11. Relatos de una fiesta loca.

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Mis ojos se sienten pesados, los abro sintiendo el reflejo de la luz entrar en ellos, los cierro rápidamente y después de un tiempo los abro dejándolos así esta vez. Jadeo al sentir un pequeño ardor en mi cabeza que palpita.

Enfoco mi vista al frente donde puedo ver el enorme ventanal con las puertas abiertas haciendo que la claridad y los rayos del sol se cuelen volviendo mi vista un poco borrosa, tallo mis ojos bostezando. Me detengo cuando veo la manga de lo que parece una camisa de hombre, abro los ojos antes de pasar mis ojos por toda la habitación.

Cuarto espacioso, paredes azules oscuras, cuadros de fotos que claramente no son mías, observo la cama. Ésta no es mi cama, levanto la vista, ésta no es mi habitación y claramente ésta no es mi camisa.

Me levanto lentamente sintiendo como mis huesos crujen con cada movimiento que hago, me siento en la cama dejando colgando mis piernas.

¿Qué sucedió?

Sinceramente no lo recordaba muy bien, sólo me recuerdo bailando, bebiendo, besando... a ¿Ed? Oh, mierda.

Pego un grito saltando de la cama, observo mi reflejo con horror en el espejo que se encuentra frente a mí, mi maquillaje está corrido, parezco un horrible mapache después de haber sido atropellado. Mi cabello está enmarañado con mechones sueltos por todas partes, mis labios resecos.

Soy la viva imagen de una mujer que acaba de despertar de una ronda de sexo salvaje, no, no, no. ¡Jodidamente es inaceptable esa idea! Miro mi reflejo nuevamente, la camisa llega hasta mis muslos cubriendo todo lo demás arriba de ellos, bajo un poco más la vista y estoy en bragas ¡En jodidas bragas! Pego otro estruendoso grito antes de escuchar la puerta abrirse y un Ed en sólo pantalones holgados aparece y ríe ante mi expresión.

—Has despertado, me preguntaba cuanto tardarías en hacerlo y...

—Dime que no dormí contigo. —Lo corto, esperando que no diga esas palabras de las que justo ahora temo.

—Uhm, ¿Entonces quieres que te engañe?

—¡Eres un idiota! —Grito dejándome caer en la cama cubriéndome con las sábanas.

Soy una idiota, no, soy una estúpida imbécil.

—No te preocupes, prometo que...

—¡Cristo, cállate! ¡No quiero escuchar todas las anécdotas que tienes que decir! ¡¿Y mi ropa?! ¡Dónde está mi ropa!

Ríe señalando el baño, con las mejillas sonrojadas me levanto rápidamente hasta encerrarme en él, tomo mi ropa que está cuidadosamente doblada en el lavamanos, lavo mi cara y cepillo mi cabello con mis dedos vistiéndome rápidamente.

—Oh Dios —Susurro observando mi reflejo en el pequeño espejo ahí, cierro los ojos golpeando mi frente—, esto no está pasando.

Cuando salgo, él se mantiene mirando cada movimiento que hago hasta que paso por su lado y me toma por el hombro deteniéndome. Sonríe y quiero golpearlo tanto como me quiero golpear a mí misma por la estupidez que he hecho.

—Fue una interesante noche, Abby.

—¡No lo recuerdes! ¡Olvídalo!

Prácticamente corro por las escaleras y cuando llego hasta la puerta me detengo abruptamente cuando la perilla de esta gira.

—Ed, amigo levanta tu culo que estoy muriéndome de hambre y tú...

Me observa y palidezco, frunce el ceño antes de mirar detrás de mí, no es que tenga vergüenza, es más como pánico y estupidez cometida lo que me desconcierta.

Destrozos del alma© [ IL#1 ]Where stories live. Discover now