cuarenta y ocho.

35.7K 4.3K 626
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al ver el horror pintado en las facciones de mi tía sentí una oleada de satisfacción. Satisfacción por haber logrado intercambiar nuestras posiciones, conseguir que ella pudiera sentir un mínimo de lo que yo había sentido durante aquellos largos años en los que había sobrevivido a su crueldad.

Elara no me dio la espalda en ningún momento, quizá temiendo que pudiera... atacarla. Mi pequeño número con las sombras habían logrado hacer mella en su habitual máscara, dejándome ver por primera vez su miedo. Haciéndome ver lo que ocultaba debajo y que demostraba que no era como yo había creído siendo niña: fría. Por encima de todo. Invencible.

Superior.

Sus ojos azules estaban abiertos de par en par y todo su cuerpo parecía haber caído presa de un incontrolable temblor. Frente a ella se encontraba una pesadilla; alguien salido de sus peores sueños... Alguien quien creía que estaría encantada de devolverle todos los años de crueldad y malicia.

Di un paso hacia delante y Elara topó con el colchón de su cama, cayendo sentada y sin otra vía de huida.

—¿Te has quedado muda de repente? —le espeté, con todo el odio y resentimiento que había ido acumulando en aquellos años de silencio saliendo a borbotones de mi boca—. ¿Dónde están tus habituales comentarios mordaces, Elara?

Sus ojos se abrieron un poco más a causa del miedo, de no reconocer a la persona que tenía delante de ella.

—Eir...

Nunca había escuchado a mi tía pronunciar mi nombre con aquella mezcla de miedo y desconcierto. Nunca antes la había visto temblar de pies a cabeza en mi presencia. Porque ella creía que estaba muerta, porque ella sabía de primera mano lo que sucedía en el castillo del Señor de los Demonios.

—¿Pensabas que a estas alturas ya estaría muerta? —le pregunté—. ¿Creías que formaba parte del Cementerio Infinito?

Sus labios empezaron a temblar de nuevo, impidiéndole contestarme.

—Lamento decepcionarte, madre —escupí la palabra como si fuera hiel dentro de mi boca—. Pero aún teníamos asuntos pendientes.

Elara se encogió sobre sí misma al escucharme llamarla de ese modo, con ese rencor que había ido acumulando con el paso de los años... además del que había sentido al conocer que me habían mentido. Que toda mi vida se había basado en una mentira.

Di un paso hacia delante y la mirada de Elara pareció recuperar parte de su antigua malicia. Una vez recuperada de la sorpresa, de saber que era de carne y hueso... no una simple confabulación por parte de las sombras para atormentarla, Elara dejó que otro tipo de sentimientos fueran aflorando a la superficie.

—¿Te ha enviado él? —me preguntó, con un ligero temblor en la última palabra.

«¿Te ha enviado Setan?», era lo que realmente quería decir, pero algo le impedía pronunciar su nombre. Quizá el odio que sentía hacia el demonio. Quizá fueran los remordimientos de haberlo usado de aquella forma, después de que Setan se sacrificara de ese modo para que ella pudiera huir del castillo.

Queen of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora