Capítulo I.

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Wallachia, Europa Oriental, 1423.

—La deseo.

—Llevar la corona de dos países no es suficiente para ti, ¿debes tener también una princesa Transilvana? —preguntó Sasuke, con renuente admiración por la desenfrenada ambición de Kiba. El humano poseería el mundo si le dieran la oportunidad. Era un hombre como el que le gustaría ser a Sasuke tras su inexistente corazón.

—Hinata será mía: intacta, inmaculada, una página virgen sobre la cual únicamente yo escribiré.

Y qué desastre podría hacer él con esa página virgen, pensó Sasuke. El hombre comenzaba a sonar como si fuera un grupo de estrellas de alguna constelación.

—Me aseguraré que Neji rompa el contrato entre su hermana Hinata y Naruto Uzumaki, pero persuadir a Neji para que case a Hinata contigo será trabajo tuyo —Sasuke levantó una ceja demoníaca, negra como la medianoche, examinando al decidido hombre—. Pero dudo que tengas dificultad.

Kiba era joven y hermoso, y a pesar de su evidente obsesión por las vírgenes estaba poseído por una violenta crueldad que Sasuke no había encontrado a menudo en sus cuatro mil años como demonio. Un guerrero feroz y sorprendentemente brillante e intrigante, Kiba había asesinado y traicionado en su camino al trono de Wallachia. Ahora tenía sus ilusoriamente suaves ojos castaños puestos sobre su vecino del noreste, el principado de Moldavia.

—Desde luego no tendré ningún problema. Y no es solo por el fresco y juvenil cuerpo de Hinata que lo deseo —Kiba hizo una pausa y lamió sus labios, con una mirada remota en sus ojos.

—¿No? —preguntó Sasuke, cuando Kiba no continuó.

El hombre parpadeó y volvió al presente, sus ojos perplejos por un momento, mientras consideraba sus proyectos.

—El matrimonio con Hinata Hyūga —la verdad es que yo no sé lo que ustedes, los demonios, entienden de política humana y geografía, pero Maramures es un principado Transilvano que comparte una frontera con Moldavia— el matrimonio con Hinata consolidará los lazos en la región, lo que me ayudará a conquistar esa tierra.

—La única mosca en tu ungüento es que el hermano de Hinata, Neji, la ha comprometido con el Príncipe Naruto Uzumaki —dijo Sasuke.

—Él intenta terminar una contienda de muchas generaciones entre Maramures y Moldavia, el muy idiota. Hay algún tipo de maldición sobre la familia que él cree que puede romper casando a su hermana, y no escuchará razones.

Sasuke cruzó los brazos por encima de su pecho y se levantó como si estuviera a gusto dentro del círculo de la vela que lo sostenía.

—Debes de estar desesperado de verdad, para haber arriesgado tu alma inmortal convocándome.

Kiba resopló.

—Como si Dios se preocupara por los asuntos humanos.

Sasuke se encogió de hombros. No iba a discutir cuestiones religiosas humanas con un hombre que tenía incluso menos idea de lo que era bueno y malo que los demonios del Mundo Nocturno. Él, por accidente, había dado un paso en el borde interior del círculo de convocación, sacudiéndose con una ondulación de sus curtidas alas negras para liberar la tensión de ellas. Procuró no permitir que sus puntas cruzaran la línea del círculo; una ráfaga de dolor sería la recompensa por tal descuido.

Por el rabillo de un ojo atrapó el movimiento: una cortina aterciopelada en un extremo del cuarto se hinchó brevemente y onduló, como si alguien se hubiera movido detrás de ella.

Kiba no estaba solo.

Responder al hechizo de convocación de Kiba había sido un riesgo. No estaba obligado, como algunos mitos humanos sostenían; pero el Mundo Nocturno estaba lleno de viejas historias de tontos demonios que habían sido atrapados en el círculo de convocación de algún humano y como resultado se habían encontrado esclavizados o destruidos. Sasuke había estado esperando siglos, sin embargo, por una oportunidad como esta que Kiba le presentaba, y riesgo o no, estúpido y tonto o no, no la dejaría pasar. Solo esperaba que su entusiasmo no fuera evidente para Kiba, y para quien estuviera al acecho detrás de la cortina.

Sueña conmigo.Where stories live. Discover now