Batalla del Tridente

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Rhaegar besó la barriga y acarició la mejilla de su bella mujer. Sonrió. Se subió a lomos de su caballo y emprendió un largo camino hacia Desembarco del Rey, pues debía reclutar a sus demás hombres. Cabalgando por las áridas tierras dorniense giró la cabeza hacia atrás a lo lejos podía ver la Torre de la Alegría, su escondite durante casi un año entero.

Rhaegar tenía a su disposición gran ejército, el llamado Ejército Realista, formado por los hombres de Desembarco del Rey, Dorne, Rocadragón y algunas casas de las Tierras de los Ríos que apoyaban a la casa Targaryen, en total, unos 40000 hombres, aunque realmente, la cantidad no era lo más importante.

Cabalgaba junto a otro comandante, Lewyn Martell, quien había sido casi obligado a combatir en aquella batalla, pues el propio Aerys II se había encargado de mandar un cuervo avisando de que aún tenía a Elia Martell.

Por otro lado, el Ejército Rebelde, comandado por Robert Baratheon, con el apoyo de las casas del Norte, el resto de casas de las Tierras de los Ríos, el Valle de Arryn y por supuesto las Tierras de la Tormenta. ¿En total? Un ejército de 35000 hombres.

Robert fue avanzando hacia la zona del Tridente a paso ligero. En su armadura llevaba grabado el emblema de su casa, al igual que Rhaegar llevaba el suyo, como correspondía, pero con rubíes incrustados en la parte del pecho.

Tras reclutar al resto de sus hombres Rhaegar se dirigió a paso rápido hasta el Forca Verde, allí las tropas de Robert Baratheon se estaban formando. Robert era un hombre corpulento, cuya armadura lo hacía aún más gordo. En su mano, como arma, portaba un colosal martillo. Rhaegar por lo contrario sostenía con una mano las riendas de su caballo y con la otra su espada.

Los estandartes de cada casa adornaban el paisaje y se movían con el viento. Rhaegar miró en la distancia a Robert, por un momento solo se escuchaba el agua del rio. Ni si quiera los caballos relinchaban. Rhaegar tragó saliva, Robert escupió en el suelo. El sonido de un cuerno rompió con el silencio de aquel futuro cementerio y dio comienzo la batalla.

Miles de hombres galoparon unos contra otros. Fueron muchos los que continuaron peleando desde el suelo, y otros tanto aguantaban sobre los caballos. El que no moría al instante agonizaba.  Robert golpeaba desde su caballo con su gran martillo a aquellos que luchaban desde el suelo, mientras que en la distancia un grupo de arqueros disparaban flechas al bando enemigo.

Rhaegar cortó varias cabezas y apuñaló varios corazones. Pero al igual que Robert su verdadero objetivo era otro. Ambos intentaban avanzar contra el otro, pero los soldados no facilitaban aquel enfrentamiento. La sangre comenzó a bañar aquellos campos y el sonido de las espadas, los cascos y las flechas sonaban por todas partes.

Rhaegar se iba aproximando a su objetivo, Robert estaba de espaldas a él, no podía verlo acercarse, pero varias flechas impactaron contra el caballo y ambos cayeron al suelo. Rhaegar decidió esperar un poco en el suelo. Observaba los movimientos de Robert. Analizándolo. Buscando un punto donde atacar.

El Ejército Realista estaba perdiendo más hombres que los rebeldes. Rhaegar se puso de pie cuando tuvo la oportunidad y se quitó el casco arrojándolo al suelo. Fue entonces cuando Robert se dio cuenta de donde estaba y galopó hacia él con furia en su mirada, alzando el gran martillo. Rhaegar esperó a tenerlo lo suficientemente cerca y se volvió  a tirar al suelo cuando el caballo de Robert casi pasaba a su lado. Introdujo la espada en el lomo del animal desde abajo, provocando la caída de Robert que retumbó en todas partes.

Robert cogió su pesado martillo y se puso de pie. Rhaegar era ágil, sujetó su espada con fuerza y lo desafió con la mirada. Avanzaron despacio por entre una gran cantidad de cadáveres. Separándose del campo de batalla. Acercándose al río. Primero embistió Robert contra él, pero sus movimientos eran muy predecibles y Rhaegar esquivó el golpe. Aprovechando el trabajo que le costaba a Robert recogerlo del suelo le propició un corte en las rodillas. Robert emitió un gruñido. Se levantó como pudo y agarró con fuerza el martillo.

Rhaegar volvió a esquivarlo y se auto convenció de que la batalla estaba ganada. Robert perdía sangre. Se acercó un poco más a él, provocándolo. Robert estaba apoyado sobre una de las piernas respirando con dificultad. Rhaegar levantó su espada por encima de su cabeza, en ese momento lo atravesó. El movimiento fue rápido, no lo vio venir, y los rubís de su armadura cayeron al río. Tenía los ojos en blanco y el cuerpo cayó al suelo. Robert sonrió.

Del Ejercito Rebelde murieron 4000 soldados, del Ejército Realista 10000 y su príncipe. Desde aquel día, todos conocerían aquella batalla, como la Batalla del Tridente, y el rio, que se tiñó de rojo, pasó a llamarse Vado Rubí.

Juego de Tronos (Fan Fic)Where stories live. Discover now