tres.

86.3K 8.4K 4.2K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi madre no quiso seguir escuchando más. Con una mirada helada, reanudó su marcha hacia la cocina; Elara se echó a reír entre dientes cuando su hermana pasó a su lado, dedicándole después una encantadora sonrisa que a mí me resultó casi feroz.

Sacudió su lustroso cabello negro y luego me miró con una expresión socarrona, haciéndome temer que me hubiera convertido, como siempre, en su objetivo. Un objetivo fácil porque no quería contestar nunca a sus provocaciones, porque no me atrevía a hacerle daño a mi madre con una disputa familiar que pudiera separarnos; el poder de Elara dentro de aquella casa era inmenso.

—Ten cuidado hoy, Eir —me recomendó, y su tono no me transmitió ningún sentimiento negativo; casi parecía preocupada, algo que me resultó increíble de creer—. A veces destacar entre la multitud puede ser tu mejor opción con ese monstruo.

Sus ojos resbalaron por mi vestido con un brillo censurador, como si mi elección no hubiera resultado ser acertada.

—Hablas de él con demasiada familiaridad —apunté, sin querer sonar grosera o irrespetuosa—. Como si lo conocieras.

Pero mi idea era demasiado estúpida. Demasiado increíble. Tanto mi madre como mi tía habían tenido que participar en su momento en el Día del Tributo, sin embargo, no ninguna de ellas había salido elegida porque... de lo contrario... de lo contrario no estaría allí. Viva.

Los ojos de Elara relucieron con maldad.

—Quizá le ofrezco sacrificios todas las noches para que venga a mi alcoba y me muestre lo que les hace a todas esas chicas que elige año tras año —contestó.

Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, tomándome en serio lo que había dicho sobre a qué se debía la familiaridad que había percibido cuando hablaba de nuestro señor. Del Enviado.

De manera inconsciente eché a andar a buen paso, deseando llegar a la cocina; la risa de Elara me acompañó todo el camino. Al igual que las imágenes.

—Podría darte unos consejos, ya que Lynn no ha sido capaz de hacerlo; sobre cómo complacer a un hombre... que es demonio en parte —escuché que decía antes de cruzar el umbral.

❖ ❖ ❖

Nada más poner un pie en la plaza supe que era real.

Tomé consciencia de dónde me encontraba y por qué. Rodeada de chicas que se miraban las unas a las otras mientras los censores se encargaban de comprobar que todo estuviera en orden, para que el Señor de los Demonios no tomara represalias contra su pueblo en caso de que se hubiera cometido el más mínimo error; teníamos que pasar por las grandes mesas donde los censores preguntaban nuestro nombre y lo verificaban en los viejos pergaminos en los que se inscribían todos los nacimientos.

Miré por encima del hombro, comprobando que mis padres estuvieran a mi espalda; Elara había preferido quedarse lejos del tumulto, con sus poderosos ojos azules echando chispas de rabia. El rostro de mi madre estaba lívido, no mucho mejor que el de mi padre.

Queen of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora