cuarenta y cuatro.

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El recuerdo me expulsó y yo me tambaleé hacia atrás, tomando grandes bocanadas de aire para intentar calmar mi acelerado corazón y conseguir que la cabeza dejara de darme vueltas

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El recuerdo me expulsó y yo me tambaleé hacia atrás, tomando grandes bocanadas de aire para intentar calmar mi acelerado corazón y conseguir que la cabeza dejara de darme vueltas. Las imágenes de lo que había visto se repetían en bucle en mi mente, añadiendo las piezas sueltas que había ido coleccionando en los meses que llevaba en el castillo.

La verdad me golpeó como una maza en el pecho, haciendo que mi corazón sangrara y mis piernas empezaran a temblar, amenazando con mandarme de cabeza al suelo. Cerré los ojos para impedir que las lágrimas se me escaparan e intenté digerir la verdad que había puesto toda mi vida en entredicho; que me demostraba que había estado viviendo una mentira en la que toda mi familia se había visto comprometida. En la que había participado activamente, aunque no lo hubiera sabido hasta aquel preciso momento. Después de haber visto aquel recuerdo del demonio.

No podía ser una casualidad que Elara hubiera pronunciado mi nombre.

La idea de que mi propia tía hubiera sido la elegida que le había robado el corazón al Señor de los Demonios hizo que mi corazón se encogiera de dolor y desconcierto, una fina resistencia que ofrecía mi cabeza a la verdad. Que las piezas empezaran a encajar, que me permitieran saber por qué había terminado en aquel castillo, sentenciada a morir al terminar el año.

Que el Señor de los Demonios hubiera escuchado aquel día mis pensamientos, en la plaza mientras yo rezaba fervientemente para que escogiera a otra chica, no había sido más que el hilo conductor: Setan no solamente me había elegido por aquel extraño suceso, sino también por mi aspecto. Forcé a mi memoria a sacar de su rincón aquel momento, el brillo de reconocimiento que tan fugazmente había pasado por su mirada cuando me encontró entre las filas de chicas que deseaban lo mismo que yo. Setan había visto que me parecía físicamente a Elara, que le recordaba a ella.

Y él seguía estando enamorado de aquella chica, por lo que decidió condenarme al elegirme. Un acto egoísta que me había arrastrado sin que yo supiera nada, sin que pudiera sospecharlo siquiera.

Salí del baño a trompicones, sin importarme lo más mínimo la perla de memoria que seguía estando a la vista de cualquiera. Mis temblorosas piernas lograron conducirme hacia la cama, dejando que me desplomara sobre el colchón mientras continuaba hilando la historia. Una historia en la que yo también estaba relacionada.

Un recuerdo flotó dentro de mi cabeza, algo que creía ya olvidado... pero que no había resultado ser así: la primera vez que Hel irrumpió en una de las cenas y Setan me obligó a que abandonara el comedor a toda prisa, antes de que Bathsheba me descubriera en el pasillo, escuchando a escondidas; repetí la conversación que mantuvieron ambos y que ahora cobraba un nuevo sentido...

«¿Desde hace cuánto estabais al tanto de esto, Maestra?

»... La habéis estado espiando todos estos años, ¿verdad? No dejasteis de buscarla cuando yo...

»... Cumplí mi promesa, Setan. Pero no me fue difícil conocer quién era por su nombre, a pesar de su apellido...

»... Entonces sabíais que iba a estar en esa plaza, que yo iba a reconocerla...

Queen of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora