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Kaneki trato de abrir sus ojos cansadamente, aún un tanto somnoliento y débil, despertando poco a poco, volviéndose más doloroso cada segundo. Cuando por fin estaba completamente despierto y se dio cuenta de que no estaba en un sueño gracias a la frecuentes punzadas de dolor, soltó un muy sonoro grito, desgarrador en cualquier sentido.

Trato de incorporarse mejor en la silla en la que estaba atado de pies y manos, pero no lo logro por completo, pues le dolía casi cualquier cosa que hiciese. A lo lejos, divisó una cabellera rubia rojiza, que le hizo recordar la razón por la cual le dolía todo y se encontraba en aquel lugar tan tétrico. Trato de soltarse de las cadenas que lo mantenían en ese estado pero no pudo, miró a todas partes pero no encontraba salida de ese lugar abandonado, hasta que por fin decidió que podría hacer.

—¡H-Hide! —Gritó lo más fuerte que pudo, resistiendo el arder de su garganta. La cabellera que había divisado antes, se movió ligeramente, dándole a entender que si ese era Hide, este seguía vivo—.¡Hide! —Gritó más fuerte aún, ahora si, no le importaba cuanto estaba sufriendo por dentro, el rubio es lo único que le importa, mucho más ahora en esos momentos.

La cabellera se alzó lentamente, dejando ver la cara de Hide. También estaba atado de pies y manos en una silla al frente del pelinegro, pero exageradamente lejos, cada uno en un lado de la gran habitación, con algo tapándole la boca —un mugriento trapo viejo—, impidiéndole hablar. Sus miradas se encontraron y no pudieron evitar llorar. Los ojos color avellana del rubio se encontraban entrecerrados, vacíos, pidiendo ayuda; El pelinegro desde donde estaba podía ver claramente lo grandes moretones y heridas que tenia Hide, este se había despertado antes, se enfrentó a el hombre que los dejo allí, pero su castigo fue doloroso y aun lo sigue siendo —Aunque aún no había llegado a lo peor—. Una oleada de miedo de repente invadió a Kaneki, "¿Y si le vuelve a hacer eso, sobrevivirá?, ¿Necesita atención medica urgente?, ¿Este tipo tiene la intención de matarnos?... Ahora que apenas las cosas con Hide están mejorando... No quiero perderlo".

Una pequeña brisa entro, el pelinegro al sentirla levanto su mirada de sus pies de golpe, creyendo que tal vez era una salida, y si lo era, una puerta, y tan pronto como noto donde se encontraba, el hombre de cabello blanco que los dejo allí entro tranquilamente, como si ya estuviera acostumbrado o fuese la cosa más normal del mundo tener a dos chicos amordazados.

Kaneki se fijo bien el aquel bastardo, notando que era extrañamente y exageradamente grotesco, eso explicaba mejor como se le había hecho tan fácil el dejarlos inconscientes de un solo golpe. Luego otros pensamientos se apoderaron de él, si así de fuerte era, y se nota que no es nada amigable, agregando el hecho de que no tendría compasión, ¿Qué tanto debe estar sufriendo Hide? Mucho, en verdad que mucho, Kaneki no podría imaginárselo ni estando en peores circunstancias que éstas. Siendo un humano, no muy resistente en lo que va de los golpes, Hide estaba sufriendo el doble o triple que Kaneki, sin mencionar que sentía que una de sus costillas estaba fracturada y hasta donde se sabe, eso no se puede curar.

El pelinegro empezó a encogerse de hombros, encorvándose más, como si eso fuese a alejarlo del hombre que se aproximaba a él de manera intimidante, lleno de superioridad y seguridad, demostrando que él tiene el control y puede acabar con sus vidas o hacer lo que se le pegue la gana en cualquier momento.

—Dime... ¿Cuanto es mil menos siete?... —Dijo con una sonrisa espeluznante, la propia de un psicópata, revolviéndole el estomago y dándole un escalofrío por toda su columna vertebral a Kaneki, mientras que a Hide ganas de tomar a el pelinegro para salir lo más pronto posible de allí, pues ya tiene una idea de lo que es capaz de hacer y no es para nada lindo, esta más que seguro.

¿Y si fuera Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora