cincuenta y dos.

33.9K 4.2K 604
                                    

Una mano se apoyó con suavidad en mi hombro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una mano se apoyó con suavidad en mi hombro.

Atrapada todavía entre las brumas del sueño pensé que se trataba de Bathsheba, que había acudido puntualmente a mi dormitorio para levantarme y acompañarme durante el desayuno. Mi mano se movió por la cama de manera inconsciente, buscando el cuerpecito caliente de Rogue para acercarla a mí y suplicar a mi doncella unos minutos más entre las cómodas mantas, pero solamente mis yemas se encontraron con la aspereza de la manta bajo ellos.

Rogue no estaba allí.

—Eir.

La voz no correspondía con la de mi doncella, me di cuenta con un escalofrío. Forcé a mis párpados a abrirse poco a poco, permitiendo que mi vista se encontrara con un rostro que no era el de Bathsheba.

Los ojos azules de Elara me observaban con atención.

Entonces todo lo sucedido el día anterior regresó a mi cabeza de golpe, llenando cada rincón de mi mente. Haciéndome recordar. Que Setan no era mi padre. Que Elara había jugado con los sentimientos del demonio, logrando que le ayudara a huir de aquel castillo. Que la Maestra sabía que mi magia procedía de su pupilo y que, por ello, había intentado acabar conmigo en varias ocasiones. Que el Señor de los Demonios, sabiendo el peligro que representaba la mujer para mí, había decidido hacer lo mismo que hizo años atrás, cuando salvó a Elara de Hel: sacarme del castillo apresuradamente, permitir que pudiera huir a cualquier parte lejos del control de la mujer demonio.

Y que yo había decidido acudir a mi antiguo hogar, en busca de respuestas.

Me aparté de la orilla de la cama, sacudiéndome de encima la mano de Elara sobre mi hombro. El rostro de mi tía no mostró señal alguna por mi reacción; en todo caso, frunció el ceño.

—Te he traído algo de comer.

Se hizo a un lado permitiéndome ver el plato que reposaba sobre el asiento que tenía bajo la ventana. Aparté las mantas con cuidado, deslizándome fuera de la cama para echar un vistazo al contenido del plato que había traído consigo; me atreví incluso a retirar las cortinas para contemplar unas vistas que ya me resultaban casi ajenas. Me sentí fuera de lugar al ver a todas aquellas personas yendo por la calle, continuando con sus vidas.

Aquel ya no era mi sitio, y ahora lo sabía.

Hice que las cortinas volvieran a su lugar, tapándome la visión del exterior. Elara seguía mis movimientos con atención a mi espalda, como si no confiara del todo en mí; tal y como había afirmado, había cambiado. Esos meses en el castillo me habían cambiado...

Y prefería a la nueva Eir.

—Gracias —me obligué a decir.

Cogí el plato y me senté sobre el asiento, escondiendo las piernas bajo las faldas del vestido. La bolsa que me había dado Setan reposaba sobre la mesita de noche, donde la había dejado la noche anterior, antes de rendirme al sueño.

Queen of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora