14. Revelaciones.

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Mordí mis uñas una vez más sin importarme el hecho de haber luchado por dejarlas largas; mi mente ahora estaba concentrada en Ed.

Bueno, más bien en como Ed giraba una curva. Las llantas rechinaron y un pitido en mis oídos se instaló al instante, el recuerdo de aquella noche me impactó, cerré los ojos alejando esos pensamientos que aún persistían en mí y que, aún dolían como el infierno.

Abrí mis ojos observando detenidamente como Ed salía del coche soltando un millón de maldiciones a la nada, rodé los ojos cansada de su actitud.

—Es tu culpa. —Señalé de mala gana.

Alzó una ceja antes de cruzarse de brazos y reír. Lo imité cruzándome de brazos también, señalé el auto negro detrás de él.

>> Se supone que debes subir la velocidad al girar, no disminuirla porque eso hace que pierdas potencia.

Juntó sus cejas riendo a carcajadas, lo observé sin creer que riera de mi otra vez.

—Nunca una chica me ha dicho que debo disminuir la velocidad porque pierdo potencia.

Procesé sus palabras antes de entrecerrar mis ojos hacia él.

—Sucio.

Soltó una carcajada, pero esta se volvió una simple línea en sus labios mientras miraba por sobre mi hombro, abrió la boca para decir algo pero la cerró sin saber que decir.

Su expresión era pálida, una mezcla de emociones pasaba por su rostro, fruncí el ceño girándome, y ahí estaba mi dolor de cabeza de estos últimos días. Grayson sonrió al verme y su expresión fue la misma al ver a Ed casi al lado de mí. Se quedó totalmente petrificado y puedo jurar que escuché una maldición por su parte, los miré a ambos sin saber que decir o hacer. Ed se me adelantó caminando hacia él estrechándolo en un fuerte abrazo.

Ok, creo que me estaba perdiendo de algo.

—¿Cuándo regresaste?

Grayson rascó su nuca sin perder su sonrisa que ahora entendía que era lo caracterizaba.

—Hace una semana, pero que pequeño es el mundo Ed —Me miró y luego concentró su mirada en él—, pensé que ya te habías salido de esta mierda.

Pude escuchar la carcajada de Ed, sí, era una chismosa.

—Nunca cambiarás Sawyer, uhm, has visto a Beth...

—Desde el primer día en el que llegué a California.

—¿Sabes que no fue tu culpa, cierto?

Grayson me miró otra vez, pero esta vez su risa era tensa y ligeramente incómoda.

—Lo has dicho desde hace 3 años y medio pequeño Ed.

—Sólo digo la verdad. —Afirmó el rubio y sonrió con nostalgia.

Definitivamente yo estaba perdida en esta conversación.

[=]

—No sé.

—¡Vamos, Abby! Admite que está bueno.

—¿Si lo hago dejarás de joder?

—Sí.

Esa sonrisa que me mostró me hizo saber que no dejaría de joder, pero que pararía por unos cuantos minutos.

Eso era mejor que nada.

—¡Oh, mierda! ¡Está que arde, tengo ganas de engullirlo en chocolate y lamerlo hasta quedarme sin lengua! ¡Vaya, uf, hasta calor me dio! —Finjo abanicarme con mis manos el rostro.

—No seas malditamente molesta, Abby.

—Entonces no hagas preguntas estúpidas, Adam.

—Bueno...

—Buenas bella dama —Me observa y luego a Adam—, y bello caballero.

—Grayson. —Asiento hacia él y Adam suelta un largo suspiro, golpeo su costado.

—¡Auch! Di no a la violencia Abigail.

Grayson ríe tomando asiento a nuestro lado. Frunzo ceño hacia él que nos observa divertido, sé sutil Abby, sé sutil.

—¿Cómo conoces a Ed, Grayson?

—Adam, ¿Tu amiga siempre es tan sutil?

—Te acostumbrarás.

—Pero que graciosos. —Rodé los ojos cruzándome de brazos.

—No te enojes Pequeña —Grayson suspiró—. Ed fue mi mejor amigo en la adolescencia, me apoyó en el peor momento de mi vida.

<< Un momento que aún duele de sólo recordar, fue un gran amigo que me apoyó en su debido tiempo, lamentablemente soy demasiado terco y no tomé el consejo que me dio y creo que él se siente culpable de uno de mis errores.

<< Yo cargo con las consecuencias de una de las decisiones más erróneas de mi vida —Me miró fijamente—, ustedes no saben lo que una sola palabra puede causar, las palabras hieren más de lo que pueden imaginar.

<< Las que se dicen durante un momento muy... ¿Fuerte? Son las peores, porque no se piensan, no se analizan y son las que más destruyen.

Miré a Adam cuando terminamos de escuchar las palabras de Grayson. Sus palabras estaban cargadas de tanto dolor, pero no un dolor cualquiera, un dolor interno, el tipo de dolor que se esconde, pero no se olvida.

—Intenso.

Habló Adam rompiendo el silencio sepulcral que se había formado, bromeamos y aligeramos el ambiente olvidando por completo la anterior conversación, observé al oji-azul de reojo.

Cada día me intrigaba más este singular chico.

[=]

Rachel, era un completa perra. Nunca en mi vida entendería porque yo era la receptora de tanto odio por su parte. Está bien, ella amaba a Leo, se criaron juntos en la calle y fueron recogidos y engañados juntos, lo entendía.

Sé que Leo al empezar a juntarse conmigo y mi hermano empezó a dejarla de lado, se lo dije, le dije que no tenía que abandonarla. El que ella se alejara por completo de él no es mi culpa, el que Leo haya decidido estar conmigo no era mi culpa, o tal vez sí, pero no había sido a propósito.

Maldije por enésima vez la estúpida mancha azul en mi blusa, subí las escaleras buscando el baño, cuando al fin lo encontré entré y abrí el grifo tratando de sacar la mancha, no salió, de hecho, estaba peor que antes.

Salí del baño, pero mis torpes pies tropezaron provocando que callera. Cerré los ojos sin comprender mi pésima suerte, una risa me hizo abrir un ojo. El rubio tendió su mano, de mala gana la tomé limpiando mis pantalones mientras me levantaba.

—Gracias. —Murmuré.

Me giré dispuesta a irme, tomó mi brazo deteniéndome.

—¿Por qué me evitas Abby?

Enarqué una ceja hacia él señalando lo obvio, colocó un dedo en sus labios conteniendo su sonrisa.

—Fue divertido

—¿Qué?

—Dejarte creer que nos acostamos.

Destrozos del alma© [ IL#1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora