Capítulo IX.

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Sasuke yacía tendido boca abajo sobre la viga y suspiró con impaciente aburrimiento, molesto con Karin y su príncipe estudioso. Dejó sus brazos y una pierna colgando sobre los bordes de la viga como un gato perezoso y los balanceó ocioso a manera de pobre diversión mientras esperaba que Karin regresara a la cama.

Había estado allí varias noches, observando, malgastando su precioso tiempo, esperando la oportunidad que aún no había llegado. Su impaciencia encendía un fastidio que tenía que contener con creciente frecuencia.

Incluso mientras estaba profundamente dormida, Karin había sostenido apretado aquel libro demoníaco como si su misma vida dependiera de ello. Sasuke no sabía por qué ella estaba tan ansiosa a propósito de que uno de sus compañeros la visitara. Pensaba que ella estaría contenta de dirigirse a su propia clase, y aún más alegre de aliviar su tensión sexual.

De algún modo el endemoniado libro parecía estar magnificando las pasiones insatisfechas que ella estaba sintiendo, enviando un grueso río de lujuria a través del Mundo Nocturno.

Sasuke casi había tenido que rasgar las alas de varios íncubos que habían venido para aliviarle sus miserias. Si alguien iba a aliviarla, sería él.

En vez de dar la bienvenida a tal posibilidad, sin embargo, Karin parecía estar interesada solo en Naruto. Sus ojos se dirigían hacia él con regularidad repugnante, como un perro buscando la aprobación de su amo. Era como si ella hubiese olvidado quien era realmente, olvidado que había tantas y mejores posibilidades para ella que ese príncipe marcado y cojo.

Era como si disfrutara siendo humana, ella que tanto había protestado por tal cosa antes.

Sasuke rechinó los dientes con frustración. ¿Cómo había terminado ella con un cuerpo mortal mientras él todavía luchaba con tanta fuerza para robar uno para él? Mirad que pobre uso le estaba dando ella al suyo. No había ganado ningún poder para sí misma, no había hecho ninguna alianza, no había establecido ninguna posición de fuerza, no es que hubiera mucha oportunidad ahí. Este Príncipe Naruto solo tenía cinco soldados en esta fortaleza calcinada. Pero Karin ni siquiera había logrado seducir a Naruto, una tarea que Sasuke pensaba que podría lograrse sin ningún esfuerzo en absoluto. Ella era un súcubo, por el amor de la Noche. Ella sabía lo que los hombres querían.

Abajo, Naruto dejó el libro demoníaco al otro lado de la mesa y lo abrió. Sasuke dejó de balancearse, manteniéndose quieto, no fuera a ser que Naruto alzara la vista y de algún modo fuera capaz de verlo. Sasuke no sabía cuales podrían ser los poderes del libro, y no quería darle ninguna posibilidad.

Karin bostezó. Miró a Naruto, que estaba absorto en el libro.

Pasaron otros diez minutos. Karin bostezó otra vez, y sus párpados se inclinaron. Dirigió otro vistazo hacia Naruto, con un pequeño ceño fruncido entre sus rojizas cejas.

Entonces alzó la vista hacia las vigas y a las sombras, obviamente buscando cualquier signo de demonios. Sus ojos humanos debían haberle mostrado nada más que vacía oscuridad, ya que bajó su mirada de regreso a Naruto.

Por fin se levantó de la mesa y fue a su jergón, gateando bajo las mantas y envolviéndose en ellas apretadamente. Cuando se hubo alejado de la luz de las velas sobre la mesa, Naruto levantó su propia mirada y la miró, aunque Sasuke no tenía ni idea de lo que pudiera él estar pensando.

Media hora más tarde, Naruto dejó de lado el libro demoníaco en favor de otro.

Karin estaba todavía despierta, apenas. Sasuke podría sentir las ondas irregulares de sus deseos cuando se introdujo en el sueño y luego regresaba a la superficie. Y luego, finalmente, estuvo completamente dormida.

Sueña conmigo.Where stories live. Discover now