Capítulo XIII

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Hinata tocaba la mandolina, una música suave mientras su mente repasaba las cinco últimas noches con Sasuke. A la luz del día, apenas podía creer lo que había pasado. La señal más fuerte de que era real era cuán cansada estaba: era como si su sueño no fuese un sueño de verdad en absoluto, y el mundo maravilloso que Sasuke compartía con ella también se alcanzase caminando.

¡Las cosas que le mostraba! Tantas personas que nunca había soñado que podían existir; tantos paisajes que eran más exóticos que cualquier cosa que podría haberse imaginado.

Algunos pensarían que estaba loca por haber dejado que algo así ocurriese. Era una pecadora más allá de la comprensión por disfrutar sus noches con un demonio. Él parecía casi tan humano, sin embargo... con una necesidad casi humana de conexión, por mucho que fingiera lo contrario, y pese a ello, lo hacía apareciéndose cada noche con un aspecto diferente.

Él había mantenido su promesa de no tomar su virginidad, pero ella había sido cada vez más perversa y le permitía hacerle muchas cosas más.

Rasgueó un acorde en la mandolina, intentando ahuyentar los pensamientos culposos. No lamentaría esas caricias. ¡No lo haría! Eran solo sueños, después de todo. Podía hacer lo que deseaba en su propia mente. ¿Y dónde estaba Kiba?

Oyó golpear la puerta principal del castillo y dejó de tocar. Estaba en el pequeño patio en el centro de la fortaleza, y la puerta principal estaba bajo un pasillo estrecho y un tramo de escarpadas escaleras. Los golpes resonaban a lo largo del túnel como un tambor.

Alguien abrió la puerta, y Hinata oyó voces masculinas. ¿Los guardias? Una discusión acalorada comenzó cuando el criado había abierto la puerta, y Hinata dejó su mandolina y fue hacia la entrada al pasillo, escuchando atentamente, con una sensación de alarma deslizándose por su columna.

Después de unas pocas palabras ininteligibles de cólera masculina, la criada gorjeó algo conciliatorio. Fuerte pasos comenzaron a subir por la escalera.

Los ojos de Hinata se ensancharon. ¿Un hombre, en el Castillo Rosu? ¿Qué había pasado? ¿Qué sucedía? ¿Serían noticias importantes?

Unos segundos después, una masa de oscuridad comenzó a subir por el oscuro pasillo. Su corazón saltó en su garganta y se retiró hacia atrás, nuevamente a la luz del sol, tropezando con uno de los adoquines y apenas manteniéndose derecha.

La figura oscura surgió del pasillo y parpadeó a la luz brillante como una rata que surge de los sótanos. Y el hombre se parecía a una rata: un roedor negro, y enfermo con la blanda carne de su cara y el pelo desordenado por rascarse las pulgas. Los ojos pequeños, brillantes y hundidos en púrpuras sombras, bajo unos lentes redondos.

Fue solo cuando la confusión empezó a aclararse que reconoció su traje negro como los de un sacerdote.

—Mi señora —dijo una criada, corriendo hacia ella—. Es el Padre Kabuto. Dice que es el hermano de Kiba Draco, su prometido.

Hinata miró fija y mudamente al hombre. Habían pasado seis años desde que había estado cerca de un cuerpo humano masculino. En comparación con Sasuke, en toda su perfección del sueño, era menos que favorable.

Peor aún, era el hermano de su prometido, y un sacerdote. Todo su alarde de no lamentar las últimas noches huyó de ella. El sacerdote estaba parado ante ella como una viva acusación de sus pecados, enviado en el momento mismo en que ella más necesitaba tal recordatorio. La culpa por todo lo que había hecho la inundó.

Cuando el Padre Kabuto inspeccionó el patio y luego descansó su mirada sobre ella, juntó coraje y dio un paso adelante, luego le hizo su mejor reverencia, oxidada por el desuso.

Sueña conmigo.Where stories live. Discover now