamente, tenia la cara roja, en especial la partes más cercanas a los ojos y su nariz se veía algo maltratada de quitar sus mocos de una forma muy brusca. Hide poso sus ojos en los labios de kaneki, estaban hinchados y algo lastimados. El pequeño rubio lo veía igual de lindo que siempre, no, en realidad, más. Estaba completamente vulnerable, lo hacia ver muy tierno pero al mismo tiempo le dolió verlo así, en verdad su amigo lo estaba pasando mal.

Como por arte de magia, Kaneki abrió sus ojos pesadamente, somnoliento, recién despertando. Lo primero que vio fue a Hide, agitado, nervioso y como si se hubiese bañado con la ropa puesta. Miro directamente sus ojos y estos, lo veían únicamente a él.

El pelinegro volvió a morder su labio inferior, dando un chillido ahogado por el dolor. De sus labios brotaba un poco de sangre, se había sobrepasado cuando los empezó a morder, ahora había llegado a su limite.

—Kaneki...—El rubio de ojos achocolatados no sabía que decir estando frente al pelinegro. En un rápido movimiento sin saber como, ya estaba abrazándolo. Algunas lágrimas brotaron y Kaneki podía sentir como se deslizaban por su camiseta.

Separándose del abrazo Hide tomó su mano.

—H-Hide...—Sus miradas volvieron a cruzarse. Podían verse a si mismos en los ojos del contrario, era una linda sensación, como si solo fuesen el uno y el otro.

Poco a poco sus cuerpos se acercaban inconscientemente. Sus labios se juntaron encajando perfectamente como si estuviesen hechos el uno para el otro, mientras de forma tierna Hide acariciaba la mejilla de Kaneki, provocándole un muy notorio sonrojo. Era un beso dulce y casto, —Aunque con un sabor raro (no desagradable) por la sangre que brotaba de los labios del de ojos grises—, sin pretenciones más allá de demostrar el cariño que en palabras quizá jamás admitirían. Pudieron haber seguido así toda una vida... Pero Kaneki necesitaba más aire.

—Hide...Tengo miedo. —Tomó su mano fuertemente y un gran suspiro escapo de su boca.

—¿A que le tienes miedo, Ken?—El pelinegro bajo su cabeza.

—A mí... A lo que pueda llegar a hacerte... No sé si me entiendas...

—Lo hago perfectamente, Kaneki. Mirame. —Ordenó tomándolo de la barbilla levantándola sutilmente para que lo observase—. No me harás daño y no dejaré que te lastimen, es una promesa.

Una vez más se abrazaron, dejando y no dejando, tan en claro sus sentimientos.

Pero a fin de cuentas, sabían que podían contar el uno con el otro.

[...]

Tranquilamente los dos muchachos estaban sentados frente a la gran ventana de la habitación de Kaneki tomando café. La vista era muy hermosa, no era como la de una gran mansión, en realidad solo es una parte de la ciudad, con grandes edificios, arboles y las gotas de lluvia pegando contra el cristal. "la simplicidad del paisaje es lo que lo hace verse hermoso" pensó Kaneki.

Volteó a mirar al rubio que tenia al frente. Lo miraba y sonreía. Hide no estaba ni en lo más mínimo pendiente del paisaje, al menos no el que estaba anteriormente viendo Kaneki. Tomó un largo sorbo a su café, manteniendo aún su mirada con la del pelinegro de al frente.

Con cada segundo que pasaba el corazón de Kaneki aceleraba, lo que sentía al estar con Hide era inexplicable en palabras, y es qué, al estar con él no razonaba, mucho menos lograba expresarse adecuadamente. Para suerte del pelinegro nunca necesito explicarse mucho con Hide, él siempre sabia lo que quería y necesitaba, además decía las cosas precisas en los momentos necesarios sin siquiera pensar a veces.

—V-voy a... Dormir... —Señaló su cama y acto seguido se acostó sin mucho espectáculo, agitado por sus latidos tan exageradamente acelerados, soltó un gemido ahogado al caer contra el duro colchón, muy bajo, pero aún así Hide lo escuchó claramente.

El embriagador silencio lleno el lugar por minutos, Kaneki no quería hablar de lo que había sucedido anteriormente, se decía a si mismo que solo fue un beso fugaz sin importancia, bien sabía que no era así pero no quería hablar de eso. Hide lo sabía muy bien, Kaneki lo había reflejado en su mirada.

—Esta bien, dormiré en el sofá —Hubo un sonido ahogado por parte del pelinegro, con intención de que sonará como un sí, que hizo que hide parara en seco su camino a la sala—. Cálmate, no voy a violarte. —Dijo burlesco esperando respuesta.

Kaneki no cedió a contestar a ese comentario, no sabía como hacerlo. Se tapó de pies a cabeza con la sabana y Hide por fin salió de su habitación, acostándose en el sofá y recapitulando todo lo ocurrido en su mente.

¿Y si fuera Amor?Where stories live. Discover now