Capítulo XIV

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Sakura escuchó mientras la respiración de Hinata se hacía mas profunda a medida que se iba durmiendo completamente. Después de algunos minutos se levantó silenciosamente de su cama, sus nervios al borde del colapso, su corazón latiendo violentamente.

¿Estaba el demonio allí, en ese mismo instante? ¿Podría verla? Ella no podía ver nada más que la oscuridad del cuarto, los bordes de los muebles apenas iluminados por la única vela que goteaba cera en la mesa de la esquina donde la había colocado con mucho cuidado.

Esa tarde, siguiendo las instrucciones del Padre Kabuto, había acomodado muchas cosas.

Espejos relucientes, una jarra de plata, la vela y una taza de cristal dispuestos en un gran círculo alrededor de la cama de Hinata, su ubicación parecería arbitraria a los ojos de cualquiera que observara. Las superficies reflexivas de la plata y el cristal sustituirían a velas encendidas, según lo que explicaba el Padre Kabuto. Él le había ordenado que lo mandara a buscar en cuanto Hinata se durmiera. El demonio la visitaría en su sueño, pero si el Padre Kabuto se mantenía al acecho toda la noche fuera de la puerta de Hinata, el demonio sospecharía lo que estaba pasando.

También era importante, sin embargo, que Hinata no fuera consciente de lo que se estaba planeando. El Padre Kabuto pensaba que Hinata podría haberse aliado con el demonio, que ella podría intentar ayudar a la fuga de la criatura.

Con algo de suerte, Sakura no tendría que enfrentar al demonio. ¡Dios del cielo, esperaba no tener que hacerlo! Después de que buscara a Kabuto, el sacerdote entraría en la cámara de Hinata, colocaría rápidamente una vela en un punto que completaría el círculo y luego el demonio quedaría atrapado. Había un pesado jarro de barro colocado por Sakura misma bajo la cama de Hinata, y Kabuto recitaría un hechizo que capturara a la criatura del Infierno dentro de él.

Si todo salía bien, la noche estaría terminada casi antes de que comenzara.

Pero primero Sakura tenía que buscar al sacerdote.

Su corazón golpeaba salvajemente, consciente de que el demonio podría estar, en ese mismo momento, sentando sobre la cama, Sakura hizo todo un teatro, bostezando y estirándose para dirigirse a la bacinilla. Levantó su camisón con las manos temblorosas, dobló sus rodillas y con gran esfuerzo se obligó a concentrarse. Cuando terminó, miró la bacinilla e hizo una cara como si ya estuviera demasiado llena y necesitara vaciarse.

Encendió otra vela y luego recogió la bacinilla, el candelero y se dirigió hacia la puerta. A medida que se alejaba de la cama sintió que el vello de la nuca se le erizaba, su imaginación diciéndole que el demonio miraba, que no lo había engañado y que saltaría sobre ella en cualquier momento.

Vaciar la vasija era la única excusa que había sido capaz de idear para levantarse y abandonar el cuarto en medio de la noche. El demonio podría sospechar de su objetivo si no tuviera algo tan obvio en la mano.

Un destello blanco la asustó, haciéndola casi volcar el contenido de la vasija. Durante un vibrante instante se iluminó el espacio alrededor de ella. Miró por sobre su hombro hacia las ventanas y vio otro destello. Varios segundos más tarde, truenos distantes retumbaron a través del aire.

Una tormenta se acercaba, deslizándose por sobre las montañas.

Sakura apenas contuvo un quejido. Demonios y relámpagos en medio de la noche. ¿Podrían acaso empeorar las cosas?

Abrió la puerta y con mucho gusto salió de la habitación, sintiéndose una poco más segura al cerrar la puerta tras ella. Descendió por los largos y oscuros pasillos, la vela parpadeante y casi al borde de apagarse. Visitó la letrina y dejó la bacinilla en el suelo a un lado. La puerta de la letrina crujió por el viento y Sakura juró que mientras pudiera evitarlo jamás lo usaría. Si la letrina se cayera eso significaría una larga caída desde lo alto del castillo hasta los árboles y las rocas en la peligrosa cuesta abajo.

Sueña conmigo.Where stories live. Discover now