Capitolo quindici

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«Hace ya muchas eras, en un mundo donde los dioses vivían entre los humanos y los dragones.

Existió un diosa, bella que dejo su hogar por buscar su libertad.

En estos tiempos era normal que un dios tuviera aventuras con un mortal, pero ellos tenían prohibido una sola cosa.

"Está prohibido que un dios se enamoré de un humano"

Esa era su única norma para poder caminar entre los mortales, pero hubo alguien, una hermosa diosa, agraciada, con finas y delicadas facciones, cabellos de un color carmín deslumbrante, ojos de un verde tan hermoso como si de dos jade se tratara, esbelta y de hermosa figura.

Era la descripción de la belleza, envidiada por muchas y amada por muchos, pero para suerte de unas y desgracia de otros, ella no estaba interesada en la vida de los mortales ni mucho menos en la vida de sus iguales, aquella era un alma rebelde que buscaba un lugar donde pudiese ser libre.

Domada por su espíritu aventurero y fugaz, llego a la tierra de los dragones, seres imponentes con solo su presencia; aquellos seres que un principio buscaron la muerte de la bella joven, al final terminaron siendo fieles amigos de aquella mujer; amable y virtuosa, así le definen.

Los años pasaron, y en la tierra donde mortales e inmortales vivían hacía falta la presencia de aquella hermosa mujer. Muchos en la locura cayeron, y muchas otras sus aventuras sin fin tuvieron.

Los dragones le enseñaron el arte de la magia, magia de todo tipo, pero sobretodo, le enseñaron el arte de la magia caza dragones. Proclamada la reina de los dragones, vivió entre ellos durante siglos.

Pero luego de varios siglos, volvió al que fue su primer hogar, la tierra donde los mortales e inmortales vivían en armonía, aquellos dioses que nunca envejecian, tuvieron sin fin de hijos con varios mortales, los hijos de dioses con humanos eran llamados "Semi-dioses".

Grande fue su sorpresa al ver la cantidad de "semi-dioses" que habitaban ahora, y el ver como los padres de estos ya no se encontraban en aquel lugar, todos en ese lugar dirigieron su vista a la bella mujer que venía acompañada de un dragón.

—¿Alguien sabe dónde está Reibius?— preguntó la mujer.

—¿Para qué lo necesita?— le preguntó un joven de cabellos castaños.

—Necesito hablar con él— respondió —Es importante— terminó de decir seria.

—Sigame— dijo el joven castaño.

La mujer sin decir nada le siguió, dejando en ese mismo lugar al dragón, pues era mejor que no les siguiera. El joven llevo a la diosa hasta una cabaña de madera, esta era de un tamaño pequeño.

El castaño solo toco la puerta de está esperando una respuesta, lentamente la puerta se abrió dejando ver a un hombre aparentemente joven, alto, de tez clara, cabello rojizo como la sangre y de ojos oscuros.

—¿Qué quieres?— preguntó de mala gana aquel hombre.

—Ésta mujer ha venido a verte— dijo señalando a la diosa de cabellos carmín.

—Vaya, miren quién se aparece luego de siglos de haber huido— dijo con tono de burla mirando de pies a cabeza a la pelirroja.

—Vengo a hablar contigo de algo serio— habló con un tono bastante frío.

—Yo me retiro— dijo aquel joven para después marcharse.

—¿De qué quieres hablar?— preguntó aquel hombre.

La Derrota del más Fuerte «Navia» [EDITANDO]Where stories live. Discover now